EN UNA FIESTA

Ahora te cuento. Empezó la música. Tocaron un danzón. Adivina quien se levantó a bailar sola. Bueno era todo un espectáculo. Las señoras del “Heraldo del Refinamiento” no dejaban de agitar sus abanicos como dementes. Los señores se quedaron como hipnotizados al compás de la melodía y ante la visión que muchos calificaron de maravillosa. La tanda continuó con una cumbia, el caballo no sé qué, y hasta una rumba flamenca. Aquello era la locura. Me consta que los señores y los caballeros invitaron a bailar a todas las damas. Pero las casadas ni al caso. las solteras y demás mujeres se hacían las remolonas para no parecer desesperadas o causar la impresión de muy fáciles de convencer. Total, que yo las vi a cuál más, moviendo las patitas, como decimos, debajo de los manteles o en sus asientos. Pero no accedieron a las invitaciones para bailar así que allá ellas.

Luego alguien propuso conectar el famoso Karaoke. ¡No bueno! Ya sabrás; quien tomó el micrófono. Pero mientras lo ajustaban empezó a cantar a capella esa dé; Extraños en la noche de Sinatra. ¡¡¡Uy!!! Otro revuelo de incomodidad para las mujeres, pero para los hombres un ensueño de embeleso.

Empezaron los reclamos en voz baja de las esposas, amigas, conocidas y demás. Caras largas y cortas, digo yo, por lo que a unos les encantaba, para las otras era motivo de gran enojo. Si hubieran podido abrir ahí mismo las puertas del Hades y enviar a ya sabes quién, de cabeza, hecho estaba. Pero como ella tiene amistad con el propio Mefisto, no se les hizo. Al contrario. Cuando terminó su canción, recibió muy complacida los aplausos. Se dirigió a su mesa y brindó con los presentes por la buena noche de diversión que estaba pasando.

Yo estaba en esa mesa y me di cuenta de que una de las señoras le cuestionó en tono bajo alguna cosa. Desconozco cuál haya sido la pregunta, pero bien que oí la respuesta.

-Señora: Si a usted le parece inadecuado, mi baile, mi canto, o cualquier otro de mis comportamientos no la culpo. Debe ser horrible abstenerse de ser feliz un momento y disfrutar lo que la vida nos ofrece. Como ve, nadie se ha muerto. Al contrario, percibo que unos cuántos por fin han decidido reír, bailar, y estar contentos a pesar de la pareja que los acompaña. Al parecer se han descargado un poco de culpas no merecidas o de la pena ajena que les impide mostrarse como son.

Sabe usted; El primer paso para no estar al pendiente de las vidas de otros y empezar a vivir la propia vida es aceptar el cómo somos. Así de simple. Si el que dirán de otros rige su conducta particularmente en un ambiente de fiesta como en el que nos encontramos es un desperdicio de tiempo. Habrá siempre a quien le guste o no, lo que se hace. ¡Pero si es su gusto bailar o cantar qué mejor! ¡Estamos en una fiesta! Le aseguro que el día que tenga el valor de ser como es, empezará a vivir su vida y dejará a otros en paz.

De sobra sé de protocolos de conductas correctas en el trabajo, un asunto oficial, y cosas por el estilo. Me esforcé mucho tiempo con todas mis capacidades para hacer lo debido. Actualmente eso ha quedado atrás. Tengo la fortuna de; ¡Seguir con vida! A veces sucumbí ante las situaciones formales porque era conveniente. Pero tengo profundamente arraigada mi idea de libertad. Entonces como ahora aprecio mucho la sencillez de una convivencia agradable. No me interesa el quedar bien con alguien. ¿Sabe?  Lo que valoro es quedar bien conmigo misma.

-Mi visión del tiempo es lineal. Nada de que lo que me perdí en un momento volverá en otro. Si la oportunidad se deja pasar, ya no vuelve. Al menos no en las mismas condiciones. ¿O me dirá que bailar a los 25 es igual que a los 70?

A esas alturas de la explicación ya todos los que estábamos en la mesa y otros tantos se pusieron alrededor para seguir escuchando. -Ya que se ha acercado a mi para que le conteste, le voy a platicar otras cosas que tal vez le interesen para descalificarme como a usted le parezca. -En una ocasión pude ir de paseo al mar y hacer un clavado para sumergirme a contemplar a los peces en el fondo de un lugar llamado el Botellón por lo cristalina del agua. Subí y bajé del barco muchas veces sin problema.  Fue maravilloso.  Años, muchos años más tarde fui a un parque acuático. Me dijeron que había que montarse en una llanta de salvavidas para bajar por una resbaladilla de gran altura. El trayecto de bajada por la resbaladilla fue emocionante. ¡Pero a la hora de sacarme de la mentada llanta, no le cuento! ¡Ni entre cuatro salvavidas de a deveras podían jalarme para quedar fuera!  

-Ya se imaginará el espectáculo que armamos! Entre que dos me tomaban de los brazos para jalarme, y otros dos detenían la llanta para que me desatorara, ¡la risa no nos dejó hacer algo! Mi hermana malvada con quien habíamos ido a los juegos acuáticos ya ni se molestó en taparme porque con tanto movimiento ¡“retraté” a todos los presentes! - Era tan alegre su relato que todos reímos junto con ella. Durante todo el relato Doña Angustias ya no sabía dónde meterse. ¡Eso creo fue más gracioso!

Luego continuó: - Años después, como sin darme cuenta de la merma de mis fuerzas, pero no de mi entusiasmo en otra aventura subí con un grupo a una lancha de goma por el cauce de un río. Lo disfrute enormemente hasta que un rápido de remolino nos botó a todos al agua. La mayoría eran jóvenes y se subieron con facilidad de nuevo a la embarcación. Pero agradecí el gran trabajo de equipo que realizaron para ponerme a mi de nuevo a flote y luego para subirme a la lancha. ¡Viva la juventud! ¡Y me refiero a la juventud de los otros que sólo así pudieron ayudarme! No se hicieron esperar las risas de todos los que escuchábamos con regocijo su narración. Hasta de las otras mesas se asomaban para ver qué tanto estábamos haciendo. Concluyó la doñita diciendo:

-En resumen, le invito a quitar de su vocabulario lo “inapropiado”. La escala para medir eso es muy personal. Ahora mismo ya se ha ganado una fea discusión con su marido y se ha amargado esta velada sin razón.  He tenido la paciencia de explicarle y por lo que veo el tema es de gran interés para muchos-. Los que la habíamos oído asentimos con muchas sonrisas. Doña Angustias se quedó pasmada. Como en ese momento entraba la orquesta en vivo cada uno se fue a su mesa para romper el baile. En cuánto iniciaron los primeros acordes ya estábamos más que puestos.

Pero todavía hubo algo extra que nos dejó a todos admirados. ¡¡¡Que llega el galán de la señora!!! Le entregó un ramo de rosas y le dio un beso en la mano. Creo que muchos perdimos el paso. Tú sabes que Don Leoncio ya no es un jovencito, ni la señora tampoco. Pero se pararon a bailar. Sus rostros llenos de luz. De esa que brilla en la cara de los que son felices. ¿¿Puedes creerlo?? Yo sí. Y me alegra.  ¡Por lo que dices seguro que a las damas del Heraldo y a las del “Todo Recato” les volvió a dar el patatús!

¡Que lo digas! Muchas hubieran dado lo que fuera porque el Don les hubiera tirado un lazo. Es el colmo. Las hemos visto cómo le ofrecen cocinarle, lavarle su ropa, acompañarlo etc. suponen que nadie las ve. Pero en este pueblo todo se sabe. Un día se van como de cacería y al otro a arrepentirse de sus desvaríos.

A veces hasta me dan tristeza. Nos encontramos en un corralito tan limitado a comparación de lo grande que es este mundo y todavía les da miedo salirse para encontrar lo que quisieran. Les pesan mucho las costumbres. Soportan con infelicidad cuánta imposición les cargan. Antes di que asistieron a la fiesta. Sólo porque es en honor de” la octava novena del año terminal”.

En fin, amiga; La fiesta estuvo buena. Luego nos vemos para empezar los preparativos del mes de aniversario. ¡Esta vez haré una invitación especial para la señora! Me sorprendió cuándo la vi entrar al salón sola, sin invitación, y además por lo visto, invitar a su pareja para que se reunieran frente a todos. Como dicen: Sorpresas te da la vida. ¡La vida te da sorpresas!

 

 

NO ES CUENTO

 

Han llegado para realizar un experimento muy peculiar. Tienen la posibilidad de utilizar una balanza que como saben es un instrumento de medición. Es de un modelo clásico antiguo. Similar a la que sostiene la alegoría de la justicia en una de sus manos. Está formada por una columna central y dos platillos que comparten un fiel. Así se le conoce al justo medio que indica que hay equilibrio entre lo que se compara. ¿Tienen la imagen en mente? Ahora la pueden poner enfrente suyo.

Pues bien. Este experimento con una balanza tan singular les da la posibilidad de comparar “pesos” mucho más complejos que una simple mercancía. En esta ocasión serán ingredientes que pueden inclinar los platillos hacia su propia percepción de valor. Es decir que el fiel lo ajustarán conforme al significado que ustedes consideren es más representativo en su vida cotidiana. De acuerdo con unas preguntas que les haré. Pueden tomar sus respuestas para agregarlas al lado de la balanza que les convenga.

Iniciaremos con dos elementos que son determinantes para formar un carácter como individuos. No teman confrontar los significados aun que los hayan manipulado para sostener una imagen ideal inexistente. Muchos alumnos desertan al descubrir que les es imposible forzar el indicador que nivele sus creencias. Particularmente porque dichos elementos son a la vez piedras de toque para configuran el mundo en el que ustedes existen. Para los que persistan será una experiencia que enriquece su mente y su acción.

-Tomen ahora lo que está en la gaveta. Les leeré algunos puntos de referencia para que orienten su experimento, y empiecen a agregar los componentes que entiendan les sean de utilidad-. Los participantes abrieron la puertecilla y encontraron etiquetados: Responsabilidad. Obediencia.

Cada uno eligió en cual platillo poner lo uno y lo otro. En un primer momento era curioso que el fiel no se moviera. Pero empezaron a escuchar:

-Qué tanto pesa la responsabilidad contra la obediencia en el caso de desarrollar una personalidad cuyo anhelo es el ser independiente, y a sentirse sin ataduras. El desprenderse de las dependencias adquiridas por las buenas intenciones de quienes conformaron su educación entre las normas de un comportamiento correcto, de acuerdo con costumbres sociales cambiantes. Percepciones particulares, y Condiciones que son variadas para cada uno de ustedes-

Los practicantes quedaron en silencio. Se sentían parte de los grupos sociales en donde habían crecido. La familia, la escuela, el trabajo eran algunos de los ambientes conocidos y comunes. Cuestionar si habían sido moldeados de manera enajenante los desconcertó. Creían que su idea de “lo correcto” era el modo aceptable para conducirse. Que en eso consistía el posicionarse en una situación ventajosa y de confort en su presente y a largo plazo para su vida. Se miraron unos a otros tratando de reaccionar de manera parecida para no equivocarse.

-De nada les servirá fincar su decisión en lo que otros hagan. Decidan conforme a su experiencia. ¿Se ha puesto en una situación de obediencia para tener a quien culpar por lo que les sucede? ¿Han eludido un compromiso para no ser señalados como los culpables de un mal resultado? ¿Han perdido el amor propio para complacer modelos ajenos para ser aceptados por miedo al rechazo?

Por fin alguien tomó la iniciativa y empezó a colocar partes de aquellas frases en uno de los platillos.

Las preguntas continuaron. - ¿Han sentido la satisfacción de tomar una decisión y estar conscientes de las consecuencias?  ¿Realizan acciones para para resolver conflictos? ¿Confrontan las causas de lo que les incomoda? -

Un participante retiró de manera brusca la mesa de trabajo y se dirigió hacia la salida, vociferando que era ridículo “pesar” conceptos intangibles, mezclados con emociones y materializar algo con eso.

-Sin saber su compañero ha declarado una fórmula que han utilizado los magos desde tiempos inmemoriales. Tiene por lo tanto un conocimiento. Pero por ahora lo desconoce y permanecerá para él oculto hasta que resuelva desear encontrarlo-.

-Los que consideren que pierden su tiempo pueden seguirlo. Porque seguirán las preguntas molestas por decir lo menos. La mente se quedará sin argumentos para lo desconocido. Las emociones se desbordarán para resistir el embate a su seguridad. Pero tenemos que continuar. ¿Alguien quiere decir algo? -

Tengo una duda para poder ajustar mi fiel. El peso en uno de los platillos se ha vencido hacia un lado. Pero yo sé que en alguna etapa de desarrollo era imposible hacerme responsable por mis actos. Es confuso. Me siento a disgusto con el desnivel que muestra mi balanza.

Es una duda importante. Veamos: Necesariamente en la edad infantil dependemos del cuidado de otros. Generalmente, la fuerza física y mental están en proceso de maduración. La capacidad para medir riesgos es incipiente. Las habilidades manuales, de movimiento, y de conocimientos no permiten la autosuficiencia. Pero al paso en el tiempo, si enfocan los años de adolescencia, recuerdan la rebeldía que se apoderaba de los actos para cuestionar si lo que les obligaban a obedecer era lo que les era propio. Empezó una etapa que más bien le obligaba a rebelarse. Se detestan las normas, las imposiciones, y hay una lucha, por así decirlo, contra todo lo establecido que no encaja en la propia percepción de identidad y del mundo circundante.

Cada transición en edad conduce a darse cuenta de los cambios que se necesitan llevar a cabo para por fin lograr la independencia. Cualquier titubeo al ceder ese espacio vital es causa de desdicha. Aquí hay practicantes de todas las edades. Sin embargo, cada uno tiene la experiencia suficiente para diferenciar lo que ha hecho y cómo se siente después, sobre todo ante sí mismo. La dependencia, la insatisfacción constante, la rebeldía normalmente corresponde a las etapas infantiles y de adolescencia. Pero la edad en años no garantiza la realización de un impulso para ser independiente. Algunas circunstancias favorecen hasta un retroceso o quedarse sometido en etapas inmaduras.

Las buenas intenciones de los que ayudan al crecimiento como individuo, están plagadas de taras que entorpecen, como en la balanza, al fiel que muestre un punto de equilibrio. Es por lo tanto muy oportuna su duda. La ignorancia que se promueve como apoyo malentendido, desafortunadamente en muchos casos confunde. como ha dicho. Dificulta esclarecer hasta dónde llegan los límites de un intercambio de crecimiento saludable. No obstante, la intervención de la inteligencia que se ha desarrollado señala con variadas sensaciones qué se necesita corregir con voluntad férrea para definir los linderos que nos corresponden. El deber obligado con la obediencia sucumbe al confrontarlo con la responsabilidad.

Las taras más pesadas se utilizan sin distinción. por ejemplo; La sobreprotección. La culpa. La vergüenza y demás sentimientos que obligan a la cobardía. Muchos de los que son orientadores en diferentes roles, no han terminado de crecer ellos mismos. Se entiende por lo tanto que instruyen a partir de su ignorancia. Sin mala intención unos y otros con toda la alevosía y ventaja. Pero les aseguro que en ambas circunstancias se tiene un obstáculo formidable que domina. El miedo. Es como un elixir para los maleficios. Todo lo paraliza o lo tergiversa. Impide la acción consciente.  En los cuentos lo dibujan como una gigantesca zarza con espinas. Sus ramas se entrecruzan aprisionando totalmente a su presa. He apelado a las narraciones para niños, porque se ha tratado el tema desde siempre.

Los intentos para señalarlo como el principal lastre lo han descrito precisamente para que en una etapa temprana se le reconozca, en las leyendas y cuentos infantiles. Se vea como el enemigo a vencer. En la infancia se encubre temporalmente el proceso de darse cuenta. Pero por eso persisten también las historias que dicen los ancianos a sus nietos. La sabiduría popular que repiten los padres y madres a sus hijos. Este espacio es creado para que con la imaginación se muevan los recuerdos y las realidades de cada uno. La misión es estar en alerta sobre esas taras y más sobre el miedo a partir del cual se deforma cualquier personalidad.

Con esa advertencia, los participantes tomaron nuevos bríos. Me interesa saber si los ingredientes que nos ha proporcionado para comparar son posibles de equilibrar. Es decir; ¿La responsabilidad y La obediencia aplicadas al mismo tiempo logran la estabilidad?; Mi balanza no se estabiliza. de esa manera. Se mueve a menos que quite uno y empieza a equilibrar con las respuestas que agrego en el plato de contrapeso.

-Excelente observación. Para todos esos hallazgos hay una respuesta. Han preguntado si es posible encontrar un equilibrio al usar la obediencia y la responsabilidad al mismo tiempo. No. Se excluyen mutuamente. Es necesario en algún momento de desarrollo tomar las riendas. La obediencia despersonaliza y permite la manipulación que resignadamente renuncia, y cede a intereses ajenos. Trae efectos colaterales sumamente adversos.

La responsabilidad, pueden comprobarlo, les hace usar sus capacidades. Cada vez con mayor eficiencia. Sus habilidades para responder ante las circunstancias y ante las personas es acumulativa. Lo que han conquistado con esa fuerza ya no se pierde. Les sirve para cimentar lo que necesiten construir para sí mismos. Además de favorecer la armonía con otros y en su medio ambiente. -

Todos se dedicaron a revisar cómo habían situado los ingredientes. El cómo habían considerado las preguntas y respuestas para sí mismos. No les interesó voltear a ver las otras balanzas. Se concentraron en quitar el ingrediente inútil y añadieron las respuestas personales.

-Hasta aquí hemos cubierto la primera parte del experimento. Sus dudas, las preguntas y sus inquietudes indican lo que les llama la atención para atenderlo. Corresponde ahora llevarlo como tarea a la práctica. Para eso se les ha proporcionado instrumentos que les son comunes. Cada uno tiene cinco sentidos para calibrar lo que haga falta. Llegará uno más cuándo estén preparados. Se les otorgarán muchos más cuándo descubran que los hay.

Mientras tanto:

*Usen sus ojos para observar: ¿Qué es lo que veo de mí y de lo que me rodea? *Usen sus oídos: ¿Escucho felicidad en mí y con quienes me encuentro? Utilicen toda la combinación de sus sentidos. * ¿Que sienten de sí mismos?

Les deseo mucho éxito. Están a punto de crear su realidad.

 

VIAJEROS

 Lanzarse a recorrer algún lugar en este vasto planeta produce diversas emociones. Para unos es una mezcla de nervios y ansiedad insuperable. Para otros es aprovechar las oportunidades de conocer ambientes que con muy buen ánimo resultan en aventuras memorables. En cada paseo se hace como un paréntesis personal que invita a la reflexión. Emprender una salida hacia terrenos extraños es entre otras cosas, encontrarse ante nuevos paisajes, mezclas de ingredientes suculentos para probar otros sabores. Conocer muchos rostros que se sorprenden y te sorprenden con sus gestos.

Convivir con todo tipo de personalidades es un aspecto que merece una mención especial. Casi siempre las anécdotas que alegran las vivencias de viajar están ligadas con personas que hacen ver el cómo cada uno se adapta a las diversas circunstancias. Se intenta comprender mejor a los semejantes y de paso a cuestionarse sobre el cómo nos perciben los demás.

Se presentan situaciones nunca imaginadas. Personas que cierran los ojos habiendo llegado a su asiento, para no ver el despegue del avión, si es su primer viaje aéreo, o a veces aún que sean viajeros frecuentes. Aparentan calma, pero cuándo relatan, la sensación de ver desde lo alto parcelas, montañas, ríos y ciudades, al mismo tiempo que cruzar las nubes, les resulta maravilloso o atemorizante. Se contienen tantas emociones que al aterrizaje aplauden con entusiasmo. Se aprende que lo que para unos es rutina, para otros es algo novedoso y muy emocionante.

Si es un paseo por tierra, al mirar por la ventanilla del autobús se induce como un trance hipnótico mirando sin mirar, pero consciente del paso de los kilómetros entre valles y montañas. Algunas veces con la vista de bosques, lagos o ríos que acompañan a los viajeros para embellecer su ruta. De acuerdo con el presupuesto, gustos, salir de lo conocido y de la rutina, hay infinidad de formas para emprender paseos cortos o viajes más largos a cuál más extraordinarios.

En una ocasión por diversas circunstancias me embarqué en un viaje de excursión en grupo. Como eran lugares en donde no hay muchas opciones de alojamiento, la guía dijo que me proponía tomar una habitación doble. Me convenció de que además de que no había alternativa por la escasez de hoteles, en ese recorrido, la compañera que había seleccionado para compartir la habitación era simpática. A menos que quisiera cancelar. me comentó que sería bueno hacer como un ejercicio de camaradería fuera de mi egoísmo habitual, dado que en ese programa en particular se requería estar dispuesta a compartir. Con todas las reservas del caso, acepté el desafío.

La primera noche salí en medio de la madrugada a solicitar el cambio de habitación. Porque mi compañera roncaba como oso salvaje y no había yo podido pegar los ojos. El recepcionista me dijo que lo sentía mucho pero el hotel estaba lleno. Muy acomedido buscó en la base de datos. comprobé que efectivamente no había otra habitación, ni otro hotel con vacantes. Con mucha amabilidad me regaló unos tapones para los oídos. Regresé al cuarto muy molesta. Mi compañera entre sueños dijo que si roncaba le tirara una sandalia a la cabeza o le llamara fuerte por su nombre y se callaría. Dicho lo cual se acomodó y siguió bien dormida Supongo que conocía perfecto lo que hacía. Para mí fue noche de insomnio re checando para las siguientes paradas, una habitación sencilla que como se había previsto no existía.

Por la mañana la compañerita muy fresca, dijo que si íbamos a caminar un rato antes del desayuno. Que me cedía el primer lugar en todo. Eso quería decir; Para elegir la cama, la ventana, el lado del asiento en el autobús, en el barco, etc. Que lo sentía mucho, y procuraría ya no hacer ruido en la noche. Fue tan insistente en sus disculpas que terminó por hacerme sentir un poco mal. Así que nos fuimos a caminar. Al regreso, mientras me quedé en la habitación ella se fue al comedor para apartar lugar en la mesa. Otra novedad que me causó malestar pero que al fin comprendí iba a ser parte del viaje en cada lugar del itinerario.

Con esa conclusión en mente, a partir de ese día tuve presente la comprensión al prójimo como muchas veces había leído, pero no practicado. Empezó a ser conmovedor llegar al asiento del autobús, al comedor o al sitio de visita con la vista de alguna prenda de mi compañera que había apartado un lugar para nosotras. Cumplió con darme preferencia para todo. Empecé a notar su habilidad para manejar solita su equipaje, además de un montón de cosas que llevaba extra. Medicinas, utensilios, cámara fotográfica, teléfono celular, vitaminas, miel, artículos de belleza y maquillaje etc. ¡Era increíble!

Casi todos los días el llamado para iniciar los paseos era a las cuatro de la mañana. Así que, con una ducha rápida, salíamos “sin arreglar” para estar siempre puntuales. Muy pocas veces me solicitó ayuda para maniobrar con tantas cosas que traía. Se maquillaba durante el trayecto. Tenía la costumbre de vestir bien y lucir de lo mejor. Tomaba los comprimidos, vitaminas y demás de su dieta. Conseguía lo que le hacía falta en cada parada. Se daba tiempo para atravesarse sobre mi lugar y tomar fotos del paisaje, o me pedía tomar la foto ya que yo estaba en la ventanilla. Si otras compañeras de la excursión se alegraban con alguna bebida pasada a hurtadillas, ella se apuntaba para brindar y ponerse a bailar en el corredor del autobús con la complacencia de la guía que consideraba que esos festejos no hacían daño.

Ver todo aquello me hizo reflexionar sobre lo afortunada que es la gente que tiene oportunidad de viajar. Sobre todo, disfrutar cada encuentro y cada lugar con toda su energía para estar feliz. Es común en ese tipo de paseos que se reencuentren los viajeros. Pero pocos son amigos o se conocen bien. A ella nada le afectaba de manera negativa. Se adaptaba a cualquier situación y departía con todas las personas con o sin invitación. Estaba dispuesta a desvelarse, madrugar, comer lo que había, en dónde fuera, aprovechar los tiempos libres de la excursión para organizar una visita extra con las que quisieran acompañarla. Si había agua de por medio no se perdía de nadar. Ya fuera de mañana tarde o noche, su lema era que había que ir a todos los lugares posibles y divertirse mucho.

Durante el transcurso me dio a conocer un poco de su vida. Con mucha confianza me platicó detalles buenos y malos sin reserva. Pude apreciar que la ilusión de viajar se cultiva como un objetivo. Había que hacer el ahorro necesario y anotar cada país o lugar atractivo. Ella había recorrido cuatro continentes desde joven y seguiría con México en cada oportunidad que se le presentara. Los tragos amargos de su vida personal eran más llevaderos yendo de excursión. Había superado muchas cosas desagradables con la emoción de estar en ruta hacia cualquier parte.

Para mí era novedad compartir como mancuerna. Así que me descubrí con el asombro de escuchar con paciencia tantos relatos, convivir con su hiperactividad, su modo de ser tan extrovertido, y al mismo tiempo hacerme confidente de etapas de su vida que me resultaban muy sensibles. Por todo eso me di cuenta de que ella ya había ido de paseo con algunos miembros del actual grupo. Para los que ya la conocían o para los que no la habían visto les parecía complicada su presencia. Me propuse ser compañera y apoyarla. Con esta actitud me uní a sus propuestas. Conocimos más lugares, probamos más platillos y caminamos muchos más metros en cada visita. Eso fue muy agradable.

Aprendí que es indigno que se margine a las personas aparentando aceptación. Hubo ocasiones en que el acceso se dio con otro orden a algún lugar así que ella se unió con otras personas. Al regreso se apresuró para apartar una mesa para todos ellos. Cuando la vi sola esperando, y a sus nuevos “compañeros” en otro sitio sin invitarla, realmente me solidaricé con ella. A partir de ese día tomé lecciones de vida. Participé con todos y en especial asumí mi papel de compañera de viaje. Una noche me empezó a platicar lo que le sucedió con uno de sus conocidos. Era tal su regocijo que no se le entendía. Sus risas cortaban la historia y se tiró como niña a la cama para sostenerse y continuar contando con carcajadas lo que le causó tanta gracia. Me contagió su alegría. Aún que como era tiempo de dormir los vecinos reclamarían tanto alboroto. Dejamos para el desayuno sus aventuras. Que por cierto al descuidar ver los mensajes de la guía tomamos tarde. Con otra serie de risas porque pidió completo aun sabiendo que teníamos que abordar con prisa el autobús. Al final los meseros comprensivos empacaron la comida para llevar.

Nuevamente me sorprendí festejando sus ocurrencias. Después de todo no afectaban el buen desempeño del grupo para cumplir el programa. Recordé que otras personas sí se portaban indebidamente al traspasar reglas de seguridad, o llegando impuntuales a las citas. Peor aun portándose de manera miserable al robar prendas que costaban para los huéspedes confiados en la camaradería de grupo. Era increíble notar conductas envidiosas para hacer pasar un mal rato a otros viajeros. Eso sí era un disgusto y desencanto al comprobar que hay gente que quiere hacer daño sólo porque no soporta la alegría y hasta la buena suerte de otros.

Finalmente, la frase de:” Los viajes ilustran” se reveló con nuevas perspectivas y un montón de felices experiencias. El ejemplo de entusiasmo, alegría, buena actitud para aprovechar cada oportunidad de viajar vale la pena imitarlo. Los enormes cruceros, trenes, las playas cálidas, los paisajes de ensueño están en espera de que se aproveche la oportunidad tan rápido como se presente. Hay compañeros de viaje que vale la pena conocer para cultivar nuevas amistades.

Tal vez de los consejos que se dice, podrían hacerse con mayor entusiasmo es: ¡¡¡Vete de viaje!!! ¡Acepta desafíos y te sorprenderás!

 

 

 

POLA

¡Ven! ¡Ven rápido y mira por la ventana! Han empezado los destellos del mes de mamá.

En el vidrio de la ventana apareció el tenue reflejo de una mujer con muchos años. Tenía entre sus brazos a un oso de plástico. El día estaba terminando y en el atardecer comenzaron a llegar al jardín varias lucecitas intermitentes de las luciérnagas que en esa temporada resplandecían por todo el bosque. Ella estaba absorta en contemplar la belleza de los árboles recién bañados por la lluvia y el pasto de un verde esmeralda que crecía por todas partes. Los destellos anunciaban el mes en que su madre había fallecido. Se quedó pensando con la mirada perdida y abrazó fuerte a Pola. En esa tarde especial cerraba con la caída de la noche, la reflexión que mantendría durante la semana. Al mirar por la ventana, de inmediato quiso compartir el sentimiento de gratitud que la envolvió con ese abrazo. Imaginó el gran amor que impulsó a su madre al tomar nota de lo que decía su carta para cumplir su deseo; “Un oso”.

Pola había llegado como un regalo en una noche de reyes. Hacía ya mucho tiempo. Era increíble que estuviera hoy dispuesta a seguirla acompañando. Durante todos los años de su infancia sobrevivió como un milagro. Pasó de mano en mano entre hermanos, primos y visitas que querían jugar con ella sin el cuidado que su dueña le daba. Los niños a quienes le obligaban a prestarla muchas veces la dejaban de pie y como no tenía mucha estabilidad caía de cara lastimando su nariz y raspando sus patas. Pero siempre le decían que había que ser condescendiente con las visitas y que sólo se las dejara un momento. Ésas visitas y lo que le hacían a su Pola le enojaban mucho. Con el paso del tiempo se notaba que esa parte de la carita de su osa se había maltratado y ya no se podía componer por estar hecha de plástico delgado.

Ahora que era consciente de su compañía su asombro era mayor porque no se explicaba cómo se las había arreglado para seguirla. Hacía memoria, pero realmente la imagen de su Pola no se encontraba en las mudanzas que había hecho a lo largo de su vida. Desde que dejó de ser niña, en su adolescencia, juventud y edad adulta no tenía claro en dónde la había puesto y menos cómo se la habría llevado entre tantas cosas que se empacan. Vivió en diferentes casas. Cuando menos tres veces se mudó de residencia. Otros juguetes y cosas que se había llevado con un cariño especial venían a su mente, pero en alguno de los cambios se perdieron o alguien los desapareció. No tenía ni idea de lo que les había pasado.

 

Pola apareció siempre sin su cuidado y desapercibida. O eso decía ella porque por más esfuerzo que hacía para ubicarla, al parecer esa osita mantuvo por sí misma su lealtad, y se las arregló para llegar a donde su dueña estuviera. El momento exacto de ver a Pola entre tantos cambios había desaparecido de su mente, pero el haberla tenido cerca aún sin darse cuenta, era prueba de que desde el día que fue su regalo la osita se lo tomó en serio, y se aferró para no perderse.

 

Por eso un día ella reaccionó y se le quedó mirando para agradecer su valentía. La vistió con una playera y unos pantalones que fueron de los bebes de su sobrina. En invierno le cambiaba la indumentaria con un suéter que conservaba de sus hijos cuando fueron pequeñitos y que hacía ya mucho tiempo se había marchado de casa. - ¡Qué bien que te pusiste lista Pola! Hasta ahora me doy cuenta lo valiosa que eres para mí. ¿Sabes? “Las cosas que contienen la esencia del Creador son las que permanecen”-. Esa frase resonó en voz alta. La había leído en alguno de los múltiples libros de sabiduría que le alentaban a continuar su propia vida. Se daba cuenta a sus años, que Pola era algo muy especial.

La eligió en principio el amor materno. Con un esfuerzo extra, como ella bien sabía, para encontrarla en las tiendas de acuerdo con la cantidad de dinero que tenía en su bolsa para poder llevarla. Rememoró los días de diciembre y enero con el barullo del fin de año. Salir con el frío para tener algo que poner junto a los zapatos de los niños que se dormían con la ilusión de que les trajeran lo que habían pedido. Su madre tenía el don de estirar el dinero para que alcanzara. Todos los años hubo algo para cada uno de los hijos aun que no fuera exactamente lo esperado. Pero en la infancia la pura sorpresa de ver por la mañana lo que había era suficiente

Al compartir con ella ahora el inicio del mes que le traía el doloroso recuerdo de la pérdida de su madre abrazarla para que viera por la ventana, era una manera de reconocerle que guardara tantos recuerdos y su compañía. Le platicó que en ese triste día durante la ceremonia luctuosa se hizo de tarde. Al entrar en el camposanto, la noche poco a poco fue el escenario para la aparición de unos animalitos maravillosos que nunca había visto. Cuando caminaba con la vista baja hacia la última morada en donde dejarían los restos de su madre, vio el paso rápido de unos como trenecitos de luz. ¡Eran cocuyos! Su visión fue algo mágico. Al levantar la vista otros destellos pasaban solitarios o como nubes volando en todas partes. Eran las luciérnagas que desde entonces se quedaron para siempre grabadas en su memoria y en su corazón.

Cada año como otro regalo mágico llegaban al jardín de su casa muchas luciérnagas. Pola seguro había compartido sin que ella lo notara todos esos sentimientos. En silencio sabía dar respuesta y era también mágica su presencia a pesar del paso de tantos años. Todos los días permanecía firme.  Sus ojos tenían las rayitas iridiscentes de color azul cielo. Pero el café de su collar, sus cejas, y pestañas se había difuminado y ahora era todo blanco. Su nariz dañada seguía también sin color. Pero el gesto alegre de su cara estaba intacto. - Ya te dije Pola que vamos a procurar reparar tu nariz. Tal vez con un trocito de tela de fieltro negro quede bien o quizás pintada con mucho cuidado para darle forma y que no se vean tanto las grietas. Tus patas también están gastadas de las puntas. Pero con esos zapatos que te he puesto ni se notan-.

-Ahora que por fin me doy cuenta has estado conmigo conservando la dulzura a todas horas, te agradezco enormemente todo lo que habrás hecho para perdonar mi descuido. Reúnes mis más preciados pensamientos. Muchas etapas de vida con el mismo infantil diálogo. Pero ahora nuestros secretos son más profundos.

Aquí entre nos te confieso que eres más que amiga. Eres un testimonio presente de mi realidad bendita. A pesar de la inconsciencia que muchas veces me atrapa. Tú has persistido con tu amable presencia para volver a pensar en orden. Por eso ahora mismo tienes toda mi atención. Te nombro la portadora de mis más altos significados. La manifestación del cariño de mi madre. Del transcurso de mi vida entre milagros, De la permanente gratitud a tú constancia y espíritu guerrero al enfrentar los sucesos que has salvado para mantenernos unidas-.

La noche terminó con el espectáculo de luces a flor de tierra pero lo transportó al cielo. Innumerables estrellas brillaban como en un intercambio de la luz que es parte de un ciclo inagotable que reanima a la vida.