SORPRESAS

 ¿Me vas a decir que realmente ver un animalillo jugando te ha conmovido? ¿Qué puede tener de especial? -Créeme que a mí me alegró la mañana después de haber tenido un contratiempo bastante pesado. Estaba con el ánimo caído; iba rumbo al mercado para hacer unas compras, todavía pensando en cómo iba a recuperar lo que había perdido, cuándo en medio de la calle apareció trotando y dando saltos un cachorro. Era un animalito de los que se les dice corrientes. Su pelo tenía un tono amarillo muy brillante, sus orejas le colgaban de manera que en cada salto se le movían para todos lados; hacía muchas piruetas lanzando al aire un tenis con agujetas, que posiblemente había encontrado en un terreno abandonado. Era tal su alegría al correr y cachar el zapato que no le importaba darse vueltas y rodar para morder su juguete tantas veces como podía. Con esa imagen, de verdad, para mí se detuvo el tiempo. Me encantó verlo tan alegre sin ocuparse más que de estar vivo y disfrutar del día, que, hasta ese momento, me di cuenta estaba lleno de sol. Tal vez a ti te parezca una tontería. Contemplar un cachorro, apreciar el sol y sentir que era un día bueno…

No, no, ahora te entiendo. En muchas ocasiones pasamos desadvertidas cosas muy simples, que en un instante se convierten en algo especial. Para ti detenerte a ver al perrito, fue un regalo que te dio tranquilidad y alegría. Considero que hasta te renovó la fuerza para resolver el problema y te diste cuenta de que el sol brillaba a pesar de tú preocupación.  Te voy a contar lo que me pasó después de asistir a una cita con el dentista. Tú sabes que las curaciones de los dientes, para mí, son la mayoría de las veces desagradables, pero más vale atenderlas a tiempo para que no se conviertan en un verdadero tormento. Sentir el metal de los instrumentos y el ruido me produce una sensación terrible.

Al salir del consultorio vi un par de muchachas que se disponían a sentarse en una banca a la hora de su descanso para comer.  Yo estaba muy adolorido y tenía mucha hambre, pero todavía en la boca sentía el adormecimiento por la anestesia y en la lengua el sabor de los materiales de la curación… no sabes cómo al pasar cerca de ellas, aprecié ver que las compañeras saboreaban muy tranquilas, ¡unas tortas! Casi me dieron ganas de felicitarlas y decirles que las disfrutaran mordida por mordida. Para mí en ese momento esa comida era un manjar de reyes. Yo no podía, ¡ni abrir bien la boca! En serio que pensé en agradecer al cielo porque alguien estaba comiendo, desde mi perspectiva algo tan rico como un pan relleno, cuando yo no podía ni tomar un bocado. ¿Qué te parece?

Pues me parece que hay tantas cosas que aparentan ser simples, normales, sin chiste. Pero que en un momento se vuelven sorpresas para valorar lo que tenemos a la vista, al alcance y no apreciamos. A pesar de que nos preocupamos por diversos asuntos, posiblemente la solución ya está en camino. Mientras tanto la vida continúa para otras personas, y seres que ni se enteran de que tengamos problemas. Igual si estamos imposibilitados para comer y no sólo por una curación, sino de muchas formas como si no hubiera algo sobre la mesa en un momento dado. Seguro éso ha de ser mucho más terrible que una sensación desagradable pasajera. Habrá muchas anécdotas en las que se puede mejor agradecer que inconformarse. Creo que un cachorro, una comida, un episodio difícil, tienen muchos más significados.

Sabes;  si nos escuchara alguien diría que estamos muy mal. Cómo un perro a media calle o una comida tan simple es motivo para quedarse a pensar, entre una avalancha de pésimas noticias o asuntos importantes que atender, cada día en que el ritmo de las rutinas se ha acelerado, en dónde casi todos perciben que se va volando la vida y que como un acto de magia desaparece lo que te hacía sentir seguro.  Pues ahí me atrevo a decirte que otra cosa sorprendente sería dejar de juzgar y poner etiquetas de bueno o malo, de confusión inesperada, si para cada uno existe una oportunidad de encontrar sorpresas, y sobre todo utilizarlas para enderezar lo que nos disgusta, lo que hay que enfrentar sin dudas; reconocer lo que es una fortuna porque se tiene ahora mismo y se pasa desapercibido. ¡Hay personas que dan gracias por lo que no tienen! Te imaginas que lista enorme podríamos enumerar de cosas que es mejor no tener; otro tanto para las que sí se tienen y no se da uno cuenta, hasta que las ve en otros y te hacen recapacitar para agradecer por ellos si es que no hay más por lo pronto para uno… te digo algo más al respecto, conocí a una señora que había disfrutado tantas cosas bellas, según me contó, que cuando ella ya no podía hacerlas, su alegría era que otros las pudieran experimentar.

Me dijo que su cuerpo, a su edad ya se cansaba más rápido, pero que cuando había niños con quien jugar le salía fuerza para esconderse, o corretearlos, con tal de que se sintieran bien en su compañía. También a veces cocinaba y hacía reuniones para que sus invitados comieran los platillos que ella ya no podía por sus achaques y los problemillas usuales de sus años. "Te imaginas estar feliz por la felicidad que puedes dar a otros", me decía. Yo me quedaba con cara de no entender mucho puesto que lo usual es que primero se haga lo que le guste a uno mismo y luego ya se verá. Es decir que se vale primero ver por uno sin afán de fastidiar, pero luego o de plano si se puede con un par, tener experiencias buenas, compartir, para que en conjunto sean mejores. ¡Pues que señora! Pero sí. Me ha pasado. Son los regalos sorpresa, para variar. Es decir, cuándo eliges un regalo pensando en la alegría que le causarás a quien va dirigido, o si no es un regalo pero es una sorpresa que hará recobrar la confianza a alguien. 

Buscas con la emoción que te entusiasma al recordar qué le gusta, qué se necesita o ilusiona, aunque sea una “chuchería”. Nada más imaginar caras con una sonrisa, o una mirada brillante te hace sentir bien. yo llegué a tener una gran amiga que, con la confianza de decirnos cualquier cosa, en una ocasión estuvimos de acuerdo en que los regalos de cumpleaños fueran cosas sencillas pero útiles. Muchas veces nos habíamos hecho obsequios que al final, no habíamos usado, eran para guardarse, y no eran una gran sorpresa.  Así que un día le pregunté que deseaba… su regalo fue un tarro de miel. Otra vez una mermelada elaborada de manera artesanal. Nos pusimos de acuerdo en un día señalado, para ir a un paseo, ¡A comer garnachas! Total, nuestro intercambio cada vez se convirtió en una sorpresa anticipada de lo más divertida. Nuevamente pudieras decir que si nos escuchara alguien seguro ya estaría poniendo los ojos al cielo para calificar: “Que tonterías”

Pero prueba que tal se siente que no te importe el qué dirán… porque tengas gustos tan; ¿aburridos? ¿simples? ¿incomprensibles? Ahora sí que en buen plan; ¡a nadie le importa! Puedes estar tranquila que cada uno tiene el cómo llevar su vida adelante. Permitirse quedar inmóvil, pensar un rato, para que: El dolor, la pérdida, lo que sea; se transforme en una amiga que es la vida misma que te da sorpresas, generalmente para llamar tú atención y un día te animes a platicar con ella.   

ÍDOLOS Y FIGURAS

 Con que al parecer vamos lento. Así parece. No porque la peste ataca y andan todos asustados tratan de cambiar algo. Les pega solamente un rato sentirse mal o querer hacer de otra manera su vida.  Luego, ya usted ve; a “todo lo que dan” en grupos de compra y venta, de desolación y fiestas, de desalmados y temerosos sin acordarse de nada. Según se dice hay como un miedo que va y viene entre el relajo y estarse quietos. Renovar lo que quisieran no tiene nada de fondo. Lo que sí se nota es que hay más descarriados. Dicen que se han perdido sus almas entre tanto alboroto. Bueno, y dicen almas unos, pero otros ni a eso llegan. Son como las bestias de presa que andan errantes agarrando lo más fácil en dónde se puede. No les importa si hacen daño o hasta que les haga daño.  La cosa es agarrar sobras por donde sea fácil y caer encima de los incautos; su manera es sobrevivir a como dé lugar.

Figúrese; los que se la pasan en algo que sirve, y se necesita para muchos, no son apreciados. Se les trata sin mirarlos. Es una rutina que la mayoría hace como llevados por debajo de las cosas, por abajo de la gente, arrastrados por sus entretenimientos, ausentes, sin rumbo. Así pues, cómo van a llegar a una parte. Lo curioso es que ni se dan cuenta. Creo que usted y yo ya estamos rotulados como bichos raros.  Estamos de estorbo viendo cosas que inquietan, alarmas y señales por todos lados, pero nomás nosotros. Será que los que se ponen a observar ¿ya no se ven?  Mire, ponga cuidado…

Por la calle apareció una banda de muchachos; su caminar era disparejo, con una mirada huidiza hacia todas partes. Se comunicaban con gestos, movían la cabeza y las manos para señalar. Se dirigían hacia una institución bancaria. Cuando estuvieron cerca, uno se detuvo y se sentó en una jardinera, otro se quedó de pie fingiendo hacer algo. Un tercero se recargó en la pared cerca del cajero automático. El que permaneció sentado sacó un teléfono celular de su bolsa y empezó a gesticular, pero se veía que su boca pronunciaba palabras con mucha calma. Hizo un ademán para llamar a su lado al que estaba parado y le pasó el teléfono. Así que lo tuvo en la mano, el chamaco se paseó con el aparato muy pegado a su oreja y con cierta prisa habló por momentos alterado, se calmó cerrando la conversación, para regresar el teléfono al que estaba sentado, el cual, cruzó las piernas muy complacido, y continuó hablando, volteó a ver al que estaba en espera recargado en la pared, y le hizo señas como de apurarse.

El señalado entró al cajero y tecleó en la máquina. Observó con avidez la pantalla; nuevamente oprimió el teclado, y fijó la vista en los números que aparecían. Volvió a teclear ágilmente y cerró la sesión. Salió aparentando tranquilidad, se detuvo en un lugar más alejado, levantó un brazo y mostró su mano para indicar que habían concluido. En un momento los tres se movieron y se juntaron más adelante en dirección hacia un sitio en donde se ubicaba otro banco.  

¿Sabe usted lo que posiblemente ha pasado con esos hombres? Le voy a confiar lo que ha pasado: Creyeron hacer un gran negocio. Este día posiblemente tendrán para comer, para comprar cosas que les gustan. Hay muchas baratijas que les llaman la atención y quieren tener para presumir en sus escondites. Tienen muchas ansias de apegarse a cosas que les sirven para pasearse enfrente de los que consideran tontos. Quieren sentirse importantes. Quien sabe a quién tendrán que rendir cuentas y si lo que sacaron sea todo para ellos o alguien les exigirá una tajada. Después de su supuesto triunfo viven con miedo, apartados la mayor parte de su tiempo ante el temor de ser reconocidos.

No miden que hay porquería cuando bajan la cara, en sentirse inquietos todo el tiempo. Corren a salto de mata vagando, pero presumen de su astucia con sus conocidos de quienes desconfían mutuamente a su alrededor. Su disfrute se evapora rápido, porque lo que creen haber ganado ha sido mal habido. Cambian su tranquilidad, pierden su paz, pero más les gana atarse a sus amos que son de algún modo ídolos para sentirse alguien. El confidente se quedó pensativo, no sabía bien que contestar, pero empezó a decir: Mire usted, yo sólo sé que hay muchas cosas que deslumbran en el camino. He conocido cantidad de gente con una historia que no termino de entender. Ellos mismos están hechos una madeja con cadenas que se les enredan. Menos les importa el quehacer de quienes se burlan. Al querer tener tantas cosas para disque sentirse bien, luego les sale cola porque se atan al cuidado de lo que han juntado. Se arriesgan a ser presos de muchas maneras.  entonces por eso siempre que escucho un cuento en dónde sale la avaricia humana no sé a qué le tiran.

Cada vez se labran su propia condena. Que les valga; siendo que en esas circunstancias la gente se pone a reclamar a las cosas que nunca les llenan y las culpan por lo que les pasa. Puede que, en una de esas, se metan en sus cabezas, saquen algo de provecho viendo tepalcates que no les sirven y figuras mal hechas con muchos ojos que se opacan. A veces he encontrado que se puede ver derecho. Es algo como milagro, cuando pueden dar un saludo al paso. Se nota que han hallado un poco y aunque a veces vuelven a las andadas yo digo que ya tienen remedio.

Ahora sí que me ha dejado usted sin palabras. Sin querer me ha dado una lección. Al contarle de lo que esos muchachos estaban haciendo se me revolvió el enojo que a veces cargo por tanta marrullería. Por el gran descaro que tiene que ser castigado. Le confieso que he visto maldades, que entiendo el querer desquite. Que me agarra el asco porque se llevan entre las patas a gente que no se lo espera, que tiene otra manera de ganarse lo que se ocupa. Pero ahora me desdigo; los desalmados son los que llevan el lastre. Usted con su modo de ver las cosas me da a entender que cada uno va a traer lo que ande buscando y lo cargará como un yugo igual que las bestias que aun que anden sueltas se quedan paradas para otro día repetir un surco sin descanso.

Ahí le va un cuento que mi nieto no sé de dónde lo aprendió. Creo que queda bien para ahorita: “Había una vez un hombre muy malo… no soportaba que nadie le dijera que hacer y obligaba por la fuerza a obedecer a todos los que se le presentaban. Les decía que tenía un ejército de figuras poderosas que lo guardaban. Que esas figuras tenían poderes para cuidarlo y que con ellos podía vencer a todos. Gritaba que si alguien se atrevía a tocarlo o tocar a sus figuras morirían sin remedio bajo su sombra… Un día llegó al pueblo alguien muy valiente, (le pregunté a mi nieto si era alguien joven o ya viejo, él me miró de frente y dijo: No sé, pero puede ser como tú quieras), no le gustó ver a todos asustados por el hombre malo. Se escondió cerca de la casa y cuando todo estaba quieto, agarró un mazo y se metió al cuarto en donde estaban las figuras. Había de todos tamaños, comenzó por desbaratar a las más chicas y luego quebró las demás hasta que alcanzó a la más grandota.  A esa no la tocó; le puso como pudo el mazo entre sus manos y se fue a su casa. Al otro día se oyó un bramido como el de los toros que resoplan en el corral lleno de espuma el hocico. El hombre malo se puso muy enojado, y les preguntó a los asustados del pueblo, quién se había atrevido a destruir sus figuras de poder. Alguien le contestó que seguro su figura grandota, que tenía el mazo agarrado. Entonces el hombre malo gritó más fuerte: ¡Eso no es posible! ¡¡¡¡No tiene vida!!!!

Va usted a creer que mi mocoso en ese momento me dijo; ¡ahí te ves abuelo, ya me cansé de contarte cuentos, luego nos vemos! Y salió corriendo. ¿Qué le parece? Me parece que su nieto es muy listo. Ahora creo que lo que le contó nos repasó a usted y a mí. Puede ser que repase también a otros.

 

PASARELA PECULIAR

 Hoy les presentaremos una pasarela muy peculiar. Van a poder observar estereotipos muy comunes que las personas adoptan como atuendos para lucirse en su vida. Con esta narración la imagen de alguien, posiblemente de ustedes mismos, saldrá en una pasarela portando los vestidos o trajes que se usan para enfrentar las situaciones de vida. La pasarela será breve. Pero lo suficiente para proyectar algo que luzca atractivo, sirva  para disimular alguna cosa que disgusta, o reafirme la imagen que se quiere mostrar. Habrá que identificar cuando se usan prendas que son incómodas; algunas copias, con parecido a las originales, para desviar la mirada. Sin embargo, no engaña a un ojo experto, y menos a uno mismo que sabe a fondo el para qué se viste a la moda o conserva un estilo a pesar de las críticas o tendencias. Que conste que no es de la moda en las pasarelas de alta costura de lo que se trata.

Imaginen un escenario para el primer desfile; se encuentran en un juego en donde se participa en pareja. Todos los competidores son motivados por destacar en diversas habilidades y destrezas. Pero, cada miembro de la pareja tiene diferentes cualidades como es natural. El formato del concurso contempla pruebas que deberán superarse con el apoyo y ayuda de su compañero. A veces se requerirá que uno tenga la función solamente de animar el desempeño, y otras veces, ambos deberán aportar su esfuerzo para lograr la tarea. Un personaje tiene rasgos desagradables para una gran mayoría, aun que para su pareja es atractivo, y lo considera en general un elemento que puede hacer que ganen juntos.

 Lo que en la pareja no se percibe, es un desequilibrio de fuerzas que normalmente se pone en evidencia con abusos, desconsideración, maltrato, y críticas constantes entre ellos. Generalmente participan en des armonía. Es un atuendo que causa indignación, pero el que lo porta no lo nota. Se ha acostumbrado a las ropas sucias. El personaje femenino o masculino, si se equivoca en la competencia tiene la costumbre de señalar las fallas del otro; alguno adopta un papel sumiso; el otro hace bromas para ridiculizarlo frente a los demás, y es difícil que acepte su propia incapacidad para lograr resultados si pierden. Pero sí argumenta con mucha palabrería infinidad de pretextos con tal de no asumir su propio mal desempeño.

El atuendo con que se visten indistintamente, por lo tanto, es: Aparentar que se tiene el control de todo. Se comporta intransigente con la pareja. la somete y pretende someter la opinión de otros con la manipulación de argumentos cínicos. Minimiza la colaboración y capacidades cuando se siente menos. porque no reconoce que está superado en esfuerzo y competitividad. Encuentra el cómo elogiar demasiado su intervención y se alaba a sí mismo si por excepción consiguen un resultado favorable. Se comporta sumamente agresivo ante la crítica. Tiene muy poca o nula tolerancia al fracaso y no entiende que le sirve de aprendizaje, pero es muy hábil para encontrar culpables y justificar su mala actuación. Hace creer a su pareja que sin su compañía no vale. Que si no estuvieran juntos ni podría participar. Le dice que por eso está a su lado. Que su interés es apoyarla para que cumpla sus sueños… que los de sí mismo los sacrifica…ambos se justifican y enmascaran para no mirarse en el engaño mutuo de sus prendas.  

Como ustedes podrán apreciar las ropas que se lucen son un conjunto de mentiras, falsedades, y una carencia enorme de autoestima. Lo interesante es que su compañera (o) le hace juego con sus propios vestidos de minusvalía. Se porta con abnegación. Es decir, se niega a sí mismo (a) en un falso interés por el bienestar del otro; se anula, y sólo se conforma a veces con el llanto o la comprensión de los demás que por más que le dicen que no se resigne al mal trato, siente que no encuentra una salida y continúa al lado de alguien que la, (lo) desprecia y termina por despreciarse a sí mismo (a).

El personaje es cualquiera que se ostenta como un gran macho (sin distinción de género). En el fondo es un cobarde, que desconoce ser independiente y no se permite afrontar retos. Manipula a cuantos cree engañar con su apariencia violenta y no sabe valorar nada ni a nadie. Su primer y último recurso es amedrentar con sus brillos sin valor. Su atuendo requiere una limpieza a fondo para desechar esos trapos, que de tanto uso se ven desgastados, viejos, que a nadie le agradan.  El complemento que posiblemente le vendría bien de su compañera(o) es confrontarlo. Retomar las cualidades que se han opacado y sacarlas a relucir con renovado impulso para salir adelante sin lastres de infelicidad impuestos por cualquiera que está peleado con la vida y consigo mismo ante su incapacidad de realmente ser un buen participante, superar su egoísmo, y por fin ganar algo satisfactorio para ambos.  

El siguiente atuendo lo pueden imaginar en diferentes escenarios. Está configurado para portarlo de manera casual en cualquier situación. se puede combinar para dar la sensación de estar siempre a la moda.  El personaje es joven, adulto o inclusive viejo. Su característica es la ausencia de compromisos. Evita a toda costa tomar decisiones. Muestra obediencia total para que cualquier error se adjudique a otros. La mayoría de las veces el portador se asume como víctima. Ya sea de las circunstancias, su pasado, su angustia por el futuro, su descontento por el presente, su inconformidad con el clima, los animales, las plagas, la alegría de otros, la desgracia de tantos … total que con todo sufre, pero jamás toma acción para remediar algo. Casi se dedica a predicar que nada se puede hacer y es mejor resignarse. Que cada uno haga lo que le parezca y nadie se meta en los asuntos que no le corresponden ni directa ni indirectamente. Por lo tanto, navega como un corcho a la deriva, pero eso sí muy enojado, y lamentando todo el panorama ante el cuál no tiene alternativas…

El personaje que luce este atuendo es irresponsable. Supone que su incapacidad es muy amplia. Desconoce sus posibles habilidades puesto que no acepta tomar riesgos. Le preocupa mucho el “que dirán” y vive para complacer a todos aparentando compañerismo y comprensión. Es bueno para oír, pero no se escucha a sí mismo. Tampoco se da cuenta de su inacción justificada por el miedo y la desconfianza de su propio valor y el de los demás. Se le dificulta por lo tanto colaborar y hacer trabajo en equipo. Pero es muy acomedido para meterse a remediar la vida de otros.  Se deja llevar por las opiniones superficiales, se asusta fácilmente antes de haber intentado algún esfuerzo. Como es un personaje muy popular su atuendo ha perdurado por mucho tiempo. Por todas las épocas. Al parecer es un traje que se resiste a pasar de moda.  

Como habrán podido notar los vestuarios exhibidos se pueden combinar. Son de primavera, otoño, invierno o verano. Inclusive se tratan de adornar con accesorios de todo tipo. Por ejemplo;

Para el atuendo de macho, va bien hacerse el incomprendido, o acusar a sus antepasados por tener que usar esas apariencias. Normalmente alegan que son patrones aprendidos de vestimentas usadas. De segunda mano, y que así han sido del uso en su familia y aceptado en los ambientes que frecuentan. Al final no son más que pretextos, que posiblemente nadie se los ha hecho ver con la determinación y el coraje para confrontarlos con el cambio…En cuánto a los modelitos que “llegaron para quedarse” les vine bien como accesorio reluciente, la queja. Les encanta estar protestando por todo, pero se quedan inmóviles. Se activan sólo para la crítica. Persisten en su inacción que les resulta bastante cómoda, mientras otros se esfuerzan para modificar las cosas dentro de su entorno inmediato.

 Por lo visto; la peculiar pasarela podría incomodar a muchos aficionados a esta clase de modas, a los personajes y al uso de los accesorios. La intención es que no se deje convencer por las tendencias tan comunes sobre los gustos de las personas que tampoco saben de moda. Pero son los más influenciables. ¡Justo de los que tienen un gran temor al ridículo! tal vez valdría probarse algún modelito y ver cómo se luce ante el espejo, con accesorios o sin. Podría moverse inclusive a desechar algunas prendas con las cuales se tiene mucho apego; son muy queridas, pero es necesario tirar. No vale regalarlas. son para la basura nada más.