!VAMOS LUCY!

Ella había nacido en un lugar con esa cualidad de grandeza que la necesidad del comercio tiene que confrontar  en algún momento, con otro mundo lleno de cosas que confunden. Pero fue educada con la sabiduría de sus ancestros y el cobijo de la tierra madre como le llamaban a su suelo, a sus campos de cultivo y al horizonte más allá de sus montañas. Aprendió a sembrar café, frijol, maíz, calabazas y chayotes que junto con otras yerbas eran  el alimento sencillo que nutría a su cuerpo desde niña. Era afortunada, porque en otras comunidades los niños solamente comían quintoniles y quelites como desayuno, comida y cena, si bien les iba. Por eso cuando llegó la edad de empezar sus estudios pudo caminar las horas que requería llegar a la escuela rural en medio de la nada.
 
La escuela o mejor dicho los estudios, era una ambición que sus padres le habían inculcado para algún día salir de su pequeño pueblo y conocer otros modos de vida. Ganar dinero y formarse un futuro mejor. Escapar de juntarse con un muchacho que la mayoría de las veces tenía el vicio del alcohol y de manera primitiva, por puro instinto hasta la violencia, la embarazaría como a tantas niñas y muchachas les había sucedido.
 
Al principio ella no entendía bien lo que le decían. Su infancia era apacible obedeciendo a su madre y a su padre que le enseñaban con una inteligencia más abierta, el contraste que alcanzaban a ver según su propia experiencia si se quedaba con ellos en el pueblo o se animaba a aprovechar lo que ellos podían ofrecerle al vislumbrar otro destino.
 
Estudie “mija” ponga atención a sus maestros. Lea los libros que le prestan y entienda todo lo que ahí dice. Aquí en su casa está segura, pero no le vamos a durar toda la vida. Tiene que aprender a valerse por si misma. No se deje engañar de cualquier hombre. La van a burlar y de ribete tendrá que cargar con un hijo. No se crea de cuentos que la asusten. Sus abuelos y nosotros siempre estaremos a su lado. “Onde quera que usté vaya”. Eso que le quede muy claro. No importa si es lejos, tiene “juerzas paguantar” lo que le caiga. Ahí estaremos. no lo dude.
 
Poco a poco esas palabras se convirtieron en un eco que en sus vibraciones la empujó para terminar la primaria. Luego estudió la secundaria y llegó hasta el antepenúltimo semestre de la preparatoria, sorteando durante todo el camino los peligros de encuentros que la hubieran lastimado como le advirtieron su mamá y su papá que sin darse cuenta eran distintos y le enseñaron cosas diferentes.
 
Comprobó el cómo a muchas de sus compañeras, ni les permitían ir a la escuela. Les decía que para qué les serviría. Entre mucha ignorancia eran víctimas de  un abuso cobarde por sus propios parientes. Padres, tíos,  primos, hermanos las atacaban en un acto vil de embriaguez y salvajismo. Muchas tuvieron hijos o hasta se murieron por complicaciones de un embarazo con alto riesgo para niñas todavía en desarrollo.
 
La vivencia de esas cosas la alertó para cuidarse y apreciar sobremanera la bondad de otras familias que conservan sus valores ahí mismo paralelo a la barbarie. La fuerza y solidaridad para ayudarse. Como comunidad participaban en la construcción de viviendas. Labranza y cuidado de las siembras. Festejaban con gran júbilo la cosecha y repartían entre todas las semillas, los frutos, así como el resguardo para la nueva temporada de sembrar y abastecerse. Ella supo estar presente y atesoró la parte buena de su gente.
 
Sin embargo, llegó un tiempo en que las cosechas no alcanzaron. El mal pago a tanto esfuerzo de los agricultores obligó a mirar a otros lados para completar a penas su supervivencia. Se enteró que los precios se manejaban sin escrúpulos y a conveniencia de los que iban a comprar sus cosechas particularmente del café que su familia sembraba. Así que sus hermanas mayores aceptaron trabajos de servicio doméstico hasta la capital igual que otras mujeres de la comunidad.
 
Se arriesgaron a aprender en la gran ciudad a transportarse en el metro, autobuses y combis. Llegaban a casas en dónde les pagaban poco, pero comparado a nada no tenía más remedio que soportar otros abusos dentro de una discriminación flagrante por su aspecto indígena. Pero se aguantaban unos meses para juntar dinero y cooperar para el mantenimiento de la familia. Con la ilusión de poder regresar para la temporada de la cosecha y quedarse en su casa hasta otro ciclo de la siembra que era el único medio que tenían para continuar con su vida.
 
En muchas ocasiones llegaban a contar de mujeres conocidas que eran encerradas toda la semana sin descanso y al final las dejaban ir sin pago. Las echaban a la calle sin más. Si bien les iba, lograban comunicarse y entre ellas se ayudaban para quedarse en un cuarto que alquilaban hasta reunir el dinero para pagar el pasaje de regreso al pueblo. Tenían que hacer un gran esfuerzo por ahorrar porque el pasaje era caro. A veces lo que ganaban en un mes, apenas alcanzaba para pagar un solo boleto. De las compañers que nadie se enteraba, hasta la piel se les ponía chinita de imaginar que ninguna persona les ayudara y se perdieran para siempre.
 
Ellas a pesar de todo pensaban que tenían suerte. Volvían a la casa en las temporadas de cosecha del café que seguía sembrando la familia. Le contaban de todo esto y en una ocasión la animaron para turnarse el trabajo y que conociera la capital, porque sus “patrones” eran comprensivos y les daban permiso de que cualquiera de ellas sustituyera a su hermana para que pudiera ir al pueblo y ayudar a sus padres en las tareas del campo cuando fuera necesario.
 
Con todas esas experiencias también le recordaban que como ella y su hermanita menor habían estudiado. Pensara en terminar su preparatoria. Su hermana menor ya lo había hecho. Y todas estaban atentas para ver que pudieran tener una mejor oportunidad de vida. La hacían reflexionar un poco, pero aceptó un día el intercambio y se fue a la capital con una de ellas.
 
Empezó entonces otra etapa de trabajo. Pudo comprarse un teléfono celular y sabía muy bien usarlo. Se dio cuenta de otro mundo de concreto. Multitudes que corrían y se empujaban sin consideración para ninguno. Se adaptó pronto a ir y venir, pero se preguntaba si por la materia que había reprobado y que le desanimó a concluir su preparatoria estaría siempre en desventaja allá en su tierra y acá en una ciudad tan indiferente a sus ilusiones.
 
Ella había estudiado, pero le faltó un semestre para terminar la prepa… Quería conocer países y lugares que veía en la internet. Sabía que hay gente que la quería. Tenía muy presente que a su hermano hombre, como señalaba, le habían apoyado en la comunidad para enviarlo a la frontera a estudiar con todos sus gastos pagados. ¡Ya era médico! Regresaba al pueblo para mostrar que sí se podía progresar. Ella en el fondo no entendía esto. porqué se daba preferencia a los muchachos. .Pero un encuentro inesperado la hizo recapacitar.
 
Una vez ella conoció a  una mujer joven. La encontró de camino a su trabajo. Parecía perdida entre las calles y le solicitó que la orientara para llegar a una dirección. Platicaron mientras llegaban al destino que estaba en la vía hacia dónde ella se dirigía. La persona le hizo notar que tenía que terminar sus estudios. Emprender nuevamente el camino para lograr un cambio en su vida. Que el querer superarse dependía de ella misma. Aún que su esfuerzo tuviera que ser enorme.
 
Dejar a un lado sus estudios era una inversión desperdiciada. El tiempo corre y se daría cuenta que siendo mayor se limitarían sus oportunidades. Ella tenía dones que no todos poseían. Se habían puesto en sus manos cualidades de inteligencia para ser aprovechadas. Qué se diría al final de su existencia si dejaba enterrados esos dones. O que, sabiendo, dejara desperdiciar su capacidad de darse cuenta de que era digna de obtener lo que deseara. Nadie; le había dicho esa persona, puede estudiar por ti,y apropiarse del conocimiento.
 
¿Si yo pudiera aprender por ti y entregarte un diploma para ejercer una tarea, te convendría?  Ella con una gran sonrisa contestó que no. Era imposible. Estaba claro que si quería obtener una habilidad sólo ella tenía que adiestrarse para aprenderla.
 
Romper los cuentos de hadas igual que las historias de terror era necesario. El primer paso le propuso:  Decide lo que quieres.  ¿Cómo vas a encontrar ayuda si no sabes hacia dónde te diriges? Para el que no sabe a qué puerto quiere llegar, ningún viento es favorable.  Tienes ahora una primera tarea. Decidir lo que quieres. Le había dicho: Piensa en cinco años en dónde quieres estar. Qué trabajo estarás haciendo. En qué situación te ves.
 
No es la fecha ni un dato lo importante, sino tu deseo de enfocar lo que quieres que suceda.
 
El final se construye cada día. ¿Me explico?  Visualiza el paso de ésos cinco años que te propongo. Pero con las acciones diarias que tienes que realizar. El logro, la meta o el objetivo, no aparecen de repente. Se construyen día a día. Es decir; Se les da forma como un pedazo de barro que se tiene entre los dedos, y que se va moldeando hasta conseguir una pieza que tenemos en mente pero que se construye con las manos.  
 
Además; Tú sabes que no estás sola. Cuando fijes tu objetivo con un gran deseo de lograrlo, te llegará la ayuda necesaria. Tal vez alguien te dé la información que necesitas. Te orientará para encontrar alternativas.  Te llegarán diferentes recursos y apoyo que sabrás elegir. Si estás atenta a seguir las enseñanzas que con tanto amor te dieron tu madre, tu papá, tus abuelos y las personas de tu comunidad que siguen sus tradiciones con inteligencia para respaldarte. Aún que no estén presentes junto a ti, pero siempre en tus pensamientos como te aseguró tu padre. 
 
 Ella le dijo que ya habían llegado a donde trabjaba. Que siguiera derecho y a la segunda cuadra se encontraba la dirección que buscaba.
 
Aquella persona le agradeció su compañía y se puso en marcha. volteó con un gesto de entusiasmo levantó el brazo, y gritó:  ¡Vamos Lucy!  Está en tus manos!. y desapareció en la distancia. 

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