POLA

¡Ven! ¡Ven rápido y mira por la ventana! Han empezado los destellos del mes de mamá.

En el vidrio de la ventana apareció el tenue reflejo de una mujer con muchos años. Tenía entre sus brazos a un oso de plástico. El día estaba terminando y en el atardecer comenzaron a llegar al jardín varias lucecitas intermitentes de las luciérnagas que en esa temporada resplandecían por todo el bosque. Ella estaba absorta en contemplar la belleza de los árboles recién bañados por la lluvia y el pasto de un verde esmeralda que crecía por todas partes. Los destellos anunciaban el mes en que su madre había fallecido. Se quedó pensando con la mirada perdida y abrazó fuerte a Pola. En esa tarde especial cerraba con la caída de la noche, la reflexión que mantendría durante la semana. Al mirar por la ventana, de inmediato quiso compartir el sentimiento de gratitud que la envolvió con ese abrazo. Imaginó el gran amor que impulsó a su madre al tomar nota de lo que decía su carta para cumplir su deseo; “Un oso”.

Pola había llegado como un regalo en una noche de reyes. Hacía ya mucho tiempo. Era increíble que estuviera hoy dispuesta a seguirla acompañando. Durante todos los años de su infancia sobrevivió como un milagro. Pasó de mano en mano entre hermanos, primos y visitas que querían jugar con ella sin el cuidado que su dueña le daba. Los niños a quienes le obligaban a prestarla muchas veces la dejaban de pie y como no tenía mucha estabilidad caía de cara lastimando su nariz y raspando sus patas. Pero siempre le decían que había que ser condescendiente con las visitas y que sólo se las dejara un momento. Ésas visitas y lo que le hacían a su Pola le enojaban mucho. Con el paso del tiempo se notaba que esa parte de la carita de su osa se había maltratado y ya no se podía componer por estar hecha de plástico delgado.

Ahora que era consciente de su compañía su asombro era mayor porque no se explicaba cómo se las había arreglado para seguirla. Hacía memoria, pero realmente la imagen de su Pola no se encontraba en las mudanzas que había hecho a lo largo de su vida. Desde que dejó de ser niña, en su adolescencia, juventud y edad adulta no tenía claro en dónde la había puesto y menos cómo se la habría llevado entre tantas cosas que se empacan. Vivió en diferentes casas. Cuando menos tres veces se mudó de residencia. Otros juguetes y cosas que se había llevado con un cariño especial venían a su mente, pero en alguno de los cambios se perdieron o alguien los desapareció. No tenía ni idea de lo que les había pasado.

 

Pola apareció siempre sin su cuidado y desapercibida. O eso decía ella porque por más esfuerzo que hacía para ubicarla, al parecer esa osita mantuvo por sí misma su lealtad, y se las arregló para llegar a donde su dueña estuviera. El momento exacto de ver a Pola entre tantos cambios había desaparecido de su mente, pero el haberla tenido cerca aún sin darse cuenta, era prueba de que desde el día que fue su regalo la osita se lo tomó en serio, y se aferró para no perderse.

 

Por eso un día ella reaccionó y se le quedó mirando para agradecer su valentía. La vistió con una playera y unos pantalones que fueron de los bebes de su sobrina. En invierno le cambiaba la indumentaria con un suéter que conservaba de sus hijos cuando fueron pequeñitos y que hacía ya mucho tiempo se había marchado de casa. - ¡Qué bien que te pusiste lista Pola! Hasta ahora me doy cuenta lo valiosa que eres para mí. ¿Sabes? “Las cosas que contienen la esencia del Creador son las que permanecen”-. Esa frase resonó en voz alta. La había leído en alguno de los múltiples libros de sabiduría que le alentaban a continuar su propia vida. Se daba cuenta a sus años, que Pola era algo muy especial.

La eligió en principio el amor materno. Con un esfuerzo extra, como ella bien sabía, para encontrarla en las tiendas de acuerdo con la cantidad de dinero que tenía en su bolsa para poder llevarla. Rememoró los días de diciembre y enero con el barullo del fin de año. Salir con el frío para tener algo que poner junto a los zapatos de los niños que se dormían con la ilusión de que les trajeran lo que habían pedido. Su madre tenía el don de estirar el dinero para que alcanzara. Todos los años hubo algo para cada uno de los hijos aun que no fuera exactamente lo esperado. Pero en la infancia la pura sorpresa de ver por la mañana lo que había era suficiente

Al compartir con ella ahora el inicio del mes que le traía el doloroso recuerdo de la pérdida de su madre abrazarla para que viera por la ventana, era una manera de reconocerle que guardara tantos recuerdos y su compañía. Le platicó que en ese triste día durante la ceremonia luctuosa se hizo de tarde. Al entrar en el camposanto, la noche poco a poco fue el escenario para la aparición de unos animalitos maravillosos que nunca había visto. Cuando caminaba con la vista baja hacia la última morada en donde dejarían los restos de su madre, vio el paso rápido de unos como trenecitos de luz. ¡Eran cocuyos! Su visión fue algo mágico. Al levantar la vista otros destellos pasaban solitarios o como nubes volando en todas partes. Eran las luciérnagas que desde entonces se quedaron para siempre grabadas en su memoria y en su corazón.

Cada año como otro regalo mágico llegaban al jardín de su casa muchas luciérnagas. Pola seguro había compartido sin que ella lo notara todos esos sentimientos. En silencio sabía dar respuesta y era también mágica su presencia a pesar del paso de tantos años. Todos los días permanecía firme.  Sus ojos tenían las rayitas iridiscentes de color azul cielo. Pero el café de su collar, sus cejas, y pestañas se había difuminado y ahora era todo blanco. Su nariz dañada seguía también sin color. Pero el gesto alegre de su cara estaba intacto. - Ya te dije Pola que vamos a procurar reparar tu nariz. Tal vez con un trocito de tela de fieltro negro quede bien o quizás pintada con mucho cuidado para darle forma y que no se vean tanto las grietas. Tus patas también están gastadas de las puntas. Pero con esos zapatos que te he puesto ni se notan-.

-Ahora que por fin me doy cuenta has estado conmigo conservando la dulzura a todas horas, te agradezco enormemente todo lo que habrás hecho para perdonar mi descuido. Reúnes mis más preciados pensamientos. Muchas etapas de vida con el mismo infantil diálogo. Pero ahora nuestros secretos son más profundos.

Aquí entre nos te confieso que eres más que amiga. Eres un testimonio presente de mi realidad bendita. A pesar de la inconsciencia que muchas veces me atrapa. Tú has persistido con tu amable presencia para volver a pensar en orden. Por eso ahora mismo tienes toda mi atención. Te nombro la portadora de mis más altos significados. La manifestación del cariño de mi madre. Del transcurso de mi vida entre milagros, De la permanente gratitud a tú constancia y espíritu guerrero al enfrentar los sucesos que has salvado para mantenernos unidas-.

La noche terminó con el espectáculo de luces a flor de tierra pero lo transportó al cielo. Innumerables estrellas brillaban como en un intercambio de la luz que es parte de un ciclo inagotable que reanima a la vida.

7 comentarios:

  1. Maravillosa narración!
    ese tesoro que casi todos tenemos y que a veces no le damos tanta importancia... pero, permanece y nunca nos deja! A veces es silenciosa y a veces tan presente.
    Recordatorio de toda una vida.
    Gracias💕

    ResponderBorrar
  2. Muchas gracias! Es maravilloso que tengas algo tan lindo para hacerte compañía.

    ResponderBorrar
  3. Ay Cecilia... Todavía tengo estrujada la pancita, gracias por tu escrito y por crear éstas imágenes tan bellas.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Lo más bello es encontrar personas que comparten esas imágenes!

      Borrar
  4. Lo bello es que se tengan imágenes compartidas!
    Gracias por tu comentario.

    ResponderBorrar
  5. Ceci este bello relato me hiciste transportar a mi infancia.
    Sabes..
    Tengo una muñeca que me acompaña desde niña y la conservo con mucho cariño.
    Parece como si hubieses narrado la historia de mi muñeca.
    Por cierto se llama Paulinita en honor a mi abuelita quien me la regaló.
    Te mando un fuerte abrazo 😍

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por compartir lo de Paulinita!
      Gran abrazo de vuelta!

      Borrar

Escribe tus comentarios