IDENTIDAD

 Mucho se dice que las grandes crisis, pueden o deben traer grandes cambios. El problema quizás es entender a que se refieren esos cambios y quien tiene que hacerlos para superar los momentos críticos. Muchas veces las personas están dispuestas a hacer lo que se les diga como una manera de mostrar su disposición a cambiar. Pero ahí se enfrenta el primero y definitivo aspecto de la identidad. Esto es; enfocar en un primer lugar, con qué o con quien es, que la persona tiene un vínculo o relación que genere la voluntad de actuar y enfrentar en principio la crisis individual y posiblemente ser capaz, de influir en los cambios que requieran una acción colectiva o de trabajo en equipo.

El tema de con qué o con quien se identifica una persona es complejo de entender. Tiene una gama de contextos y actuaciones relacionadas. Si a la persona se le pregunta: ¿Quién eres? Son muy frecuente las respuestas que se refieren a la actividad laboral que se realiza. Las que la persona percibe que lo identifican con el quien soy, asociado al ser valioso, útil, competente etc. La identidad en el aspecto laboral suele ser tan grande que se observan comportamientos de devaluación de sí mismo cuando se deja un trabajo formal que se ha desempeñado durante mucho tiempo o ha sido un medio de vida para tener ingresos económicos.

Esta identificación tan fuerte con aspectos de habilidades, destrezas, competencia, para ganar un sueldo, y ser productivo, se confunde con el valor y la dignidad de la que cada persona es dueña por el sólo hecho de amarse a sí mismo. No necesariamente relacionado con el salario que obtiene por desempeñar un trabajo. Las crisis que se enfrentan en una situación semejante pueden llegar a nulificar a las personas en función de una creencia  solamente utilitaria. Trascienden del individuo, ampliadas en la sociedad. Son diversas y graves las consecuencias de la identidad de la persona desde tal punto de vista. Gente que pierde las ganas de vivir y sociedades insensibles hacia la propia fuerza que las integra al cerrarles cualquier oportunidad de empleo. Despreciando además muchas cualidades que se hacen con gran creatividad para apoyar en otras áreas aún que no se reciba dinero a cambio. 

Otro aspecto de suma importancia en la identificación que se hace para responder a la cuestión de; ¿Quién eres? Es el papel que se cumple en la familia. Ser padre, madre, hijo(a), hermano (a), y todas las relaciones de parentesco le dan al individuo un rol que cumple para sentirse parte de un grupo fundamental que lo acepta y con quien se identifica. Dentro del cuál realiza un rol o papel de integración que mantiene unidas a las personas sobre la base de vínculos que le dan la seguridad de quien es. No obstante, es muy frecuente que existan desavenencias fuertes entre los integrantes de las familias que provocan crisis de separación, alejamiento, y resentimientos que pueden llegar a desintegrar los lazos que los relacionan, y como consecuencia una supuesta pérdida de identidad.  

Se puede entender que, si el sentido de identidad se finca en relaciones o vínculos temporales, llegará el momento en que se tengan que dejar, cambiar, o romper para que la persona rehaga todo un plan de vida de manera independiente. La transición que se requiere en cualquier caso confronta directamente la pregunta reiterada de Quien soy. Se revisa entonces si el trabajo que ya no se tiene, la pareja que se ha ido, los hijos que ahora sólo vienen de visita, los amigos o compañeros de trabajo que se han alejado o dejado de frecuentar son exclusivamente lo que forma la identidad.

Desde esas perspectivas la pregunta empieza a ser mucho más apremiante. En muchas ocasiones se estará solo. No hay ni actividades remuneradas, ni gente conocida, ni situaciones seguras. Generalmente aun cuando todavía la identidad se asocia con los ambientes de trabajo, familia o sociales, hay momentos en que se reflexiona que las decisiones más allá de esos contextos se tienen que tomar en soledad. Las consecuencias de esas decisiones son también los triunfos o fracasos que nos hacen sentir que estamos solos de una manera positiva. Porque reside en algo que nos sostiene.  Pero no depende de los lazos o vínculos conocidos.

Por lo tanto, cabe la reflexión personal para redefinir en qué o en quien está cimentada la identidad. Que sea permanente. confiable. Independiente de la situación, y de las personas en general.  Una identidad que sea tan igual a uno, para generar sentimientos de tranquilidad, de alegría y constante seguridad en los cambios que se hacen por uno mismo y por los demás.  La respuesta se ha expuesto y  tratado de explicar con:

Infinidad de textos y doctrinas.” Está dentro de ti”

Creencias y pensamientos: “Tú eres quien construye la realidad que vives”.

Retos Personales: “Sólo tú sabes lo que buscas”.

Rituales: “Sólo tú puedes encontrar lo que te anima”.

Podría continuarse el listado. Los Qué; Para qué y cómo, en la intención de encontrar la verdad, persiste como la otra Gran Pregunta. Esa verdad, esquiva ser capturada por unos cuántos y persiste con un significado puramente personal.  Saber;  Querer; Desear;  y cualquier otro concepto para movernos  a la acción de un cambio es lo que se conoce como voluntad propia. No hay de otra. Es eso, y el otro Algo Superior, que se intuye de manera particular.

Sin embargo; Has tenido momentos de calma. Tiempos de celebrar con alegría. Situaciones de tristeza que se convierten en esperanza. Encuentros con la emoción de la felicidad. Seguramente si te lo preguntas, la respuesta es afirmativa e incluye eso que te hace fuerte, te guarda y existe de acuerdo con tu historia de vida.  ése Algo Superior a ti que te mantiene vivo. Lo que te genera bienestar. Que te ha hecho compartir sin distinción. Fuera o dentro de un ambiente laboral. Fuera o dentro de un ambiente de familia. Fuera o dentro de tú mundo con el mundo entero.

Recordar qué, es vital. Si una gran crisis puede ser enfrentada, tiene que ser desde la certeza de tú identidad. Aunado a lo que es significativo para comprender. Quien eres. ¿Quién soy? ¿Quiénes somos?  Los otros puedes ser fracciones que identificas para construir fortalezas. Debe haber algo que los une. Normalmente entre las personas se encuentra en las experiencias de ayuda. en las vivencias de solidaridad para con otros, en las celebraciones de alegría o  conmemoraciones dolorosas, que se comparten de muchas maneras con empatía.

Recuerda qué será, si con la vista de una puesta de sol todos quedan en silencio. Con un acto de bondad se llenan muchas miradas con lágrimas en los ojos. Porqué un abrazo dice tantas cosas. Con un saludo se recobra el sentimiento de compañía. Eso es Algo Superior a cualquier crisis.  toca los corazones de manera similar y genera la compasión que los convoca para unirse. Tus recuerdos  y tú momento actual, son un buen indicador de todo con lo que lo que te identificas y te une a conocidos o  desconocidos. Si llegas al fondo, la respuesta es más clara y grandiosa. Quién eres y para qué has tenido todas esas experiencias puede sugerirte con renovadas fuerzas enfrentar lo que tengas que traspasar directo como la lanza en ristre que derriba murallas para rescatar la joya más preciada encerrada en un castillo. Tú castillo y el reconocimiento de todos lo que lo forman. 

Los sentimientos y experiencias que hermanan en la vida dan cuenta que hay algo en común. Indagar por todos lados, es necesario. Cada persona reconoce lo que le ha sido un beneficio para estar en paz consigo mismo y con los demás. Estar aquí es prueba de que se han superado las propias crisis. Se ha logrado sobrevivir e inclusive se ha podido ayudar a otros. En esa misma semejanza se sabe que hay recursos para encontrar alternativas. Que la identidad con ese Algo Superior, da forma con propios y extraños a los grandes cambios que ya no son opción, ni personal ni en comunidad, para desviar la mirada.

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