LAS LLAVES MÁGICAS

 Había una vez un señor cerrajero que fabricaba llaves a la medida.  Vivía muy feliz realizando su oficio dentro de su misma casa, porque diseñó su espacio para habitación y también para atender su trabajo. Por las mañanas se levantaba temprano para darse un buen baño y luego tomaba un delicioso desayuno. Luego se encaminaba hacia el frente de la fachada y abría la cortina. Para atender a sus clientes, había puesto un escritorio con un aditamento que desplegaba un rollo en la superficie. Ahí pasaban mediante un mecanismo una serie de pinturas. El mobiliario también contaba con una vitrina para exhibir las llaves, y una serie de cajitas labradas con diferentes modelos. El cerrajero podía atender con todo eso, a sus clientes, a quienes además les ofrecía una taza de café.  Le gustaba mucho platicar con ellos. Se interesaba en escuchar algo de su vida para poder darles el mejor servicio.

Cada cierto tiempo decidía mudar su establecimiento. Tenía una cualidad para captar una señal que le indicaba que había en otros lugares personas que necesitaban llaves especiales. Así que de la noche a la mañana empezaba a doblar cada parte de su establecimiento de modo que quedara del tamaño de una maleta. Hacía los dobleces de acuerdo con el medio de transporte que utilizaba. Si la distancia que tenía que recorrer era grande, procuraba que la maleta quedara como el de un equipaje de mano para su asiento en un avión. Si el lugar era cercano viajaba por carretera en autobús. También había navegado en barcos cruzando ríos y lagos. Le encantaba ir en tren. Disfrutaba enormemente el trayecto y admiraba el panorama desde el aire, la tierra o el agua. navegar en el mar para él era fascinante. Era grandioso emprender el viaje y saber que sus llaves eran de gran utilidad, además de tener diseños muy hermosos, que él mismo imaginaba para complacer al futuro dueño.

Cuando llegaba a su destino se dirigía hacia el lugar en que se establecería y comenzaba a desdoblar la maleta, hasta que tomaba la forma de la cerrajería. Entraba y en su casa se tomaba un descanso para comer y preparar lo necesario para abrir por la mañana. Su anuncio en la fachada era muy peculiar. En el rótulo de su publicidad se leía: “Se hacen llaves a la medida a cambio de depositar un deseo”. La leyenda era tan atractiva que las personas llegaban para preguntar cómo era eso de tener una llave a cambio. Otras personas solamente entraban para ordenar un duplicado o sacar una llave nueva pero no ponían atención en el anuncio. Pagaban con dinero el costo y se iban.  

Al cerrajero le emocionaba cuando alguien se interesaba en tener una llave y poder formular un deseo. Generalmente eran personas que les ilusionaban cosas muy alegres como poder viajar por el mundo. Había otras que llegaban preocupadas y anhelaban la cura para algún padecimiento. La gente que se fijaba bien en el letrero tenía un montón de cosas que deseaban.  Así que el cerrajero con calma preguntaba qué tipo de llave necesitaban. Los conducía para que eligieran el diseño que más les gustara. los llevaba hacia las cajitas que tenían grabada la forma que habían seleccionado. Los animaba para que se quedaran un ratito en silencio y formularan su deseo en la mente. Les decía que cuando lo tuvieran claro se tocaran la frente con las manos y capturaran el deseo para depositarlo en la cajita que tuviera el diseño de su llave.    

Les indicaba que esperaran un poco mientras él fabricaba la llave que habían elegido. Les invitaba a sentarse en la silla del escritorio, sobre el cuál, estaba el lienzo que cambiaba constantemente las pinturas y podían admirar las que quisieran.  Eran de muy diferentes temas. realizadas como acuarelas o con aceite. También ponía a su disposición materiales para que se convirtieran en pintores, por el momento en que esperaban. El mecanismo que hacía girar el lienzo se detenía cuando aparecía un espacio en blanco que podían aprovechar. El cerrajero se retiraba para hacer su trabajo. Regresaba cuando el cliente estaba listo y le entregaba en una bolsita las llaves.

Cada día llegaban nuevas personas, y en el tiempo que la cerrajería estaba abierta se multiplicaban las ganancias para el cerrajero y para todos sus clientes. Un día ya a la hora en que había cerrado, el cerrajero recibió una llamada por teléfono. Era una amiga muy querida que se encontraba en un continente muy lejano. Ella vivía sola desde hacía mucho tiempo. Su pareja había fallecido, y ella se retiró un poco para reconstruir su vida. Comunicarse con su amigo el cerrajero era un gusto porque podía platicar sus recuerdos con toda confianza. Desde la maravillosa vida en pareja, hasta los disgustos que por lo regular terminaban en reencuentros, pasando por episodios muy graciosos entre que se distanciaban para volver y continuar unidos. En esta ocasión su amiga tenía que contarle un encuentro sorpresivo.

Le recordó que cuando ella necesitó unas llaves acudió a la cerrajería. El modelo que tomó era el más bonito según su gusto. Lo había necesitado para abrir la puerta principal de su casa, que había permanecido cerrada desde que estaba sola. también se acordó de que había perdido el duplicado y la puerta quedó bloqueada. Pero como no ocupaba mucho esa salida no le pareció importante abrirla y pensó que por seguridad la dejaría así, ya que tenía otro acceso. No importaba que tuviera que caminar un poco más o salir por un callejón lateral. Sin embargo, cada vez que no podía abrir, lamentaba que no podía ver el jardín con flores que cultivaba y tenían tantos colores que le alegraban el día. esa vista le hacía falta. estaba justo enfrente de la puerta principal. se decía que era mejor ir a que le fabricara la otra llave, pero dejó pasar el tiempo. El cerrajero recordaba bien todo eso.  También que ella había perdido la segunda llave que si no se ponía junto a la original, no funcionaba el cerrojo para abrir. Total, que le preguntó cuál era el gran acontecimiento.

La amiga le contó que el día anterior, escuchó a alguien tocar a su puerta. Afortunadamente tenía la llave que él le había fabricado, pero se dio cuenta que faltaba el duplicado, y no pudo abrir. Recordó el deseo que había depositado en la cajita, y la volvió al presente el llamado al otro lado de la puerta. sonaba presuroso. Preguntó quién era y qué se le ofrecía. Era un hombre que estaba solicitando le permitiera hacer una llamada porque su celular se había averiado y era urgente localizar ayuda para un asunto muy importante que tenía entre las manos. La mujer se compadeció por el tono de la voz. Le indicó que tenía que dar la vuelta para que pudiera entrar. El señor le agradeció y se apresuró para hacer la llamada. Ella Lo escuchó decir que nuevamente estaba desorientado. Que no encontraba la dirección a la que lo habían enviado. Para colmo su teléfono se había descompuesto, y sólo por la amabilidad de una señora estaba ahora reportando lo que le sucedía.

La señora no se enteró de la respuesta que le habrían dado. pero cuando vio que colgaba el teléfono, le ofreció un vaso con agua. Se veía que el hombre estaba angustiado. Hacía movimientos negativos con su cabeza y sus manos se entrecruzaban con nerviosismo. Pero le agradeció su gesto de confianza y se dirigió a la puerta para retirarse. Ella le dijo que sin querer había escuchado algo de su conversación. Que si necesitaba volver para hacer otra llamada no tenía inconveniente. Lo reconoció como su vecino. Un hombre que salía cada mañana lo mejor que podía arreglarse según ella lo veía, para ir a un lugar desconocido. pero que puntualmente regresaba cada tarde. Encendía la luz de su pórtico y cerraba la puerta. Al otro día se repetía la rutina, que para nadie era interesante.

El acontecimiento que me anima continuó a platicar la amiga, es que cuando el hombre se marchó, cerró la puerta del callejón. cuando intenté abrir una mañana la llave no servía. nuevamente escuché que el hombre tocaba en la puerta. le dije que las cerraduras de ambas puertas estaban atoradas.  Él me contestó que el día que le permití hacer la llamada, al alejarse, había encontrado por el frente de mi casa, una llave muy curiosa. que la levantó del pasto y la guardó. Era tan bonita que le extrañó que estuviera tirada en la orilla de una de las losas del caminito del acceso principal de la casa. Me pidió que le permitiera intentar abrir la puerta. Que tal vez se destrabara la cerradura.

El caso es que vino esta mañana. el intento no resultó. Pero de acuerdo con lo que me dijiste cuando hice la orden para mis llaves, te pido que liberes el deseo que deposité en la cajita. ¡Estoy segura de que he encontrado la llave original! Tú puedes disponer ahora de la cajita para que alguien más la ocupe en su momento, y deposite en su interior un deseo a cambio de sus llaves.

Como me advertiste, la llave solamente de un lado de la puerta no funcionaba. tendría que ser encontrada o yo volver a hacer el pedido para la llave original. Me encerré a medias. Pero cuando me dí cuenta de que estaba atrapada preferí  probar la llave de la puerta principal. Me alegra mucho, le contestó el cerrajero. Ya voy a liberar el deseo de la caja que era tuya. Como ves ha sido temporal que no te interesara salir directo por la puerta de enfrente. Ten la seguridad de que lo que hayas puesto en resguardo se cumplirá tan pronto las dos llaves entren en contacto desde ambos lados de la puerta.

Nota: Sí. Como te podrás imaginar, las dos llaves coincidieron y la puerta estaba libre. Si la amiga inició una amistad, renovó su conversación, saboreó los desayunos y comidas con pláticas alegres. tomó paseos apacibles con agradable compañía, se desconoce.

Lo que sí se supo es, que, entre ella y el cerrajero, confabularon para decir a los clientes que disfrutaran lo que tuvieran al alcance en cada momento. Sin quejas, y recordando el deseo que hubieran depositado. Si una de sus llaves se perdía el momento de liberar su deseo había llegado. Acordaron que cambiara la leyenda del letrero para anunciar: “Se fabrican llaves mágicas para quien quiera creer que existen. Su costo es un deseo que se deposita en una cajita personalizada”.

4 comentarios:

  1. Qué bonito, me hizo recordar que efectivamente las cosas tienen dos lados siempre como mínimo, pero lo mejor de todo es que podamos verle el lado positivo y aprender algo de ello.

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    1. Muchas gracias por tú comentario!
      Me alegra que tenga ése significado para ti.

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  2. GRACIAS MUY BONITa HISTORIA me llamo la atención como articula su trabajo con su vida y con los demás

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  3. Me encanta que tú imaginación rescate algo de la fantasía que hace un cuento bonito!
    Gracias!

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