AL BUEN ENTENDEDOR POCAS PALABRAS


El lenguaje y las palabras han sido determinantes tanto para la evolución de la especie humana, así como para gestar su propia destrucción en todos sentidos.

La frase puede parecer simple. En “realidad” es un conjuro de inteligencia. Entendido como algo para alejar lo indeseable, o atraer lo que sí queremos.

El significado y uso de las palabras depende de cada persona. En la comunicación humana existe un deseo para darse a entender y poder conciliar lo que los otros nos quieren decir.
Lo más que se puede hacer, es emplear los términos y significados comunes que se encuentran en los diccionarios. No obstante, es usual que se hable, se escriba, se hagan señas o se usen símbolos, que es frecuente causan malentendidos, prejuicios, y comportamientos complicados de interpretar.

Todo esto aunado a la manera en como se lo dice con la carga emocional de cada quien, resulta en verdaderos enredos con consecuencias de pronóstico reservado.

Se pueden observar conductas que sugieren que mientras más susceptibilidad y escandalo producen en un diálogo, el Ego es el que reacciona. El ego ignorante, soberbio, necio y arbitrario.

La imagen personal se defiende sobre cualquier intento de negociar. Se aleja la conciliación y por esa misma causa se impone a cualquier precio la famosa “última palabra”.

Sin embargo, también se nota cuando alguien entiende. Más allá de la sobre reacción y alarde en un afán de convencer y demostrar lo que probablemente no se ha acabado de SABER.

Por eso al buen entendedor pocas palabras y en casos extraordinarios, nada. El silencio sabe hablar mucho mejor y la réplica es innecesaria.

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