VESTIGIOS HUMANOS

Al fin llegó el día que se tenía planeado. La agenda señaló la fecha para que el grupo de amigos pudiera reunirse. Compartirían sus ideas sustentadas de manera formal o de opinión pública sobre un tema que le resultara provocador. Habían acordado que solamente una persona expondría. De igual manera, solamente uno podría hacer la pregunta que formularía para capturar el interés de todos.

En el sorteo previo les tocó iniciar el círculo a: Bernardo, quien tendría la palabra. Amaury sería el interlocutor principal. El ambiente era muy animado al recordar que estarían dispuestos a escuchar a cada uno a su ritmo y procurar sacar el mejor provecho del intercambio de opiniones. Así que comenzó la plática:

-Utilizar el vocablo vestigio, que de acuerdo con el diccionario significa; Señal o huella de algo o alguien que ha pasado o desaparecido, pareciera ser un título inadecuado para revisar una situación actual. Sin embargo, al observar casas, habitaciones, lugares privados, pero sobre todo el comportamiento de las personas implica una cuestión sumamente interesante:

Algunos ambientes se pueden “cortar” de tan densos y estresantes. En otros el aire es ligero y alegre. En unos, la tranquilidad está ausente y no se puede estar ni siquiera cómodo para darse un descanso. El tema puede pasar desapercibido o sorprendente. Sólo hay que poner atención. ¿A qué se pueden atribuir los contrastes que percibimos y que son tan cotidianos?

Bernardo enfatizó su idea: Al paso de lo Inhumano hacia lo Humano o viceversa. De lo Humano hacia lo Inhumano.

El tema se me ocurrió como resultado de una conversación en dónde se discutía sobre el posible origen del “mal”. Una amiga particularmente tuvo una reacción espontánea de pesar, que nos impactó a muchos. Se mencionó que la gente puede presentar una tendencia hacia el mal interpretado como todo un proceso de deshumanización. Sobre todo, como mostraban los estudios que partieron de la selección de personas que como se dice coloquialmente; Eran personas con excelentes cualidades en todos aspectos. Ella no lo podía creer y le afectó mucho el sólo imaginar que las personas “se puedan volver malas”.

Realmente la idea resulta inquietante. Existen muchas ideas, diferentes puntos de vista. Pero hay varios factores interesantes. Se puede enfocar al entorno personal como el generador de un estado de ánimo. En sus lugares y espacios la persona manifiesta de muchas maneras el cómo percibe a sí mismo, y al mundo que lo rodea. Entre la persona y sus lugares, se genera una dinámica llena de creencias y significados. Es decir; El ambiente en que nos encontramos por creación propia, influye comportamientos que pueden pasar desapercibidos pero que constituyen lo “normal” en el cómo la persona se acostumbra a vincularse con el lugar que tiene para dormir, descansar, leer, estudiar, tomar sus alimentos y especialmente para ser consciente de su identidad, en interacción con el entorno donde transcurre su vida diaria.

Puede decirse que se forma una especie de vínculo emocional con cada habitación o cosa que es propia. muestra parte del valor material o de sentimientos que la persona le confiere. Posiblemente se recuerde, lo mucho que alguien aprecia alguna joya, mueble, adorno etc. que ha adquirido, le han regalado o le ha sido heredado, y en dónde lo tiene guardado, o a la vista, en ese territorio muy personal. Casi siempre lo que se aprecia, se lo coloca en un lugar especial que corresponde a su significado. Sirve para reanimar con sólo mirarlo. Ilumina a nuestro parecer los lugares y las cosas. Transforma con agrado nuestro espacio y nos reconforta.

Es importante señalar el cómo todo esto llega a ser percibido por las visitas y no se pasa por alto al ser objeto de halagos para expresar lo bonito que se siente estar ahí rodeado de cosas bellas. En un ambiente amable. Por el contrario; Se puede también pensar en lugares en los cuales las cosas y las personas resultan desagradables. Se perciben como pesados, opacos. Recuerdan conflictos. producen rechazo. Son motivo de inquietud, y si hay oportunidad, se evaden. Se desechan o se cambian.

Lo interesante es que una persona es la que en un momento acomoda o desordena esos lugares y cosas. De acuerdo con la percepción de su mundo y de lo que lo forma poniendo “su toque”. Ese toque de personalidad también se lleva hacia ámbitos más amplios. Normalmente se pone atención a lo que nos interesa, le atribuimos valor material o sentimental, a lo que consideramos nuestro. Inclusive cada uno sabe dentro de “su desorden” en donde encontrar cualquier cosa. A veces es molesto que otro limpie, o reacomode, porque no sabe que en ese aparente lío todo está en su lugar a la conveniencia de su dueño.

Es importante señalar que a partir de toda esta dinámica se desarrollan conductas que van desde lo Humano hacia lo Inhumano. Sobre todo, puntualicemos, en la compleja percepción de pertenencia que implique a una persona. Eso es un punto de atención crucial. Las personas no son propiedades. Si es que alguien las percibe de esa manera, seguramente enfrentará conflictos muy fuertes hasta que se dé cuenta que las cosas, los espacios, los lugares, son susceptibles de modificarse a su gusto. Pero no así los individuos. La persona puede modificarse en un contexto muy particular de liberación con decisiones propias. Con el marco de referencia de los aspectos que necesite resolver, en lugares y entornos específicos.

La imposición de cambios sin atender ésta notable diferencia puede generar ambientes en dónde las “energías negativas”. Llamemos así, a lo que se entiende como influencias que apagan el ánimo, deforman la sensibilidad hacia la vida en sus diversas manifestaciones. Dan lugar para ocultar los Vestigios Humanos que hoy nos interesan. Son el resultado adverso a la armonía. Al equilibrio. Obstaculizan, dificultan e interrumpen la sensación de bienestar. En general llamemos energías negativas, a las que promueven los comportamientos Inhumanos que responden a la mera supervivencia o instinto animal.

Por el contrario; Las “energías positivas” facilitan las cualidades inherentes a la vida. Reaniman. Alegran. Favorecen el equilibrio, transmiten entusiasmo y amor. Podemos ampliar grandemente estos conceptos dado que cada persona interpreta de una manera más o menos detallada lo que considera positivo o negativo de acuerdo con su experiencia, y a sus creencias.

En este sentido; Es posible afirmar que, al profundizar en el origen de los cambios de comportamiento Inhumano hacia Humano, el entorno en el que se encuentra una persona por creación propia o por la dinámica social, desde los núcleos familiares, hasta los sistemas que conforman estructuras mayores, interactúan para generar las influencias positivas o negativas que preservan o degradan la conciencia de su ser.

Amaury levantó la mano. Tengo una pregunta que me inquieta hace tiempo y que por lo que he escuchado hasta ahora, debo plantear.

Adelante; Animó Bernardo. Veremos que podemos aportar para responderla.

En cierta ocasión asistí a una plática en dónde el punto de partida era que: la persona que sufre de temor e ira intensifica sus energías negativas como una forma de hacerse notar. Construye ambientes y enemigos en los otros para no tener que enfrentar la presencia del “mal” en sí mismo.

 

¡Vaya! Aquí tenemos La gran cuestión. contestó sorprendido Bernardo. Hablar del “mal”, energías negativas, y cómo se interrelacionan para dar por resultado un comportamiento inhumano es el gran tema. Tú has puesto con esa inquietud una pregunta en nombre de una gran mayoría. El “mal” se detona con la indiferencia o con el desconocimiento hacia uno mismo. Con la indolencia hacia todo y hacia todos. El gado último de la insensibilidad hacia la vida es devastador. Se ha dicho que hay una cierta tendencia hacia la inhumanidad por causa de factores internos y externos interrelacionados que en ciertos momentos se interpretan como desamor. El que tú llamaste enfrentamiento del mal en sí mismo es parte de la personalidad individual y colectiva que los hallazgos de la comunidad profesional dedicada a esos estudios han descrito desde diversas perspectivas.

La propuesta es que se puede reorientar la tendencia hacia el “mal” desde el aspecto de la Conciencia de sí mismo en la identidad con un modelo más allá de las limitaciones que la persona se impone, o permite que le influya. Se puede contener y mantener a raya, dicha tendencia, al rescatar el aprecio y consideración de tu espacio personal como inicio. De tú comportamiento considerado y respetuoso hacia el otro. Con las creencias de merecimiento, amor, confianza, valores y un sinfín de percepciones con la intención de que no perder la esencia que distingue al ser humano.

En mi devenir personal, puedo asegurar que la insensibilidad hacia los semejantes, el desprecio por las cosas y lugares en dónde se pasa el tiempo en lo más cercano que es la casa o la habitación individual es el principio del fin. Apegarse al “mal” o energías negativas, podría decirse que sucede “casi” de forma desapercibida. Digo casi, porque he preguntado; Porqué o para qué se descuidan los lugares que se dice querer. Porqué y para que se margina o denigra a la persona que se dice amar. Las respuestas son sorprendentes. Son muchas veces mecanismos de defensa tal vez en la forma que tú has cuestionado para no verse a sí mismo, en infinidad de espejos.

La tolerancia hacia el “mal” lenta pero inexorablemente convierte un entorno vital en un panorama tan opaco, que la obscuridad se hace dueña para cubrir todos los sentidos. Hay que darse cuenta de que la negligencia, la inacción, el desorden, son un campo de cultivo para el mal. Lo que no se compone. Las cosas rotas e inservibles que se acumulan convierten al desgano en compañía. En esta perspectiva no hacer algo positivo para encontrar como limpiar, regalar lo que no se usa, tirar a la basura lo que no sirve y demás son disparadores del llamado mal y de las energías negativas.

Otro factor de suma importancia es Despersonalizar. La indolencia con un trato ajeno hacia las personas es no verse a sí mismo en la presencia de otro, ni reconocer los espacios comunes. Se pierde la identidad con lo humano, y el sentido superior de humanidad. La irresponsabilidad hacia un compromiso personal o colectivo se enmascara para no ver de frente lo que se provoca solapado por la muchedumbre sin identidad. Se ha comprobado que esto permite una tendencia que deshumaniza y acepta la tolerancia para la crueldad.

Es determinante en la deshumanización que, al pretender no ser responsable, se pierde la conexión con el amor y la conciencia de ser. La inacción evade la toma de decisiones y el correr riesgos para lograr una vida en principio satisfactoria, tranquila y más, con el ideal de felicidad y de plenitud que también es complicado de entender en un acuerdo común. Pero de primera importancia para uno mismo.

Peor aún se vuelve como una costra que impide sensibilizar el trato hacia la persona y solapar toda clase de abusos. Se asumen comportamientos inhumanos hacia todo. Sin identidad, sin conciencia y paralizada la acción, el llamado mal, sé vuelve parte de la normalidad que deforma desde los sistemas más pequeños hasta los sistemas más amplios de convivencia. La indiferencia crece y se convierte en un estado “natural” para desaparecer los vestigios humanos.

Se pone en evidencia que al parecer cada vez es más complicado encontrar señales de humanidad en una especie destinada a ser líder para sí misma, y no destruir lo que existe por un motivo superior. Se ha estudiado el cómo al diluir la responsabilidad se causa el maltrato hacia otros. El deshumanizar a las personas distorsiona la visión para ejercer castigos denigrantes. El seguir reglas de grupo socavan la habilidad de respuesta humana. Insensibiliza los actos y se desencadenan toda clase de comportamientos negativos hacia la vida.

Efectivamente es un tema muy complejo. Pero de importancia definitiva. Persiste como un desafío para todos. La buena noticia es que: La conciencia fundamentalmente puede organizarse en nuevos patrones y diseños. El hacer un esfuerzo para darse cuenta de lo valioso que hay en la vida y retomar un sentido para reconstruir lo que resulta insatisfactorio, es una capacidad clave del ser humano. ¿Pueden pensar si hay otra especie que se permita rehacer, recrear, resurgir como individuo y colectivamente??

Vamos a ser humildes para afirmar que no. Hay patrones sumamente inteligentes para mantener y transformar los mecanismos de la vida. Como por ejemplo en los minerales, los vegetales, y los animales.  En estas categorías se sigue en un “comportamiento” sobre las bases de reacciones químicas y físicas, de herencia, de instinto. Se recrean bajo los límites de la naturaleza de sus sistemas.

El ser humano tiene la capacidad de trascender ciertos límites. Con mayor conocimiento; Estudio; Uso de su mente, y Conciencia de sí mismo. Cada una de esas áreas ¡Son perfectibles! Pueden modificarse. Está en su voluntad, imaginación, deseo, esperanza y muchas otros sentimientos y emociones, la fuerza para emprender su cambio y el cambio que necesita para rescatar los “vestigios humanos” que le pertenecen de una manera incomparable.

Desconozco si estas afirmaciones hayan respondido en algo tú inquietud. ¡Pero si les han producido una “ampliación de sus dudas” y muchas más preguntas inquietantes, es excelente! En la medida que cada uno se atreva a plantear más preguntas, ya tendremos campo de acción para indagar más profundo hasta llegar a lo que nos mueva, y traspasar el estado confortable que nos inmoviliza para entender algo valioso y actuar en consecuencia. Este mundo se forma por la acción. El individuo se transforma actuando de diferentes maneras.

Amaury agradeció la explicación. Añadió que estaba de acuerdo. Me he propuesto dijo; Nunca creer a quien recita toda clase de teorías, pero no las pone en práctica. Me quedo con que las vivencias, la experiencia, aún que sea como método de prueba y error es una buena manera de moverse hacia uno mismo Se necesita desempolvar la mente para distinguir con claridad la diferencia entre lo humano e inhumano y estar alerta. Aprender sobre la marcha aún que haya tropiezos.

Me gusta la idea de indagar como “arqueólogo” para encontrar los vestigios humanos que me forman. Las caras de todo el grupo se iluminaron con alegría. Empezamos la tertulia más relajados pero satisfechos de habernos probado que tenemos temas comunes muy interesantes. Sobre todo, como había quedado claro; Un desafío que cada uno debería tomar para retarse a sí mismo en primer lugar, y emprender las acciones en su propio terreno.


UN MISTERIO A LA VISTA

Llegamos muy de mañana a ese recinto. La emoción por conocer un ritual tan antiguo llenaba la imaginación con toda clase de sensaciones. La ruta había sido larga, y después de cruzar el pesado tráfico de la ciudad, la vista de los grandes portones apareció con la expectativa de que había detrás.
 
Eran unas puertas altas, de hierro forjado con incrustaciones de madera que se abrieron para dar paso al vehículo que nos transportaba. El chofer estacionó el auto en un gran patio que era la antesala para llegar a otra puerta más pequeña pero que parecía mucho más fuerte. Cuando estuvimos al frente de ésta tocamos una campana colocada en el pórtico. No pasó mucho tiempo para que con suavidad apareciera la persona que nos había invitado a participar de aquella experiencia de silencio.
 
Nos hizo pasar y empezó a guiarnos con un acuerdo tácito para bajar la voz. Contemplamos con detalle una serie de construcciones rústicas distribuidas alrededor de un jardín que mostraba el esmero en su cuidado. Tenía caminitos bordeados de macizos de flores. Árboles frutales y de frondas adornadas con las bellas flores blancas de magnolias que perfumaban el ambiente apacible del lugar.
 
En un instante el recuerdo del ruido, bullicio y hasta de la emoción contenida quedaron en calma bajo un manto de tranquilidad. De vez en cuando pasaba una persona por los corredores que se vislumbraban más adentro. Pero como un velo que encajaba sin alterar el conjunto que nos invitaba a ser parte de la armonía sin hablar.
 
Desde la primera impresión permanecer calladas parecía ser el lenguaje mejor entendido. Con un murmullo se nos asignó una sencilla habitación y la persona se alejó haciendo una sutil reverencia. En una mesita encontramos el programa que habríamos de seguir durante nuestra estancia que solamente tendría la duración de ese día. Afortunadamente habíamos acordado con anterioridad que cada una viviría a su manera la experiencia y desde ese momento “en buen plan nos separamos” para reconocer a solas el significado de todo aquello.
 
A la una de la tarde como estaba previsto sono la campana que llamaba para la hora de la comida. Al abrir la puerta de la habitación inició una travesía misteriosa. Si bien había personas caminando rumbo al comedor sólo se escuchaban los pasos ligeros de todos. En el jardín brillaba el día. La vida seguía activa en ese mundo dentro de otro mundo sin interferencia.
 
El comedor tenía una larga mesa con sillas en donde elegimos dónde sentarnos. Se veían rostros que pasaban sin detenerse en otros, para contemplar el techo atravesado por vigas de madera. Unos vitrales de colores, que dejaban pasar la luz como un arcoíris iluminaban la estancia. En un momento comenzó el servicio con una sopa caliente muy buena. Había cestas con pan y jarras con agua. El guisado era en verdad exquisito, y el postre fue de lo más especial, porque se reservó para la salida.
 
 Es decir que cuando todos terminamos la comida se nos indicó salir al jardín que en la parte posterior era mucho más grande. Había bancas entre los árboles que podríamos utilizar para tomar el caramelo que nos obsequiaban. Un dulce de tamarindo en forma de gallito. Muy bien hecho con su cresta picuda sobre la cabeza.
 
Con esa sorpresa nos fuimos distribuyendo en solitario puesto que la regla principal era permanecer en silencio “con nosotros mismos como compañía” En ese momento sin saber cómo vino a mi mente una imagen envuelta en un vestido blanco con un listón azul alrededor de la cintura. Estaba colocada en una gruta de piedra negra con varias capas espesas que cubrían un poco la entrada. Había una fila larga de personas que caminaban tocando las paredes a paso lento y con la vista emocionada para enfocar en el fondo la figura que resplandecía con la luz de infinidad de llamas de las velas que muchos encendían para dejarlas al pie de la cornisa en donde se encontraba.
 
 La visión resultó extraña, pero el ambiente que rodeaba ese peregrinar era semejante al silencio que con deleite saboreaba transportada con el caramelo que me habían regalado.
Lo más sorprendente fue ver las miradas conmovidas de tanta gente que en su soledad seguramente hacía una oración para clamar ayuda. Para conectarse con una fuerza superior que salía de lo profundo de su ser para mirar de frente a la esperanza que se necesita en un momento crítico desde muchos sentidos.
 
Cada persona se acompañaba de sí mismo para recuperar la paz que había perdido y que se siente tan abundante en un lugar de comunión con algo o alguien inefable. La sensación de encontrar una respuesta era compartida.
 
Mis pensamientos se centraron en el sentimiento colectivo que llena de energía humanitaria a muchos lugares que favorecen por tradición los encuentros para confirmar que nunca se está solo. Que hay en  nosotros mismos la identidad única que se adivina y que parece perdida.  La creencia personal sobrepasa la fama que por un motivo específico se adjudica a un espacio. Pero motiva el peregrinar, con el deseo del encuentro inicial y final con ese Ser que permanece oculto.  Realmente existe una necesidad de encontrar una solución para algo que se entiende o mejor se intuye que está fuera del alcance de los sentidos pero que se ha evocado en todos los tiempos, en diversas situaciones, con la seguridad de que existe. Que es un respaldo seguro de ese yo mismo.
 
Reviví viajes y visitas similares que se revelaron con la energía acumulada por las personas que deambulan hacia algún punto en particular. Se concentra para irradiarse luego al encender las velas que llevan, y que se convierten en el interlocutor de sus peticiones y búsquedas. Al alejarse en diferentes direcciones, se expande con la renovación de sus creencias y un anhelo que los unifica.
 
 Para eso se han edificado construcciones de todo tipo en dónde se deposita la propia convicción de lo supremo. Estupas, pagodas, columnas imponentes coronadas por círculos o pirámides esparcidas por todo el mundo, que concentran el silencio más profundo y poderoso.
 
Enclavadas en la selva, en medio del océano, un río o un lago. En un punto diminuto de extensos desiertos y cordilleras. Trasmutando los elementos que conforma a cada individuo y a toda la creación. Para lograr la identidad única del que acude solo y se agrupa por la atracción misteriosa que lo atrapa para que al final se libere de las cargas que lo agobian y se caigan los velos que dificultan su visión.
 
Con la mirada perdida en el horizonte la mente recorrió escenas de ensueño. Hombres y mujeres vestidos con túnicas amarillas y anaranjadas en países de suma pobreza. Indumentarias albas y obscuras con sellos que los hacían lucir diferentes en apariencia. Habitantes de ciudades prósperas o en desarrollo que con murmullos y/o sonidos estridentes realizan rituales de todo tipo. Para honrar a los que se han ido o para celebrar una espera en el futuro pero que el mismo misterio exige acciones en el presente.
 
Con la llamada de una campanita triple se puso fin al reencuentro.  No pudimos imaginar que la invitación que recibimos superara el alcance de nuestra experiencia con la aceptación, en principio, de hacer un viaje a solas, no obstante, el estar con otras personas que anhelaban posiblemente el mismo destino.
 
Coincidimos en que el silencio es más elocuente como un lenguaje común, no importa en dónde te encuentres. Para  comunicar todo concentrando tu atención.  Es un misterio a la vista. Pero increíblemente permanece inútil por la simplicidad con que se presenta. Cerrar la boca. Abrir la mente.
 
Comulgar con uno mismo fue el resumen que con prisa generó el deseo de; ¡Correr a contarlo! ¿¡Qué paradoja tan común e inexplicable!?  Es como ver una llave en la cerradura de un cofre para abrirlo. Pero que es más fácil de enterrar para seguir buscando el misterio que encierra y buscar una vez más.

PARTIR

He tenido tanto tiempo, sin mucho esfuerzo de mi parte, que  me he preguntado muchas veces para qué elegí venir. Es cierto que ha sido un recorrido bueno. Podría decir que Muy bueno. Mis padres se dedicaron totalmente a mi educación. Tuve el cuidado de una nana y siempre se me ofrecieron opciones para buscar cuál era el camino que quería seguir. No obstante, reconozco que como nada me entusiasmaba con esa hambre de realizar un sueño como tantas veces he escuchado de otros, igual participé en clases de danza, equitación, y muchas actividades recreativas, nada más porque sí. 
 
También pude elegir una carrera.  Pero estudié porque tuve la oportunidad. Nunca fue algo importante para desarrollarme profesionalmente. Es más, en mi época laboral, cuando se me propuso realizar otras funciones acepté con tal de ya no ejercer lo que sabía. Preferí aprender otras tareas para quitarme de un puesto que obtuve por la carrera que nunca me gustó.
 
Todos los recuerdos ahora que los quieres traer a mi mente, están regados sin orden en muchas etapas de mi vida. Puedo con mucha facilidad visualizar mi pasado y estar, por ejemplo; En la iglesia en dónde mi nana, a escondidas de mis padres, me llevó para hacer la primera comunión. Ella era muy devota. Con muy buena intención me contó de santos y rituales que para mí no significaron algo. El haber ido a una escuela  privada durante mi primera infancia fue suficiente para aborrecer los castigos y amenazas de un sufrimiento eterno que ni me podía imaginar, gracias a la buena vida que llevaba.
 
De manera que el temor con que intentaron doblegar mi desobediencia a las reglas del colegio para aceptar creencias obligadas por el miedo al infierno o a lastimar el corazón de santos fue inútil. Me sirvió sin embargo para nunca más creer en lo que ellas decían. Me parecía en cambio que lo hacían para mantener a sus alumnas como un rebaño sumiso, pacíficamente en un corralito fácilmente manejable. Eso lo entendí más tarde y definitivamente esa visión quedó fuera para dirigir mi vida. Reafirmé sin embargo a un grandioso Maestro de maestros que ilumina desde siempre mi existir.
 
Reforzado todo esto por las enseñanzas de mi padre que me dio muchos libros a leer para que abriera los ojos desde muy pequeña, hacia otros horizontes de un misticismo diferente que pugnaba por el ejercicio de la libertad personal sobre comportamientos de rectitud hacia mi misma y hacia los demás.
 
Así que, a pesar de los  fallidos deseos de mi nana, le agradezco el haberme llevado ese día, porque me causó un sentimiento de haber dado como un salto cuántico hacia otra dimensión espiritual que nada tuvo que ver con el ritual que se realizaba en la escuela, ni  con la gente que pretendió asustarme. Pero me hizo sentir todavía más libre de los métodos de castigo, y de las imposiciones sin razón.  
 
En mi edad adolescente sucedieron muchas cosas maravillosas. Aún que me quedó un poco cierto sentimiento de abandono,  o quizas de no aceptación. Mi madre procuró una disciplina para lo que yo tenía que hacer. A su manera me hizo relacionarme con un medio de personas con posibilidades económicas en dónde aprecié mucho los vestidos y la apariencia. Creo yo que no como para competir sino de algo que era normal  en ese contexto para “estar bien”. Ese mundo no me  hizo ver  contrastes, ni tuve la necesidad de comparar con otros más o menos afortunados. Lo social; Entendido por el ambiente de familia, imagen, nivel de jerarquía en el trabajo, y posición económica fueron algo que formó mi entorno de manera natural.
 
No recuerdo sin embargo, sí de verdad me pasó inadvertido o quizás en un momento me dejé llevar para creer que era merecedora de todo aquello sin pensar. Gastaba dinero, tenía amistades que me invitaban a paseos ahora veo exclusivos, pero para mí no fueron motivo de marginar a otros. Al contrario, se me enseñó que las personas que hacían los servicios debían ser tratadas con respeto.
 
Así transcurrió el tiempo de juventud con infinidad de gustos, sin problema. En unas vacaciones  fuí al extranjero. Ese recuerdo lo tengo especialmente grabado en mi mente. Me invitó una pareja amiga que no tenía hijos así que me asignaron con mucho cariño por su cuenta ese lugar. Eran dueños de un navío. Una vez salimos a navegar y hubo tormenta. Yo como siempre iba a disfrutar de todo sin advertir ni peligros ni obligaciones. El papá de esa familia se encargó de preparar el viaje y el día era !Radiante!
 
Supongo que hubo cambios de clima que él observó. Nos advirtió estar preparadas. En un momento estábamos en medio de una lluvia torrencial. El viento desplegaba con mucha fuerza las velas. Nos dijo que agarráramos fuerte un mástil. Las olas golpeaban por todos lados y el movimiento del velero se tornó peligroso. Podríamos salir disparados hacia el agua, con el mar picado que rugía crispando las olas a nuestro alrededor.
 
¡Para mí ésa experiencia ha sido una de las más emocionantes y agradables! Revivo el escenario con toda clase de sensaciones de estar en otro mundo. Admirando a la naturaleza, que hasta la fecha me conmueve profundamente, hasta las lágrimas, con el sentimiento de ser parte de ella. ¡Ahí sí como la comunión con el universo entero! No hay terror ni sobresaltos. Es un lugar seguro. Si por fuera es atemorizante o espantoso para mí es energía desbordada que me ampara. No me solté del mástil, pero no por miedo.
 
Estaba como en un transe que cada vez que lo rememoro me da paz y mucha alegría. Tanto, que después de esa aventura de regreso con la pareja mi familia temporal, ya no quise pensar en el fin de las vacaciones. Si se hubiera dado, con gusto no habría regresado con mis padres a mi país. Me querían tanto en las dos partes que era fácil pensar en la estancia con unos o con otros Claro, después se da uno cuenta que no es lo mismo. Agradezco por lo tanto lo que pude disfrutar, pero mi padre y mi madre son sagrados.
 
¡Ah! Ahora viene a mi memoria que hubo un tiempo en que la timidez la tuve a flor de piel. Me gustaba mucho estar escondida. Si había visitas en casa me ponía detrás de las cortinas o los muebles. Escuchaba las voces de la reunión, pero prefería estar fuera de la vista de todos. Nadie lo hubiera creído puesto que mi madre era muy sociable. Asistía regularmente con sus amigas. Se divertían jugando y platicaban de todo y de todos. Nunca supe el porqué yo me escondía. Fui a terapia. Tomé cursos. Medité de muchas formas. Desconozco si muy adentro no lograron salir a mi conciencia los sentimientos de rechazo, soledad, o abandono. Ahora lo puedo ver con más calma. Pero si así hubiera sido, no fueron obstáculo para mis propias convivencias.
 
¡Tuve muchos admiradores! Te puedo decir que, de colores, y variedad de nacionalidades. Mi mejor amigo de raza negra. Por supuesto era un escándalo. A mi no me importaba el que dirán. Más bien ni lo pensaba. Otra vez para variar, marginar a alguien de mi agrado no estaba en mis costumbres. Convivir era lo importante. Como tampoco había la crítica o comparación en mi casa para mi era natural. Me relacionaba con seres humanos. Si fui mal vista, o perdí algo ni me acuerdo. Me da gusto que así haya sido. Realmente crecí en un ambiente de aceptación.
 
Te he contado en muchas ocasiones que tuve la fortuna de ser "adoptada" por otra familia. Ellos han sido un complemento maravilloso durante toda mi vida. Me dieron hermanos y hermanas entrañables. Me mostraron ejemplos de generosidad. En tiempos de luto, de abundancia, de dificultades o de alegría. Su afecto es sincero. Son de un pueblo elegido. Me aceptaron como iguales. Muchas de esas hermanas y hermanos ya se han ido. Las extraño tanto! Me dieron lecciones de afecto y solidaridad innumerables. Con ellos he vivido cuentos de hadas. Pero también narraciones tristes y de resignación que no entendí, pero respeto. Se han ido como ejemplos de confianza. De tranquilidad ante lo inevitable. Prepararon hasta el mínimo detalle de su despedida y se cumplió cada rito en su esperanza. Muy diferente, pero con una convicción imperturbable.
 
¡Cuando escucho en estos tiempos de segregación por características “diferentes” me pregunto a que se deben!  Puede ser el mundo grande, pero se ha hecho pequeño tan rápido que más valdría estar unidos para tratarnos bien, cuidar en dónde estamos y ser observadores respetuosos de esas diferencias. No me gusta hoy enterarme de tragedias, y desmanes. Sé que desafortunadamente existen. Pero a mi edad es un deber cuidarme para no estar de estorbo como he llegado a escuchar de la gente que desprecia a los ancianos. Sólo me queda hacer oración por ellos que no han tenido las bendiciones que a mí me colman.
 
Bueno, continúo. La cuestión de ser esposa, la rehuí a toda costa. Considero que tener un hijo o hija es una gran responsabilidad. No me sentí con la suficiente fuerza, compromiso ni paciencia. Se oye duro, pero es mi realidad. Orientar el desarrollo de una conciencia humana para mi es abrumador. Amo a los bebés y a los niños. Pero de lejos fue mejor. Mi instinto materno no fue indispensable. Conocí de muchas historias de mal trato a la pareja. De relaciones por pura hormona como dicen. Eso es denigrante. En mi posición de privilegio pude decidir librarme de tales experiencias y no me pesa.
 
Me salvé de los prejuicios para las “solteronas amargadas” como se decía en mi época. Pero antes y ahora mismo se puede elegir por cuenta propia y no por la presión de la sociedad de tantas caras que ha sido siempre hipócrita para hacer a modo lo que le conviene. Como si fueran modas se usaban las dobles y triples vidas.
 
Lo que es permitido o se ve mal se dictaba con una máscara de crítica moralista para señalar y enjuiciar sin ton ni son. De eso estoy segura. Me consta que en aquellos tiempos y desconozco si ahora mismo, se sometían al mejor postor. Me desagrada mucho que la gente enarbole valores a su conveniencia. Por eso no los tomé en cuenta y me quedé para "vestir santos", o lo que les ocurriera vociferar para ofender  y señalar como verguenza. A mí no afectó. Hice lo que a mí me convenía y listo.
 
Como ves, mi crianza sigue vigente y me hace estar orgullosa con todos mis años a cuestas. ¡Ah! que conste que ya son muchos! Pero sigo aquí y ni hablar. Para algo será.
 
¿Sabes que recuerdo con frecuencia? Mis días de despilfarro. No me interesó nunca ver a futuro. Si había dinero lo gastaba. El ahorro y la previsión no estuvieron en mi lista. Ya sé que suena un mal consejo. ¡Pero era tan fuerte mi convicción para regresar a casa! Y me refiero no a la casa de este mundo. Ni la mía ni de mis padres. Sino a la casa que añoro desde mi nacimiento.  La que sé que no está aquí. ¿Me explico? Estoy convencida que he salido por mi decisión de experimentar. Pero tengo muy presente que mi hogar definitivo no es en la tierra que tan generosa se ha portado conmigo.
 
Es mi casa de principio. Es mi casa para siempre. Ahí quiero regresar. Se ha alargado ese retorno y me vuelvo la rebelde que acostumbro, pero ahora sin respuesta y eso me mortifica. Tú sabes que mi cuerpo se ha tornado torpe. A veces el dolor es insoportable. Y cada vez con más frecuencia pienso el “para qué”. Vuelvo a animarme como siempre.
 
 ¿Qué lección debo aprender? Qué es lo que tengo que corregir. no me digo qué me falta. Porque comprendo que habrá infinitas cosas a mejorar. Pero he estado interesada en un tema que alguien me dijo. - Ya no quiero regresar. Si hay muchas vidas por vivir, pero tengo la opción de elegir. Ya no quiero otra vuelta-. Dicen que se puede. No sé si la tomaría. ¡Habría que decidirlo desde ahora! Y me ataca otra duda: ¿Será?
 
¿Es la incertidumbre tan poderosa que ata a la misma rueda, conocida por pura “seguridad”? y Ahí voy de nuevo. ¿Será que dudar es un gran abismo que paraliza? ¡Te diré que con eso he lidiado durante todo el tiempo que he vivido y me disgusta! ¡Cómo puedo poner en entredicho mi retorno tan deseado con un falso contrincante tan despreciable como la duda!  ¿Es eso tal vez lo que me detiene? ¿Te acuerdas cuándo me ayudaste a hacer un ejercicio de mi partida? Tú sabes que te dije que estaba convencida. Que era un buen momento. En la sala de cirugía. La anestesia. El paso para ya no despertar. ¡Yo me acuerdo! ¡Era bueno! Lo quería. Bajamos la frecuencia. Entonamos oraciones. Me despedí con la ilusión del no retorno...
Ya sabemos que no pasó. Qué hizo falta? no lo sé. Pero nos volvimos a encontrar y aquí sigo. En la espera de partir.
 
Me alegra conversar sobre eso y lo demás. Son recuerdos muy bonitos y la esperanza sigue en pie. Qué tan pronto o cuánto tiempo más queda, no lo sabemos. ¡Pero sigo aprendiendo de eso no hay duda! Quiero hacer buenas acciones. Ayudar a los que pueda. Conversar con el señor del cilindro que me saluda cuando paso por la calle en mis paseos. Salir a lo que necesito todavía me es posible, y lo hago con ánimo para ver parte de mi entorno clásico de la gran ciudad con sus ruidos característicos de un ir y venir interminable.
 
Sigo siendo afortunada. Ahora me detengo a corresponder una sonrisa. Aceptar la ayuda acomedida de mucha gente. Lo que antes no sabía se me ha revelado con paciencia.  Por ahora sigo en espera. ¿Pero sabes? Me preparo diariamente. Será suave. Muy consciente. ¡Con una gratitud tremenda! No habrá luces deslumbrantes. Sólo claridad diáfana que deja ver todo. Nada de voces confundidas ni acertijos ni antesalas. Mi casa está bien fincada. Hay paz en sus antemuros y plazuelas.
 
Por ahora así lo pienso. ¡La verdad será mejor y mejor! Esa imagen se me ocurre porque han sido mis límites con mi querido cerebro que piensa y piensa a veces hasta el cansancio. Si en el momento preciso aparece otra visión yo encantada. Es mi casa. Eso es lo que me importa. Sea cual sea su fachada.
 
Muchas gracias por tu escucha. Sabes bien que nos queremos. No es fácil relatar tantas vivencias. De verdad; ¡Son muchos años! Pienso que me faltan las palabras. Tengo que preparar mi visita al fisioterapeuta, al neurólogo, a la serie de especialistas que por suerte me atienden sin demora y de buen talante. Bueno algunos no. Pero son los menos. es también de agradecerse la atención de todos ellos. Este cuerpo necesita mantenimiento.
 
Pero ya tengo listo el documento de voluntad anticipada. Una cosa es cuidarme dentro de lo posible tomando en cuenta mi edad. Pero eso de alargar un sufrimiento de manera artificial no me interesa. Pienso que la vida es una dinámica en equilibrio del alma y el cuerpo. Si ambos están de acuerdo, no hay problema. Pero si anteponen mi traje de diario con mi vestido de gala. ¡Me rehúso! Nada de aparatos que me hagan respirar. Nada de artificios para pasar alimentos que no puedo ya disfrutar. Conservar en ese estado solamente al cuerpo inerte no lo acepto.
 
¿Te acuerdas de esos  Maestros, Yoguis, gurús, justos y santos que han podido liberar su cuerpo cuando su tiempo es llegado? Reconozco que no he estudiado lo suficiente. Pero son aspiraciones que para el que las logra ejecutar deben ser muy gratas. ¡Un día de éstos volvemos a intentar! ¡Qué tal si ya he llegado a otro nivel sin darme cuenta y esta vez sí paso el examen! Ufff otro lapsus reiterado. ¡¡¡¡Sin conciencia no hay avance!!!!
 
En fin, mientras vuelva mi alma al cuerpo. Seguiré agradeciendo. Las historias. Los instantes, La ilusión de volver a mi casa. Qué digo la ilusión. La certeza indestructible. Me mantendrá firme, alegre y en paz.
 
Vamos ahora a tomar una taza de té o café, lo que apetezcas. Son bebidas deliciosas, Mis hermanas me enseñaron a prepararlas con tanto esmero y cariño que me recuerdan lo consentida que he sido en cada etapa de mi vida. ¡Eso no lo voy a olvidar nunca! Lo tengo muy presente! Muchas gracias por tu compañía.
 
Aquí tienes galletas de mantequilla, suspiros de ángel, y confituras de las pastas de la tienda árabe que nos encantan. ¿Cierto?  ¡Buen provecho compañera!  ¡Por mi partida tan deseada!
¡El mareo que ahora traigo, es una lástima que no sea por el vino! Pero el café es un ritual de pura ley como los amigos. Me fascina su aroma. Me recuerda las reuniones con mis hermanas y hermanos tan queridos.
 
En su casa muchas veces degustamos en tazas pequeñitas el café turco; ¡Delicioso! Cargado y un poquito amargo. Con galletas especiales horneadas recién hechas. Voy a imaginar una reunión en donde partir será un ritual magnífico con mis dos familias a mi lado. Otro día continuamos. ¿Te parece?

SIN HABLA

Veamos; A ti te gusta estar solo. Pero en algún momento sabes que tendrás compañía. Ya sea que tú la busques, o que alguien te busque a ti. Me dices que también te gusta el silencio. Pero reconoces que puedes comunicarte cuando quieras porque hay amigos, familiares, o gente con quien conversar o simplemente preguntar por algo. Prefieres estar en compañía con tu pareja, familia, compañeros, etc. Pero a veces necesitas estar solo.
 
Todo eso es común y usual para nuestra convivencia. Pero: ¿Será que la soledad, el silencio, y la compañía te agradan, porque sabes que en cualquier momento o situación puedes restablecer el contacto con el entorno que conoces? Y me refiero a lo puedes entender con el uso básicamente de tus sentidos.
 
Ya hemos un poco observado que también se entiende lo extrasensorial como parte de lo que se puede contactar o comunicarse. Pero vamos ahora más allá. El concepto de la comunicación es muy amplio. Sin embargo, hay un punto de vista sumamente interesante.
 
El mundo, el ambiente, el entorno en el que cada uno vive, y a partir del cual se interrelaciona con los otros mundos, ambientes, y entornos con quienes interactúas, se encuentra limitado por las palabras  que la persona es capaz de utilizar para describirlo y darse a entender. Un vocabulario pobre o escaso pone en riesgo la posibilidad de tener acuerdos, y objetivos comunes. Existe desde luego el significado que le da un sentido al lenguaje. Con lo cual se facilita compartir experiencias, sentimientos y emociones.
 
Sin embargo, cuando se puede describir, es decir, poner en palabras lo que queremos, la respuesta llega con más rapidez y facilidad. Todos hemos comprado un regalo en un viaje al recordar que fulanito o menganita, colecciona campanas, o elefantes. Seguramente en las pláticas salió a cuento y se queda en la memoria. Les apuesto que esa persona ya cuenta con un montón de campanas o elefantes venidos de todas partes porque supo decir que eso era su gusto.
 
Los niños son muestra de que tan importante es el estar en contacto y hablar al formar grupos para jugar o en casos tristes, aislar al que no puede o no sabe cómo comunicarse. En una ocasión vi como un niño preguntaba a otro si quería ir con él a los columpios. Su compañero no lo volteó a ver. Él Insistió poniéndose de frente. Pero su compañero tenía una actitud cerrada y no contestó. Por fin, se fue enojado y el otro se quedó sin saber que hacer o en su mundo sin el otro.
 
Más tarde entendí que hay problemas diversos de comportamiento en dónde la falta de capacidad para comunicarse con el entorno y no sólo con la gente es un tema muy especial. Requiere tratamiento lo más temprano posible y hay avances muy positivos. Lo valioso de esa experiencia fue que estar en contacto como actualmente se dice, implica realmente” poder hablar” de muchas maneras.
 
Tuve oportunidad de asistir a un curso en dónde el instructor era terapeuta en aspectos de incomunicación extrema. Se alentaba a las personas a montar a caballo e interactuar con mucha sutileza puesto que los caballos son muy sensibles a los estados de ánimo de las personas. Se asustan si hay movimientos bruscos y se alteran cuando reciben mal trato. Por el contrario, responden con mucha tranquilidad a ser dirigidos y aprender a convivir con las personas para estar cerca y dejarse acariciar si se los toca con calma y de buen ánimo. Una de las intenciones de la equino terapia es por lo tanto enseñar a usar los sentidos de la persona para hacer contacto con los sentidos del caballo y favorecer los sentimientos de seguridad y pertenencia que abran los canales de comunicación que hacen falta.
 
Aún que no lo percibamos de manera personal usamos los ojos, los gestos de la cara, los brazos, las manos y posturas que delatan estados de ánimo y respuestas para nuestros interlocutores. Todo lo que facilite expresar lo que “queremos decir” se vale de manera positiva. No obstante, subutilizar la capacidad de hablar para comunicarse que resume la identidad de ser persona,(salvo disfunciones fisiológicas) puede representar una pérdida de esa misma identidad y /o empezar a asumir comportamientos más similares a las cosas inanimadas.
 
La enajenación de la identidad como personas, favorece el desconocimiento al respeto hacia todo lo que está alrededor. Puede sonar muy reiterado que lo que “no se conoce no se ama” pero es verdad. Eso además es el inicio de un trato insensible hacia los animales, la naturaleza, y cualquier manifestación de vida.
 
Quedarse sin habla(amén de lo ya señalado), significa perder una cualidad distintiva de la conciencia que permite crear. La creación en este sentido responde al servicio propio y para los otros con quien se comparte un espacio.
 
Me atrevo a decir que la soledad, el silencio, y la compañía son agradables, siempre y cuando sean el punto de partida y retorno hacia nosotros mismos y hacia los demás. Habría que someter tales afirmaciones a estudio. Pero Inclusive sí actualmente se valora el aislamiento y el hacer muchas actividades a distancia, por la facilidad de resolver tareas rutinarias como realizar pagos y trámites sin ver a las personas, lo que subyace, es un mejor motivo para recapacitar.
 
Fuera de las reglas obligadas por estar en el mundo. Como ganar y gastar dinero, adquirir deudas, y tener toda clase de satisfactores desde alimentos hasta cosas suntuarias, son comunes las respuestas sobre:
¿Para qué lo haces? “por mi familia”. “para mis hijos” “por mis padres”, “por mis amigos” y si se ponen más etc. tienen que ver con alguien. O sea; ¡Por una persona!
 
Es innegable no obstante que hay casos en dónde la codicia ha pervertido el sentido de inteligencia hacia la persona. La depredación y acumular en relación con mercancías y cosas, indica un desequilibrio que amerita hospitalización. Pero se tiene que convivir a pesar de todo. Hasta esa sin razón tiene en el fondo a una persona.
 
Cuando no se tiene un lenguaje, ni vocabulario suficiente para externar ese vínculo fundamental se limita personalmente el mundo. Se amontonan sentimientos y emociones que dificultan la adaptación al cambio que se presenta de manera constante. Actualmente se ha popularizado el uso de dibujos y gráficos que sustituyen al habla. Frases y oraciones se retoma para reenviar mensajes que se repiten con la intención de expresarse, pero que no son originales. Hay muchos que reacomodan líneas, cambian fondos y dicen lo mismo sin distinción del remitente ni del destinatario.
 
La cuestión es; Si al final se busca expresar a otros lo que uno mismo siente, pero no tiene las herramientas para hacerlo. Por esto la reflexión vale la pena. Quedarse sin palabras no es opción. Existe una necesidad de comunicarse. Utilizar sólo monosílabos que pretenden tener un amplio significado es limitante, conflictivo para relacionarse, y estar en este mundo.
 
Ya sabemos que si a la pregunta: "¿Qué tienes?" la respuesta es:” Nada”.  Se presagia una gran tormenta y problemas de todo tipo. Que si en el interés para preguntar: "¿Qué quieres?"  Hay una respuesta de:” Lo que tú quieras”.  Es anuncio de peleas o de plano rompimientos que lastiman o dan pesar.
 
Así que quedarse sin palabras puede evitarse. Adquirir mucho vocabulario está al alcance sobre todo hoy que cualquier pregunta en línea, despliega miles de páginas que con palabras exponen infinidad de respuestas. Ni decir de los libros de papel y tinta. Hay millones con diversas portadas y contenidos en espera de que alguien los lea y se apropie del rico vocabulario que los forma.
 
Atrévete a encontrar las palabras y el vocabulario que te conecte integralmente y comunique quien eres, lo que te gusta o ambicionas. Lo que te llena de ilusión, o de certeza.  y más allá, atrévete a usarlas en tus relaciones.
 
“Chiaaaaa que pereza” no aplica! Sí no logras entenderte, ni darte a entender; porque; “Quien sabe de cuál le venden ñora” .Tampoco sirve!
 
No hay pretexto cuándo te has dado cuenta de que la comunicación te reta para expresarte de diversas maneras, y muchas están en ti mismo.