Existen
innumerables historias de sucesos inexplicables. Se habla de cuentos de terror,
desapariciones o apariciones de todo tipo. Se pueden encontrar relatos que van
desde submarinos y barcos que han naufragado y nunca fueron encontrados. Aviones
que pierden su ruta y jamás llegan a su destino, personas que han fallecido y
que sus fantasmas vagan errantes o se quedan en sus sitios de deceso para
tratar de comunicar algún pendiente, buscar ayuda para liberarse de un plano al
que son ajenos o permanecen en los lugares que conocieron en vida para tomar una
venganza y por fin descansar en paz.
Los animales y
plantas no quedan fuera de estas narraciones puesto que sugieren la evolución
hacia nuevas formas de vida que pueden matar a otras especies incluidos los
humanos, para adaptar el entorno a su conveniencia. Ya sea en la tierra en el aire, el agua, por
medio del fuego y sus múltiples combinaciones el ambiente se confabula para
sembrar dudas y provocar a la curiosidad.
Por todo esto en
el mundo entero, gente de todo tipo, se han ocupado de inventar aparatos y
herramientas para percibir, por ejemplo; Cambios de temperatura ambiente,
detectar sonidos extraños, observar imágenes que desconciertan a la vista. Son artefactos
rudimentarios a decir de sus usuarios para sintonizarse con la misma materia como
madera, metales, semillas, piedras, etc.
para localizar agua, espantar malas influencias, prevenir desastres,
predecir el futuro etc. Varitas que vibran, péndulos que oscilan, hierbas,
ungüentos etc. todo está disponible. A veces los inventos combinan de manera más
compleja la tecnología y los conocimientos formales que abren con mayor asombro
dudas que se entrelazan con la realidad, la ficción, lo posible, y nuevamente
hasta lo desconocido que sigue latente para retar el desvelar los misterios del
mundo y su entorno.
Sin embargo; Los
instrumentos que pretenden ser similares a los ojos, nariz, oídos, piel, gusto
y otros conceptos agregados a la percepción de los sentidos humanos son
rebasados ante las declaraciones vehementes ¡de haber sido tocado por
algo! ¡Escuchado lamentos y gritos! De haber visto sangre, o huellas, o entes,
que no se sabe de dónde vinieron. Cuando se ha experimenta algo personalmente
que desconcierta, hasta la piel “se pone de gallina” y se hiela la sangre. El
cuerpo se paraliza y el corazón late a todo lo que da.
Los monasterios,
haciendas, casas abandonadas o habitadas y cualquier lugar, pueden ser el
escenario de sensaciones fuera de lo común para despertar a la imaginación con
tal fuerza que sin querer se puede contagiar el miedo, salir despavorido, o
quedarse en suspenso hasta concluir que ahí no hay nada extraordinario.
Para muchas pesquisas algunos se han convertido
en caza fantasmas. En otros terrenos se practica la tradición de ser Brujos,
Chamanes, Brujas y, médiums, que se denominan contactos, curanderos, exorcistas,
adivinos, y demás que afirman tener dones para encontrar respuestas a lo inexplicable.
Desde tiempos
inmemoriales, las puertas hacia lo desconocido se encuentran en espera de los que
se atrevan a traspasarlas y enfrentar sucesos increíbles. Se sabe que a partir
de la experiencia que nos identifica con otras personas vivimos hechos misteriosos.
Inclusive las vivencias personales que se tienen grabadas necesitan ser
compartidas para remover los miedos y exponer las dudas permanentes.
Ya que estamos
en este camino abramos algunas puertas con posibilidades interesantes. Crucemos
guiados por lo extrasensorial para poner en juego la duda, la imaginación o las
conclusiones más coherentes para nuestro modelo mental. Al traspasar cualesquiera
de esas puertas daremos un paso de lo sentido, hasta lo sin sentido, dado que les
ha tocado a muchos ser testigos. pero las explicaciones no se han encontrado,
más que en la expresión de los que las detallan y de los que escuchan con
emoción sus narraciones. A saber:
Sucedió en un
país de Europa:
El grupo estaba
integrado por un par de hermanas y el matrimonio que eran el padre y la madre
de la mujer que junto con su pareja administraban el hostal a donde se
dirigían. El taxi los había dejado al pie del sendero que se internaba hacia un
enorme campo en donde se ubicaba el hostal rodeado de valles, montículos de
tierra y hierbas silvestres. Ellas querían
pasar unos días de recreo haciendo caminatas, y respirando el aire puro de la
provincia. Las dos hermanas se adelantaron a la pareja que era más lenta. El
vuelo intercontinental había sido pesado y ellos estaban un poco cansados. Pero
los movía el amor filial y la inquietud por estar cerca de su hija para conocer
de los sucesos que ella les contaba y que la tenían al borde de un colapso nervioso.
Hacía ya algún
tiempo que su hija junto con su esposo había aceptado el trabajo de cuidar el lugar
y administrar el hostal que tenía huéspedes eventualmente. Se dedicaban a
mantener el jardín, limpiar las habitaciones, y abastecer lo que fuera necesario.
La mayoría de las veces estaban solos. A veces se iban los dos a hacer las
compras al centro de la localidad, y otras, se quedaba alguno para hacer una
reparación o jugar con el perro y el gato que habían traído con ellos para que
les hicieran compañía. La muchacha esperaba
con emoción la visita de sus padres. Aun que le inquietaba el cómo
reaccionarían, y si era conveniente contarles tantas cosas extrañas que le sucedían.
¿Cómo podrían ellos ayudarla? ¿Le creerían?
Ella misma
dudaba de lo que estaba pasando. Pero la sensación de angustia que se apoderaba
de su conciencia era cada da vez peor. Por más que se repetía que eso no podía
ser, los días pasaban con encuentros indeseables. Se decía a sí misma que tal
vez la soledad del lugar, la poca visita de gente para conversar, saber de
noticias variadas, podrían ser la causa de sus delirios. Pero los espejismos eran
aterradores. Por las tardes ya no quería salir y al llegar la noche se acostaba
hecha un ovillo temblando de miedo. El insomnio era frecuente al escuchar
ruidos y voces desconocidas. Por eso al saber que sus padres llegarían de
visita ese día la animó con el deseo de que le proporcionaran un poco de
tranquilidad.
Los nuevos huéspedes
caminaban para llegar al alojamiento. Por el sendero a esa hora de la tarde ya
se dificultaba distinguir los alrededores. La niebla lentamente caía y el
terreno se cubría con una visión borrosa hacia todas direcciones. Una de las hermanas
de pronto lanzó un grito destemplado. ¡¡¡Es un ahorcado!!! ¡Ahí está! un ahorcado¡¡Que horror! ¡Cuelga de
aquel árbol! Su dicho lo acompañó el viento que mecía aquel cuerpo. Pero sólo ella
lo vio a pesar de que los otros trataron de localizarlo.
Todos voltearon asustados,
hacia otras direcciones. pero sólo ella había tenido la visión. Se acercaron
para tranquilizarla, pero aceleraron el paso más juntos, por la vereda que
conducía hacia la entrada del hostal. Las mujeres hicieron su registro, les
asignaron su habitación y se fueron a dormir. pasaron la noche intranquila a
ratos mirando hacia la oscuridad de la ventana. El viento se colaba por las
rendijas y producía un silbido que se intensificaba hasta acallarse y
nuevamente tomaba fuerza. Lo que hizo que ellas se taparan la cara con las
cobijas y esperaran temerosas en un duerme vela que les pareció eterno.
El matrimonio
solamente abrazó a su hija y yerno quienes los llevaron a su habitación para
que descansaran. Por la mañana ya podrían platicar de lo sucedido y desayunar todos
juntos. El hostal quedó en silencio.
Al amanecer se oyó
nuevamente el grito de la mujer que estaba muy alterada. ¡Sigue ahí ¡Lo mueve
el viento! es horroroso! Su compañera se asomó rápidamente a la ventana para
ver hacia el árbol que ella señalaba. Pero la visión, por segunda vez, sólo se
le presentó a ella. No obstante, las dos sintieron una ráfaga helada que entró
al cuarto. Se revolvieron las cortinas con unos papeles que estaban en una
mesita de la habitación. Se abrazaron asustadas. La que había visto nuevamente
al ahorcado, ya no pudo más. Le dijo a su hermana que se irían en ese momento.
Los encargados en
silencio se apresuraron a arreglar sus cosas. Luego pidieron un auto para que
las llevara hacia el centro de la ciudad.
A la hora del
desayuno la mamá y el papá se presentaron al comedor. Sabían que su hija con su esposo, eran los
encargados de administrar el hotel. Los habían contratado ya hacía tiempo. Pero
los relatos de la hija hicieron que vinieran a quedarse con ellos, ya que en
esa temporada eran poco frecuentes la llegada de huéspedes y algunos como la
pareja de hermanas se iban casi de inmediato. Los cuatro sospechaban el porqué,
pero ninguno se animaba a tocar el tema.
Al inicio, por
las llamadas telefónicas la hija no explicaba con detalles lo que le ocurría.
pero sonaba muy alterada. Eso motivó a los padres a proponer el viaje para
hacer una visita. Al pasar un tiempo con ellos en el hostal podrían ver la
situación. Era difícil creerle. consideraron necesario primero quedarse un
tiempo con ella y su esposo para decidir lo que fuera conveniente. Lo increíble
de sus relatos, dificultaba entender todas aquellas cosas sin dudar de que la
soledad del lugar y el hastío de la rutina del hotel muchas veces vacío por la
lejanía y la temporada fuera la causa de que su salud pudiera ser afectada. Tenían
la intención de plantear la consulta con un médico, si era necesario.
El primer día,
empezaron su almuerzo y la plática con el gusto de verse. Pero el ambiente a
pesar de todo era tenso. Cada día se reunían en la terraza para platicar y
escuchar a su hija. Se quedaban callados para procurar que se desahogara. tal
vez encontraran la razón de sus cuentos, y como ahora lo reconocían su
apariencia delgada y pálida.
La hija comenzó
a relatarles de cosas muy extrañas que ocurrían. Una vez les dijo; Puse el
mantel en la mesa para el servicio de la comida y al regresar nada estaba en su
lugar. La mesa que debería estar dentro apareció afuera en la terraza y ni
rastros del mantel ni los trastes. Por las tardes-noches el perro corría a
refugiarse en su casita o rasguñaba las puertas tratando de entrar para
refugiarse con ellos. En ocasiones el gato se erizaba con un maullido de
defensa y ataque hasta que se escondía en algún rincón.
Otra vez,dijo, había sacudido
las sabanas de una de las recámaras y al extenderla había una enorme mancha de
sangre. La quité rápidamente y cuando la iba a lavar no estaba ni sucia ni
manchada. Por las noches la despertaban lamentos que murmuraban pidiendo ayuda.
Eran muchas voces que parecía estaban encerradas. En ocasiones se oían en las
veredas y caminos sin rumbo, pero dolientes y pidiendo que se compadecieran de
ellos.
Sus padres
estaban consternados. Trataron de averiguar si había malentendidos con su pareja.
Si la frustración con ese trabajo solitario y monótono le estaba provocando esas
pesadillas y desvaríos. Si tenía la ilusión de cambiar su vida, y creaba justificaciones
para escaparse de esa rutina.
Con paciencia
escucharon los relatos. Al final, lo inverosímil de todo lo que su hija les narraba,
los llevó a la conclusión de que era urgente sacarla de ahí para seguir un
tratamiento médico. Por las noches se despedían deseándose buen descanso y cada
uno se retiraba a su habitación. Conversaban un poco sobre las posibilidades de
llevarla a consulta médica y se preguntaban cuál especialista pudiera hacer un
buen diagnostico para su tratamiento. Así se quedaban pensando hasta que se
dormían.
Una noche, el
papá despertó como alertado y estiró los brazos hacia arriba. ¡Tuvo una
sensación de asombro al tocar el techo! Lo irreal de la idea hizo que bajara de
prisa los brazos. ¡No podía creerlo! Sacó
de entre las cobijas las manos y lentamente toco por debajo de la cama. ¡Comprobó
que el mueble estaba suspendido en el aire! Con el pulso acelerado sintió como
la cama azotó en el piso y todo quedó en silencio. Un sudor frío recorrió todo
su cuerpo.
A la mañana
siguiente no hizo comentarios. Él y su
esposa ayudaron a su hija a poner la mesa para el desayuno. Ya habían llevado
los platos, las tazas y los cubiertos. Faltaban las servilletas por lo que
fueron a la cocina a sacarlas de la alacena. Al regresar se quedaron parados
frente a la mesa sin aliento; Los platos y tazas estaban en otro mueble. Como
eran adultos mayores se convencieron entre ellos de que seguramente los hubieran
puesto por equivocación. Pero sabían que no era el caso. los habían colocado en
su lugar y algo o alguien los cambió para la otra mesa que estaba lejana. Los
trastes se veían amontonados y en desorden.
Para los
siguientes relatos de su hija, le prestaban toda su atención. Objetos movidos
de lugar. Espanto de sus animales que se escondían en los rincones. Visiones
borrosas a lo lejos de gente caminando hacia ninguna parte. Una sensación
constante de intranquilidad y cansancio. Con lo que a ellos habían presenciado
su preocupación fue creciente y no dudaron de que algo inexplicable ocurría. La
frecuente alteración de bajas de temperatura en las habitaciones, la sensación
de angustia y la reacción de las mascotas más sensibles a muchos fenómenos
incomprensibles, con comportamientos de miedo, confirmaban el cambio de
carácter de su hija y el inicio del deterioro de su salud que era evidente.
Una tarde ya
casi para la puesta de sol el papá le dijo a su esposa que lo acompañara a dar
un paseo por el campo. Tenían que aclarar algunas cosas y pensar que podrían
hacer. Estaban entre dudar lo que ellos mismos habían presenciado y lo que
esperaba a su hija de seguir ahí si ellos no le creían de las demás
manifestaciones que ella relataba. Ellos mismos ya habían probado algo que no
entendían pero que les pareció innegable. El papá había experimentado la
levitación de la cama aún que no se lo contó a su esposa para no influenciarla
con sus propias dudas. Pero para él había sido real. Los dos salieron. Se
encaminaron hacia el campo rodeando la finca. La hija y su pareja se quedaron para
hacer la limpieza.
Recorrieron un
camino angosto de tierra que se internaba entre hierbas silvestres. Como el
camino no tenía fin, decidieron regresar. En el transcurso la esposa de repente
cubrió su boca con un signo de callarse. Un viento suave llegó a tocarles la
cara y trajo un leve murmullo de voces que ellos no entendían. “M´aide”!!! ¡¡¡¡M´aide!!!!
Se quedaron
quietos un momento paralizados. Si bien no entendían el idioma de las súplicas sintieron
que era un lamento que pedía ayuda… Después del primer impacto, apresuraron el
paso. Salió a su encuentro el perro, pero éste se paró en seco. Se le erizó el lomo. Se dio la vuelta aullando y corrió lo más
rápido que pudo para perderse en el camino. Con el corazón todavía más
acelerado llegaron al hotel y no contaron nada a su hija. Solamente preguntaron
si ella o su esposo sabían el significado de una frase “que habían escuchado a una
persona pronunciar en el aeropuerto” y que sonaba como: ¡M´aide! ¡M´aide!
Eso quiere
decir. “AYÚDENME” le contestaron.
A partir de esa
experiencia no dudaron más. Propusieron que dejaran ese trabajo lo antes
posible. En su entender su preocupación estaba
ahora fundada con lo que habían sentido, visto, y oído. Si tales cosas ocurrían
como parte de aquel lugar, lo mejor sería que se fueran a otro lado y no
regresaran nunca.
Abandonaron el
hotel y dejaron sin concluir ni acabar de explicarse que era lo que habían
experimentado personalmente. Se quedaron sin embargo con las sensaciones
escalofriantes en sus recuerdos y se atreven a rememorarlas para personas que
en alguna reunión descalifican eventos inexplicables.
En otra parte
del planeta:
La fiesta familiar
y de amigos para celebrar el cumpleaños del pequeño de tres años estaba muy
animada. La mamá orgullosa les contaba de un gesto muy gracioso que el niño
hacía siempre que le preguntaban por lo primero que había hecho al llegar a
esta tierra.
Lo llamó para
mostrarles, y que su niño se luciera con lo inteligente que era al comprender a
esa edad las preguntas que le hicieran. Los amigos comprensivos del amor materno
empezaron por decirle que cuántos años cumplía. El niño formó un puño con la
agilidad que le permitía su edad, y levantó tres deditos. ¡Muy bien! lo
felicitaron. ¿A quién quieres más, a tu mami o a tu papi? ¡A muchos, todos! A ninguno le causó mayor
asombro lo que habían escuchado.
Por fin la mamá
le preguntó: ¿Qué fue lo primero que hiciste al llegar cuando eras bebito? El
niño tomo una gran bocanada de aire y lo sacó con fuerza para respirar. Los
miró a todos y se fue corriendo para seguir jugando.
La abuela al
contemplar todo el interrogatorio y al ver a su nieto alejarse corriendo, pronunció
una frase común en muchas partes. “Existen almas viejas en algunas personas”. Son
seres que han elegido regresar para continuar una tarea. Pueden ser amigos,
hijos, parientes y hasta los mismos padres o parejas quienes cumplen una misión
generalmente de ayuda.
Están formados
por polvo de estrellas. Igual que todos nosotros. Pero han avanzado por mucho en
la conciencia de seres humanos. Son apacibles y se perciben irradiando luz. Son
capaces de transformar a las personas y a los lugares. Dan consuelo en situaciones de enfermedad y
desamparo. Fortaleza a quien necesita ser valiente. Hay belleza en su entorno.
Se respira paz y esperanza en su compañía.
Todos quedaron
embelesados con la descripción tan amable de la abuela. Realmente muchos sintieron
que habían conocido a personas que tenían aquellas cualidades y hasta ahora se
daban cuenta que podía ser verdad. La abuela continuó: Algunas presencias son de otro tipo.
¿Han sentido
alguna vez incertidumbre por algo desconocido o inexplicable?
Les cuento de
una noche en que me despertó un toque en la puerta de mi recámara, seguido de
un llamado urgente que pronunció claramente mi nombre. Reconozco que me
desperté molesta y contesté enojada porque estaba ya dormida. Pregunté de mal
modo que se ofrecía. La voz nuevamente dijo mi nombre. Me levanté y abrí de golpe la puerta para
encarar al que tocaba. Pero sólo la obscuridad estaba presente y el silencio
reinaba en toda la casa.
Contrariada me
regresé a la cama, pero me di cuenta de que mis hijos no podían haber llamado porque
no me hablaban por mi nombre. Mi esposo estaba de viaje y no había alguien más
en la casa. Un pequeño escalofrío cruzo de pronto en mi conciencia y no
descarté que alguien necesitaba de mi ayuda o al menos de que lo escuchara. Yo
conocía a personas que son sensibles a presencias que buscan ayuda. Dicen que
se manifiestan de muchas maneras. Aprovechan el vacío energizado circundante o
usan como les es posible objetos y sensaciones de otros para hacerse presentes.
¡Sí! Intervino
una persona. Yo he sentido como alguien entró a mi recámara una noche y se
sentó en mi cama. ¡Sí claro! Se rieron muchos a coro. Seguramente tu novio o un
amigo trasnochado. ¡No! De verdad.
Estaba sola. La
orilla del colchón sentí como se deformaba y oí la respiración de alguien. Ustedes
saben que a mí no me espanta eso de que algún difunto venga de visita. Al contrario,
le ofrezco ayuda para saber si tiene algún pendiente. Estoy segura de que esas
visitas suceden puesto que al otro día me enteré de que el compañero de alguien
muy querido había fallecido. También he visto como los relojes se paran sin
razón y luego me entero de otra persona que se ha ido. Cuando eso me sucede
hago una oración por ellos sigo atenta y les repito que son bienvenidos a mi
casa.
Otra persona tomó
la palabra: En una ocasión estaba de paseo y se me ocurrió meterme a una laguna.
Di un salto y nadé un poco. No tuve precaución para notar que en la orilla
había una capa muy espesa de lodo. Al intentar salir del agua las hojas largas
de las plantas me aprisionaban las piernas y los pies se atascaron en el fango
negro. Tuve un momento de gran angustia y creí que no saldría. Yo sé que no
grité. Que en ese momento de alguna forma se invoca ayuda a quien responda, y
al menos ese día no había cerca alguien humano. Pero las hojas se desenredaron,
pude dar un paso con fuerza y agarrar raíces de los árboles en la orilla y salí
para agradecer con el pensamiento que me hubieran salvado la vida.
¿Pero entonces
esas almas pueden ser descarnadas y asistir en pensamientos o con mano firme
a nuestro lado? Quien lo sabe. Alguien intervino: Pues ayuda constante y
sonante es muchas veces lo que se necesita. O Qué que tal una sonrisa. O la
escucha interesada en un asunto del que estamos preocupados.
Otro invitado comenzó
a hablar: Yo sí creo en la existencia de lo mucho inexplicable. Una vez en la
montaña un amigo con su padre se quedó en un refugio de láminas. Solo ellos
habían llegado al atardecer, y no era prudente intentar el regreso. Se durmieron sin problema a pesar del fuerte viento
que azotaba las paredes y la puerta del refugio que siempre estaba sin candados
ni asegurada para que pasaran los que necesitaran un descanso.
A media noche un
ruido de pasos los despertó y creyeron que otros alpinistas había llegado por
suerte para no perecer con el frío en la intemperie. Esperaron a oír que se abrieran
la puerta. Pero a esas horas era muy raro.
Se quedaron en la espera. como estaban muy cansados, ya no pusieron atención a
quien entrara. Simplemente oyeron varias
voces, risas, y el trajín normal de un grupo a su llegada al refugio que los salvaba.
A la mañana
siguiente se levantaron con el ánimo de saludar a quienes hubieran llegado. Pero
no había personas ni mochilas a la vista. Salieron y una serie de pasos
marcados en la nieve estaban alrededor del refugio. Ninguno en la puerta de
entrada. El silencio “que se oye” los abrumó. Compañeros de aventura que se
habían ido, permanecían posiblemente atrapados sin saberlo, en su ambiente cuando
estaban en vida. Por eso mi amigo y su padre dejaron cruces en la puerta del
refugio. Hicieron cada uno la señal de la cruz en su frente y emprendieron la
marcha.
Todos se
quedaron un momento con sus pensamientos y algunos imaginaron las cruces en
silencio.
La reunión
estaba por terminar, pero la dinámica que se había generado en el grupo por las
historias que cada uno había relatado formó un ambiente de respeto y
comprensión. Para continuar alguien dijo que la cuestión sobre las almas viejas
era conmovedora. En el sentido del alma que cada uno guardara, sobre su
existencia o no. De su estancia entre nosotros o de la repetición de vidas para
lograr la evolución de las personas y de la raza humana. Sin embargo; Su
exposición dio un giro respecto a la existencia de seres que conviven en la tierra,
pero no son de este planeta.
De acuerdo con
muchos testimonios hay fenómenos y vestigios inexplicables en las etapas de
desarrollo de diversas civilizaciones que se afirma, obedecen a un pacto para
dar conocimientos avanzados de poderosas tecnologías. Lo inquietante de tales
suposiciones es la intención para exacerbar las emociones negativas que sirven para
energizar la codicia de esos seres que manipulan a los humanos considerados
como una raza inferior.
Se dice que
existen seres marcados con algún dispositivo diminuto integrado como una señal particular
que les confiere cualidades especiales para el trato con sus semejantes y con
los seres terrestres. Adoptan una vida normal que regularmente es apreciada por
sus compañeros por su trato de empatía, carisma, y liderazgo. Regularmente
tienen excelentes resultados en sus tareas, y sus compañeros reconocen que hay
algo especial en ellos sin poder definirlo exactamente.
Estaría
interesante proponernos encontrar, si las personas que nos parecen extraordinarias
emiten señales “misteriosas”. Todos se
rieron de la ocurrencia. Pero las siguientes preguntas los puso a pensar: ¿Están
de acuerdo en algo que se llama intuición? La han usado alguna vez para encontrar
una respuesta? La sensación en cada uno de ellos sustituyó a sus pensamientos. En
algunos fue un cosquilleo que erizó su piel sin querer. En otros la emoción apareció
como una sonrisa. Dos o tres fruncieron el ceño tratando de parecer neutrales. Las
diversas reacciones que se presentaron en sus rostros precipitaron toda clase
de comentarios.
Hay señales intrigantes
que se encuentran en muchas partes de la tierra. Personajes públicos y personas
especiales muy cerca de nuestro corazón. Muchos de los enigmas por ejemplo de
las grandes construcciones antiguas se explicarían con el manejo de fenómenos tal
vez todavía por descubrirse. O ya son parte de conocimientos complejos que se
aplican en la eterna lucha por el poder y las desigualdades entre razas y
países desde siempre.
Pero las mismas
emociones que cada uno había manifestado podrían dejar en el aire el cuestionar;
Quien mentía. Quien era auténtico pero su origen era fuera del planeta tierra. Se
enmascaraba en otra personalidad o muy humano seguiría en la búsqueda racional
ante lo inexplicable y misterioso.
Personalmente, concluyó
la abuela: Es como ver en un espejo los ojos relucientes, negros y profundos de
alguien que te mira a través de un espejo. Yo he sentido ese brillo. Es un
espacio que en un instante se puede tragar hasta la luz y aprisionarla. En el
grupo se despertó de mil maneras el interés por hacer preguntas. Pero la fiesta
había terminado. El grupo se dispersó para reunirse con los suyos y despedirse del
pequeño festejado. Se llevaron consigo el testimonio del niño. Las incógnitas planteadas
de todas las edades. Y en resumen la certeza de que en principio; Estar vivo es
la respuesta.
P.D. Con todo
amor. ANEC….!