SONRISA

¿Abuela, por qué sonríes? Yo sé que te han pasado cosas terribles… ¿Cómo es que puedes sonreír y eres tan apacible?

Mi querida niña, estoy feliz porque he ideado mejores trampas para los intrusos que pretenden invadir mi espacio. ¿Recuerdas que te dije una vez que te invitaría a conocer un lugar muy especial? Pues ahí podrás entender cómo es posible sonreír y estar tranquila.

Cada vez que su abuela decía cosas que encerraban una pregunta, tenía que ponerse atenta porque seguro venía una gran sorpresa. Ella había convivido muy de cerca con su abuela. Le encantaba sentarse en el sofá de dos plazas para escuchar sus historias y verla tejer. La abuela era experta en hilar puntadas en trenzas o grecas. Las entretejía al ritmo de sus relatos. ¿Te platiqué ya, de la chispa de luz que anhelaba convertirse en un rayo luminoso? Sucede que alguien le había dicho que no podía competir con la velocidad de la luz para alcanzarla, la chispa se preguntaba cómo hacerlo todos los días, porque solamente de ahí podría tomar algún destello que se desprendiera y hacerlo suyo… La nieta se le quedaba mirando, porque a veces notaba que las palabras salían de su boca como en un pentagrama de los que contienen a las notas musicales; se elevaban por encima de su cabeza en un rizo igual que sale el humo del café, y se escapaban por la ventana. – ¿Sabes abuela? Se me ocurre que si pudiéramos detener la carrera tan veloz que dices lleva la luz, tal vez así despacito como se ven tus palabras, la chispa podría alcanzar lo que busca- Mmm podría ser, tú sigue imaginando mi vida, por más que se diga y se intente arrebatar la sonrisa que veo en tu cara cuando buscas respuestas con tu imaginación, te aseguro que ahí se encuentra la fuente un poder grandioso.

La nieta se quedó dormida, la abuela puso a un lado su tejido y se quedó mirando a lo lejos para descansar la vista,  en un instante volvió a su rostro una sonrisa. En el silencio, inició un diálogo consigo misma: ¿Recuerdas que en tu casa había muchos espacios para imaginar y creaste historias de cuentos que se mezclan con realidades de ayer y hoy? Tuviste la fortuna de poder jugar en muchos lugares dentro  y fuera,  en lo que un día fue una de tus casas. Había un cuarto con una pared de madera, que tenía repisas delgadas en donde se podían acomodar muy bien las botellas de vidrio que contenían brebajes de colores… eran las pócimas que preparabas con polvo de ladrillo anaranjado, o con papeles que se despintaban en tonos de azul, verde y amarillo. Había que buscar los materiales que tornaran el agua de diversos matices para estar preparados ante cualquier dragón de fuego o sombra aterradora.

Tal vez todavía te acuerdes que una vez pusiste un bosque entero en el patio largo de la entrada, ahora mismo desconozco de donde aparecieron un montón de ramas secas con formas tan perfectas para colgar listones y flores, entre las cuales se podía cruzar por veredas sin fin hacia aldeas y montañas. En otro lado, la pared de un cuarto tenía una pequeña ventana por donde se podía descolgar una cubeta para sacar agua del pozo en que se convertía la pileta del lavadero de la zotehuela. Un pasillo sirvió como segundo piso de TÚ casa. En  temporada de verano, un aparato de refrigeración desvencijado sirvió de nido para una gallina. Fue un alboroto verla salir con un montón de pollitos corriendo, hacia otro patio en dónde también hubo patos que salpicaban agua de un charco -laguna- que se formaba en el cemento resquebrajado.

Los espacios para jugar eran interminables, te entretenías con lo que hubiera. En cualquier día se podía inclusive,  salir a la banqueta de la calle con un camión de volteo de plástico rojo y amarillo para hacer un trabajo de excavación...era una faena encontrar los pedacitos de metal, que se quedaban escondidos cuando caían de los tambos en que los tiraban los trabajadores de la fábrica cerca de la casa, que armaba extensibles para reloj; cada laminilla se convertía en mercancía de la tiendita que habías instalado en el pretil de otro patio. Un 6 de enero, los reyes magos te trajeron una báscula chiquita, pero “de a deveras” así que  la imaginación voló para establecer  un negocio, y recolectar todo lo que podría venderse; tierra, polvo de ladrillos, piedras, hojas y por supuesto las laminillas de metal. Aunque a veces era mejor pesar las cosas abreviando los gramos para no agotar de una vez todo cuanto habías amontonado, con la complacencia de tu madre que supervisaba los alrededores y limpiaba incansable lo que se pudiera. Consintió que pusieras a resguardo hasta culebritas de agua, y bichos en cajas,  frascos, o en una pared ruinosa de dónde apareció una mañana a asolearse una serpiente que salvó la vida entre los escombros. 

La abuela pensó qué lejanos estaban sus recuerdos de la comprensión de su nieta, no obstante, su dicho respecto a cultivar la imaginación,  consideraba que es  un tesoro invaluable. Había visto con asombro novedosos modos de entretenimiento muy diferentes, con la tecnología a su servicio, como  una herramienta de gran alcance para sobreponerse ante lo que en un momento sirvió para crear algo. La imaginación parecía subordinada a las distracciones asombrosas que atraen la atención de adultos y niños quienes desde antes de su nacimiento, están ligados a sus espectaculares avances, y  los captura apenas pueden manipular la infinidad de dispositivos electrónicos. Pero por alguna razón el que a algunos adultos les disgustara alentar la imaginación y prefieran comprar cosas que sustituyan a la creatividad innata de sus hijos, es evidente que los altos precios los presiona a ellos, y a los niños les produce rápidamente aburrimiento. La publicidad abrumadora para el consumo de juguetes multiformes, hechos de plástico y mecanismos muy convincentes para imitar cierta “vitalidad” casi de inmediato son inútiles para generar una curiosidad de búsqueda que  por principio, permanece latente.

Por lo tanto, la abuela consideraba que era  un desafío aprovechar la oportunidad de estar presente con su nieta, los niños “nuevos”, y los adultos, hoy que se ha concretado mucho de lo que se imaginó en algún cuento. Pero, de hecho, todavía cuando tenía invitación para convivir con sus nietos,  se alegraban en los paseos para encontrar algún animal que se escondiera en un hueco o se quedaban quietos  para escuchar un sonido extraño, aunque fuera en el jardín de su casa. Era un encanto proponerles ir a explorar. Una de sus nietas corría para ayudarle a ponerse los zapatos,  se peinaban juntas, y la niña tomaba una rama que había dejado en la puerta el día anterior; una rama entre miles pero que a ella le parecía especial. Caminaban  todos los días el mismo vecindario,  y veredas del parque comunal, pero con la expectativa renovada en su imaginación para hacer emocionante cada encuentro con el entusiasmo inagotable de descubrir algo diferente. 

Su nieta y en general los niños que conocía podían dejar con alegría cualquier juguete costoso, ante las palabras que les sugerían una aventura al aire libre, con el sol y el agua a su disposición. Sin importar las advertencias  o incomodidad de los adultos, sobre que no fueran a mojarse, la impaciencia se quedaba en el aire por tener que cambiar al regreso ropa, lavar manos, o hasta dar un baño completo, las quejas de consentir demasiado tantas ocurrencias en lugar de quedarse quietos, o de ocupar los juguetes amontonados dentro de cajas y armarios llenos. No obstante, valía la pena esbozar una sonrisa para acompañar a un alma libre, y explicar cuántas veces fuera necesario, qué es una zotehuela, un pretil, una pócima; asegurar la existencia de dragones de fuego que realmente tenían fauces que echan fuego, no  como las imitaciones de los aparadores, y por supuesto: Que existe una chispa que puede perseguir a la Luz para brillar más por sí misma.

SUSPENSO

 Ya era hora de irse, me concentré en meter en cada bolsa los paquetes y cosas que tenía que llevar, comprobé que el peso jalara más o menos igual a cada brazo y comencé a caminar para dirigirme a la puerta; había distribuido toda la carga para equilibrarme y bajar por la rampa para salir. La tarde era apacible, la lluvia no regó el amplio jardín ni el camino de cemento cuya pendiente de bajada, con la humedad, se tornaba resbaladiza y peligrosa. Como no había gente en la casa si sucedía algún tropiezo, tendría que arreglármelas como fuera para no quedar atrapado, especialmente por la tarde noche cuando el ambiente de aquel lugar se envolvía con un “excesivo silencio” que provocaba una sensación de inquietud, por más que la casa estuviera en medio de otras fincas y rodeada de predios que tenían perros alborotando con sus ladridos, en algún momento el lugar se transformaba y parecía un espacio apartado. Dentro de sus muros reinaba una paz que ni el viento movía las hojas de los árboles, la sensación podía ser de calma, o producir un vacío que pudiera dejar entrar algo indescriptible que causaba temor y a veces espanto. Había sin embargo varios perros que cuidaban toda la propiedad, me conocían bien, se acercaban amigables para recibirme, y me seguían a la salida, éso me tranquilizaba un poco, pero cuando se alejaban corriendo quedaba la duda del porqué se iban.

Con esos pensamientos, de repente sentí como un leve toque al nivel de la mano derecha, supuse que era uno de los perros que le gustaba escaparse, me detuve de golpe para girar la cabeza hacia atrás, y decirle   que retrocediera, para evitar que se escabullera o me hiciera caer, pero me sorprendió la nada. No había algún perro que me acompañara, o algo que hubiera tocado la bolsa. Una sensación fría recorrió mis brazos y empezó a acelerar el pulso en mi mano. Con la presión del peso, y la vista alrededor, comprobé que efectivamente estaba solo.Terminé de recorrer la bajada y dejé las bolsas en el suelo un momento para tomar la llave y abrir lo más rápido que pudiera el cerrojo de la puerta. Pero la llave se atoró y entre más me apresuraba, el cilindro que debía girar para liberar el seguro no cedía. 

Con los ojos cerrados imploré que diera vuelta, pero entonces empezó a soplar una corriente de aire helado que chocaba en la pared dónde se encontraba la puerta frente a la cual yo seguía en mi intento de salir. El aire que rebotó hacia abajo daba la sensación de pasar rosando las piernas con la visión de un reptil cuya piel es viscosa y se desliza entre aguas turbias dentro de un estanque. Instintivamente sacudí las piernas y froté con las palmas de las manos los brazos para sacudirme. Tenía que calmar el miedo que mi mente puso en el recuerdo de estar en un lago lleno de maleza entre el lodo espeso que con cada paso que intentaba liberar jalaba al mismo tiempo mis pies. La orilla no estaba lejos pero el esfuerzo de levantar las piernas para caminar y esquivar el roce con animales invisibles en el fango era de angustia. Si me quedaba parado mi propio peso hacía un hueco que parecía hundirme más y en cada paso adelantaba muy poco para salir. En aquella circunstancia la ansiedad iba en aumento, no me di cuenta hasta ese momento que las llaves estaban en el suelo.

No supe cómo las solté o se habían caído del cerrojo. La puerta permanecía cerrada; con los ojos apretados hice el intento de cambiar el panorama. Ni estaba en un pantano, ni había algo que quisiera impedirme la salida.  Para tratar de calmarme, recordé que en aquella casa en un tiempo hubo muchos perros que guardaban todo el terreno, al levantar la vista vislumbré entre las sombras la imagen de uno que fue el líder, al lado de un montón de tierra recién removida; yo había ayudado días atrás a excavar para enterrar a una perrita negra que fue parte de su manada, corrían por todos lados al escuchar cualquier murmullo en la hojarasca alrededor o  dentro de la casa que por temporadas se quedaba a su cuidado. Ellos habían formado un grupo que con ladridos y el aullar del líder ponía un alto a ruidos que los concentraban a todos para atacar si era necesario. Me tocó ser testigo de cómo especialmente por la madrugada de los días en que la luna se ocultaba, se escuchaban solamente las carreras que emprendían juntos ante las señales de alerta. Olfateaban al viento en la obscuridad y el guía rasgaba con un profundo aullido escalofriante la quietud. Si era luna llena, la luz plateada inundaba con sombras la tierra y las paredes, pero los perros seguían su instinto entre la luz fría para rastrear hasta que se tranquilizaban. Sólo ellos sabían cuándo todo estaba bien.

 A pesar de la prisa que tenía por salir, como en presente, llegó el recuerdo de la casa en las fechas  1, 2 de noviembre, en las cuales mi valor requirió de refuerzo.  Al abrir la puerta, quedé fascinado por la visión de muchos pétalos fulgurantes de las flores anaranjadas que brillaban en los tonos del atardecer y en la noche resplandecían iluminadas por la luz de la luna. Indicaban una vía hacia el altar que los dueños de la casa habían puesto para hacer las ofrendas a los difuntos. La comida y los adornos aparecían y desaparecían con las luces de las veladoras que apenas se movían tenues con el aire que se filtraba por una rendija. La primera vez que me tocó asistir a renovarlas, pude ir ya de tarde. Los rayos del sol casi se perdían y quedaba un resplandor que se impregnaba con el olor del cempasúchil y aumentaba el color anaranjado con un destello que era a la vez hermoso y solemne. Por más que hice, llegué en el crepúsculo así que las sensaciones se mezclaron con la senda fantasmal y la presencia de los invitados que ya no están de carne y hueso, entre el aroma del copal y el incienso. Con las mascotas que yo sabía estaban enterradas en el jardín, y que en aquella tarde seguro andaban entre la manada viva. Los dueños habían dejado un brasero con los carbones rojos y todavía el humo se elevaba en círculos hacia el techo y se desviaba un poco por la chimenea. Los últimos rayos del sol se colaron entre las cortinas, rebotaban en los objetos de la ofrenda para proyectar sombras que se movían junto con las flamas de las veladoras a punto de apagarse. Estaba yo como en un trance entre mis propios recuerdos y la visión del altar.

De pronto, me despertó de mi ensueño un ruido seco, se escuchó en la parte posterior del patio en el fondo que tenía un cuarto para trebejos. Oí la rápida carrera de los perros entre ladridos y atropellos que hacían para llegar veloces al sitio. Me quede por un momento paralizado, pero la curiosidad ganó; dejé de encender las velas y lentamente salí hacia un estrecho corredor que rodeaba la casa, tocando la pared en los tramos que los focos fundidos colgaban inútiles pero que se movían levemente. No se me ocurrió pensar cómo era eso, si no había aire o al menos yo no lo sentía porque apenas alcanzaba a respirar con el pecho oprimido en el suspenso de saber la causa del ruido seco que había oído. Cuando estaba a mitad del camino ya de frente al cuarto oscuro del fondo, los perros emprendieron el regreso como en huida hacia el frente de la casa y me dejaron solo. Con un gran peso quedé parado sin poder moverme. La puerta del cuarto estaba derribada, alcancé a ver entre la penumbra una figura sentada a la mesa alumbrada con una lámpara, al acercarme más, se formó una sombra que volteó su cara, vi sus ojos entreabiertos de color amarillo verdoso, se me quedó mirando; con una inhalación mi respiración quedó suspendida. La figura se levantó con fuerza y empujó la mesa, el sonido de muchas monedas que caían al piso me hizo exhalar el aire contenido, por instinto retrocedí, y  con media vuelta  corrí tan rápido como pude para alcanzar el pasillo y  llegar a la puerta de salida.

Me froté las manos, y me hice ovillo apretado con mis brazos en el pecho.  Escuchaba los latidos de mi corazón empujando como golpes en la cabeza y con el cuello adolorido me incliné a recoger las llaves. Ahora sí que empezaron los ruidos de las hojas secas que se arrastraban, con los pasos que venían del fondo, los aullidos de los perros que sonaban profundo, lastimeros y muy fuertes. Ya no quise poner atención más que a dar vuelta como fuera a la cerradura, empujé el cilindro atorado y la llave por fin entró para destrabar el cerrojo.   


GUARDIANES

 Te olvidas de ti mismo, estarás librando una batalla sin saber en qué sitio tendrá lugar, ni contra que te enfrentarás… ¿Es en serio? ¡A quien  se le ocurre acudir en esas condiciones!

La conversación se daba entre un grupo de jóvenes muy aguerridos que buscaban emprender tal vez una aventura que los retara para sentir emociones extremas; iniciar un camino de preparación para intervenir en momentos críticos de ayuda para las personas en riesgo; ocupar su tiempo en acompañar a otros cuya vida, posiblemente, salvaría su propia vida. Todo era parte de un llamado que más tarde lo recordarían como una mezcla entre la añoranza, la gratitud y el orgullo.

La tranquilidad de aquella tarde fue rota; había que acudir de inmediato; la escena era desoladora, fierros retorcidos, lamentos, rastros de dolor por todas partes. Había que Improvisar aditamentos para contener la vida a como diera lugar. Poner toda la capacidad en lo conocido y suplicar por ayuda en lo que se ignora, pero que es la diferencia como una respuesta eficiente y solidaria ante un compromiso que se adquiere por voluntad propia. - Te acuerdas de lo que prometimos? Nunca me imaginé la magnitud de su significado. Entre risas y entusiasmo es simple afirmar que sí lo harás, que estás dispuesto...  Cada vez que había un llamado de emergencia se disparaba el latigazo de adrenalina que pone el cuerpo en alerta. Todos los integrantes de cada tripulación debían trabajar como equipo y no había pretextos válidos; hay que ejecutar el trabajo desconectando las emociones; clasificar en grados de probabilidad de supervivencia, sin miramientos. Visto desde afuera es como un sorteo que ganará “al que le toque” con la frialdad que se impone en una gran paradoja a veces incomprensible, de la propia vida que está en juego.

Uno a uno de los que había respondido a cualquier llamado guardaba la impresión indeleble de lo que le  tocaba.  La edad, la posición económica, o cualquier medida en apariencia de garantía, quedaba anulada. Ellos lo habían visto innumerables veces. Eran cuestiones usuales que a veces compartían desde lo más profundo de su experiencia y se quebraban en llanto al no encontrar una explicación válida para la angustia que experimentaban. Estar de cara frente a sus propios miedos como un escudo para proteger el miedo de otros, era una carga que los dejaba exhaustos. Sin embargo, se preparaban nuevamente para otro llamado que sabían tarde o temprano llegaría; tenían el temple para sacar fuerzas de donde fuera y salir adelante.

Hoy no hablaremos más con detalle de la incertidumbre oscura o la diversidad luminosa de todas estas vivencias. Queda claro de manera muy simple la complejidad enorme de una vocación de servicio. No obstante, se entiende que implica fenómenos entre lo inhumano y lo divino, que transcurre en la humanidad que llega hasta lo sobrenatural. En este corto espacio, por lo pronto, lo que sí quiero que quede inscrito es que cada uno de los que se dedican a cuidar de la vida, del bienestar del prójimo o del próximo, como escuché que se diría con más acierto, cuando de ayudar se trata, es que tienen por seguro Guardianes que los acompañan. Sobre todo, la guarda de lo que Todo lo contiene en su bondad. De lo que en su intuición les llama y les hace saber que vale la pena mantenerse unidos.  Que existe una presencia atenta siempre para cuidarlos, mientras se dedican en conciencia a cuidar de otros, para que su atención se enfoque con la calma inquebrantable de su hermandad.

Como un reconocimiento a Aries y a sus hermanos de SOS.

¡Felicidades a todos!

DECISIONES

 Elegir debe ser afirmado.

O sea que tienes la cualidad de predecir el cómo se sentirán las personas. A ver, yo no he dicho eso… Las dos amigas se habían reencontrado después de un viaje al que una de ellas quiso embarcarse para poner en orden un nuevo comienzo. La conversación dio inicio con una afirmación que seguro, daría mucho de que hablar. Mara normalmente hacía una propuesta para ir a un lugar a reunirse, tomar un desayuno o comida; pero ya que estaban de acuerdo, ponía en consideración otra opción que le venía a la mente y que ofrecía un menú diferente, un sitio más concurrido, con opiniones calificadas y un sinfín de alternativas que terminaban por hacer la decisión complicada, por lo que casi siempre la conclusión era; “entonces, no sé decide tú”. Para Nadín era un tanto fastidioso que, ya habiendo elegido, se trajeran a discusión múltiples opciones que ni ella ni Mara conocieran, pero que sólo les hacía dudar, y terminar sin decidir. Así que muchas veces se despedían diciendo que luego se pondrían de acuerdo. Al parecer era un modo  de indecisión molesto, pasado de generaciones; ellas ya lo habían notado y por eso, en esta ocasión la amiga viajera la invitó a su casa a tomar café.

Nadín había emprendido el viaje casi huyendo de situaciones ambiguas, inclusive de los titubeos para decidir algo. Mara se había quedado con preguntas y más preguntas sobre asuntos personales con planes de irse a vivir con alguien sopesando, que si el plan resultaría en un compromiso mutuo o sería un ensayo que terminaría ya que ella hubiera puesto su tiempo, dinero y esfuerzo, como reza la frase popular, sin conseguir una relación estable. Tenía en mente muchos ejemplos de mujeres que después de años de matrimonio formal se enfrentaban a la separación y ni siquiera se había dado cuenta de cuál era el motivo.  Siempre había imaginado alternativas para “llevar la fiesta en paz” y procuraba ceder la última palabra cuando de decidir se trataba. 

El tema lo habían platicado varias veces, Nadín ya le había externado su opinión diciendo: Ahí está el detalle; sigues sin decidir y eso es muy tedioso para cualquiera que tiene un panorama claro de lo que desea. No te digo que atropelles y que ganes la elección de lo que pretendes, pero sí que afirmes lo que quieres. Para Mara resultaba muy pesado tomar una decisión que pudiera lastimar, herir, hacer sentir mal o alterar de alguna manera a la persona que tenía enfrente. No sólo con un posible compañero de vida sino en general. Con esas suposiciones la mayoría de las veces quedaba mal con todos y se preguntaba con frecuencia qué había hecho mal.

Como amigas se tenían paciencia, pero después del viaje Nadín había ganado otra perspectiva para ver a las situaciones y a las personas. Al mirar a su amiga tan agobiada, comprendió que hay prioridades que definitivamente empiezan por entender qué impide confrontar a alguien o mantener una situación suspendida en pausa con suposiciones que desgastan; qué complica las acciones sin culpa, ni remordimiento, o sin la carga de lastimar a otros; si es que se trata de evitar tocar heridas que se guardan ocultas como dudas que dificultan actuar simplemente. Con un gesto amigable le preguntó: ¿No te cansa Mara, el estar atorada o moverte lentamente en situaciones que deseas sean ligeras y felices? ¿Crees de verdad que tienes la responsabilidad de la respuesta para todo el mundo sobre tu espalda? Conocemos a personas que se han hundido literalmente por llevar una carga que no les corresponde, al final, reciben reclamos y quejas por “lo mal que lo hicieron” sobre todo de quienes creyeron ayudar. Es difícil comprender pero ellas mismas se sienten defraudadas y tristes. Te lo voy a decir directo: Deja tu creencia de que tienes el control de todo y de todos.

Mara se levantó para mirarla con un gesto contrariado y replicó: ¡Pero cómo me dices eso! Me interesa el bienestar de todos, que no se  tengan problemas, mi felicidad y conseguir metas.  Hay tanto por elegir que trato de que vean lo amplio que es el mundo y la variedad de personalidades con las que tendrán que conciliar para llevar una buena vida, por eso me preocupa evitarles dolor y complicaciones. Tú y yo hemos recorrido mucho más camino y sabemos en dónde hay trampas, obstáculos y engaños. ¿O es que, no te importa que la gente se tropiece y tenga una vida de infelicidad? Nadín la miró consternada. Tomó aire y con voz calmada le indicó que se sentara. Guardó un breve silencio y empezó a relatar lo que había visto en algún lugar de su recorrido. Hay personas Mara, que sienten una gran compasión por sí mismas. Han tenido que enfrentar el abandono que les ha dejado huellas de soledad y sentimientos de ser vulnerables porque no hubo quien las defendiera, en una edad temprana de niñez o adolescencia, inclusive acumulando años de experiencia. Hicieron un esfuerzo enorme, pero en desventaja, y desafortunadamente el sentimiento de fracaso muchas veces se presentó en sus vidas, porque además el fracaso se aprende de otros en similares situaciones, y ellos lo vieron de cerca con humillación e impotencia.

En mi aventura conocí personas que me confiaron un aprendizaje fantástico. Me dijeron que cuando se dieron cuenta de cómo eran el reflejo en otros empequeñecidos en su conmiseración, decidieron que eso no eran ellos. Si los otros se compadecían para no atinar a mostrarles otra imagen de sí mismos, ellos tenían el coraje y la fuerza que habían desplegado. Dejaron de depender de la lástima y limitaciones que pretendían aniquilarlos con máscaras de condolencia. Repasaron cada frustración y aprendizaje con sentimientos de indefensión; reconocieron debilidades ajenas. Recordaron por todo lo que habían pasado, lo cual les facilitó estar ahora como viajeros, con equipaje ligero, en un muelle esperando zarpar sobre un crucero, o a veces en un desierto que reverbera de calor, pero les brinda abrigo y camaradas. La gente que había permanecido sólo con sentimientos de ser buenos no les habían consolado. Les fue necesario cambiar y decidir internarse en tierras desconocidas. Navegar en mares atemorizantes hasta sentir un merecimiento propio.

Fue revelador escuchar que una barca en apariencia frágil construida por principiantes como se consideraban ellos, resistía tormentas. En cambio, grandes navíos diseñados por expertos se hundían irremediablemente estancados en su aparente bondad llena de inseguridades para no lastimar a otros ni exponerlos al peligro de transitar caminos desconocidos por sus miedos imaginarios que los paralizaban. Mara reaccionó con la frialdad de quien no se siente valorado. Cómo es que su buena intención de dar a manos llenas se pudiera interpretar como una traición a sí mismo y una mentira para los demás. Le parecía humillante que su gran amiga dijera aquellas cosas. Cuando algo se escucha amenazante se exagera la sensibilidad hacia la crítica. Nadín  se retiró un momento para preparar el café y dejar un tiempo a solas a su amiga que movía la cabeza en señal de rechazo, pero que sus recuerdos le llegaban como eco de las veces que persiguió a quienes no la querían, a buscar más atención con ofrecimientos de todo tipo que eran despreciados y que por cierto no le conseguían más que dificultades.

 ¿Ya más tranquila? Preguntó Nadín. Todavía si me lo permites, quiero contarte que en otro lugar conocí a mujeres que con sollozos se perdían en reclamos y lamentos por haber decidido terminar relaciones que involucraban a gente muy joven que ahora las repudiaba. Podían haber sido madres o compañeras cuyos hijos se alineaban con quienes las habían maltratado, y en lugar de amarlas a ellas, le concedían comprensión y cariño al que de acuerdo con esas mujeres los había separado. ¡No puede ser! volvió a reaccionar Mara y la miró con amargura para decirle: No te creo. A qué lugares te fuiste a meter para ver tanta incoherencia.

Lentamente Nadín respondió: Posiblemente en la soledad del alma que ha aprendido que aun los más fuertes lazos se tienen que desatar como las amarras de los cruceros gigantes que sólo están de paso en los puertos. Como las caravanas interminables que viajan por el desierto entre nómadas y oasis temporales. Mara insistió en su incredulidad, y  retomó la palabra. Pues te diré que estás muy mal. Las relaciones entre los padres, los hijos, la gente que te importa, como los nudos más intrincados no se disuelven. Con tranquilidad Nadín se acercó y le habló en un tono claro y alegre: Nadie me dijo lo contrario querida amiga. Sólo me dijeron entre todos, que en la honra que se les brinda a cada uno de esos lazos, agradecen mucho ver sus miedos superados, sentir su enojo aquietado, la idealización excesiva que aterriza sin resentimientos. Desde puntos vulnerables, pudieron apreciar mucho mejor la libertad, y a los seres que conocieron en cualquier rol que ejecutaron. Me mostraron como afirmar la elección con la voluntad de dejar ir, y permanecer vivo por un contrato decidido mucho antes, que consigna ser mejor a pesar de todo.    

 

CONTRADICCIÓN

 Ahora vamos con un tema que es tan evidente, que se pasa desapercibido. ¿Te parece una contradicción? pues vamos a desmenuzarlo un poco. Normalmente se diría que lo evidente es lo que se ve, se percibe de alguna manera para realizar las actividades cotidianas; sirve en la planeación de asuntos, e inclusive es parte de lo que se recuerda. Sin embargo, lo evidente se vuelve rutinario; poco a poco insensibiliza la visión y la escucha inteligente; normaliza desatender lo más importante. Se vive como si el paso temporal de una vida pudiera ser subordinado a la espera y a la postergación. Se piensa que el “mañana” está garantizado; así que se puede seguir con posponer la oportunidad que se presenta como única vez para participar en una convivencia; intentar un reencuentro; ofrecer un regalo; invitar a una aventura, aprender o des-aprender, y en general a lo que se considera con un sentido vital que favorece la continuidad, y se convierte en fuente de inspiración. Todo esto sucede entre evidencias que muestran constantes pérdidas como señales de que es muy rápido el paso del tiempo en la convencionalidad establecida para dar inicio y término a ciclos que transcurren para mejorar algo. Especialmente para valorar a las personas que con diferentes vínculos forman parte de la experiencia individual en núcleos de familia, trabajo, amistades, y compañeros de vida.   

Las personas se debaten para dar sentido a su existencia y no obstante se repiten rompimientos, disgustos, y alejamientos a pesar de ser evidente que sin previo aviso muchas personas, situaciones y cosas “desaparecen”. Cada vez es más apremiante reajustar la adaptación al cambio que se entienda o no, es vertiginoso y no espera ni a la necedad ni a un enfoque egocéntrico. Hay que admitir que la percepción de cualquier proceso de vida o muerte es individual, no obstante, también es actualmente  reconocida la evidencia de la interconexión que existe por los sentimientos de hermandad, y compasión entre los seres que expresan vida en una gama inmensa de múltiples formas. Hay innumerables corrientes de pensamiento cuyo interés se funda en encontrar explicaciones al origen y evolución del ser humano. Se suman infinidad de interpretaciones desde diversos puntos de vista muchas veces en contradicción, pero que se justifican en la diversidad de la vivencia personal que las valida para poder, en el mejor de los casos, empezar a vivir con certeza la oportunidad que se da con abrir los ojos cada mañana, en lugar de idealizar una realidad o un  futuro incierto.

La posibilidad de entender, otra vez, en contradicción a un sentido más cercano a un ser integral pero fragmentado surgió de manera inesperada. Se puso a la vista en una frase que provoca un par de reflexiones muy personales pero prometedoras. Se resume en lo siguiente:

Al inicio; “Las ideas se han tragado a los dioses. En el transcurso; los dioses se han tragado a las ideas”

Nuevamente la cuestión de si resulta una contradicción o es tan clara una respuesta aparece como un desafío para aventurarse en un ejercicio de rebeldía propia de las mentes juveniles, y de las que han acumulado años para mantenerse inmersas en un proceso de maduración que sugiere confrontar a las creencias “heredadas”; el sometimiento a patrones repetidos como calcas  desgastadas, cuya copia empaña la visión fija en costumbres y comportamientos subordinados al poder de la fuerza bruta; entender que los marcos de referencia estáticos son un contradicción que se disuelve dentro de un proceso altamente dinámico. Sin embargo, existe un centro de atención que requiere unificar al pensamiento y lo integra de tal manera que lo vuelve una guía inquebrantable. Pareciera contradictorio pero es evidente que cuando alguien “se quiebra” la fuerza de la imagen que se genera en los otros se contagia, coincide, se comparte y une. Al final resurge interminable la reiterada búsqueda hacia la inteligencia superior. Qué se necesita para quitar los velos del entendimiento humano; trascender su ignorancia para hacer innecesario el lamentar tardíamente lo que pudo ser, ya sin remedio.

Me atrevo a decir que la frase que apareció inesperada, afirma lo que cada uno adora, a lo que le reza, ante lo cual eleva una oración sincera que le trae consuelo o esperanza; le sugiere recapacitar de su sentimiento de vacío que se extingue o fortalece con la misma insensibilidad hacia lo evidente, pero aprecia  que en un momento se acaba. Aún más; lo urge para apresurar el paso, reivindicarse con la idea que le llama para ser mejor mientras se pueda. Con la vida que le pide coherencia en el actuar para estar en paz consigo mismo y de paso con todo lo demás que le rodea; dar forma a la parte de ésa idea de un dios muy personal, que lo integre y lo unifique.

¡Que las ideas se coman a los dioses es grandioso! Que los dioses se coman a las ideas es devastador para un ser por esencia pensante, y constructor de infinidad de realidades en coexistencia imprescindible, a menos que se decida excluirse en aislamiento como ermitaño y servir a un dios ajeno a sí mismo, que irremediablemente en contradicción, le preguntará sobre su realidad aun que lo niegue. La esencia divina, no se oculta, es un núcleo evidente, constante, eterno que no necesita de permisos para estar presente. Los acertijos sobre todo los que se formulan para uno mismo en un afán rebelde, son muy valioso para despertar con un amor propio un primer baluarte y hogar permanente. Aquí una postrera acotación; se ha escrito ser pensante, pero para que aplique certeramente la frase mencionada se requiere anexar la emoción que propulsa al pensamiento. Un binomio intrincado muy complejo, que contradice lo que se ejecuta desde las sensaciones desbordadas sin control, evidente en gestos, y actos que desplazan al pensamiento.

La comprensión de si las acciones se rigen por las emociones, o por los cálculos minuciosos del pensamiento racional para tomar decisiones es otra contradicción evidente.  Los dioses desde siempre han adoptado símbolos, significados, y formas para contradecir o legitimar su propia supervivencia.  Por lo tanto, celebro que haya aparecido la frase y quisiera dar el crédito debido a quien la haya formulado. Sinceramente lo desconozco. Pero seguramente en el devenir del tiempo y del espacio alguien lo reencuentre, aparezca y desaparezca en sucesivos actos de magia que, en contradicción, se tragan el espacio y el tiempo para contribuir al entendimiento de la vida que, por lo pronto, es lo más importante de salvaguardar para trascender al lugar que más le plazca a cada uno, dentro del gran todo que lo comprende. 

 

    

 

BIENVENIDA AMAYA ANA

 Querida niña: Quiero que sepas que fue una aventura emprender el viaje al que tus padres me invitaron para ayudar un poco en tu llegada. Fueron momentos muy gratos de espera con tu hermanita que también estaba muy emocionada. ¡En el gran día de tu nacimiento, la imagen que compartió tu papá me llenó de alegría y gratitud al verte tan hermosa! Supe del nombre elegido para llamarte y empecé a imaginar las cosas que se revelan con la presencia de un ser que viene con tanta luz y al que se recibe con todos los cuidados necesarios a una criatura por el momento, indefensa, pero en camino para despertar y llegar a sorprender con su capacidad del ser divino que se guarda en una forma llena de ternura e inocencia. Amaya Ana es el nombre que eligieron tus padres para llamarte.  Me enteré de que es un nombre en el cual contiene grandes significados. Por un momento me desconcertó, pero con el paso del tiempo veo que con la perfección de todo lo que existe revela misterios y milagros para ti y para los que te rodean.

Integra revelaciones reiteradamente entendidas como sagradas. Principio y fin de muchos procesos de iluminación y gracia. De protección y poder sustentado en lo infinito, en lo eterno de los seres luminosos.

Es un encanto ver tu desarrollo cobijada con todo el amor. Debo admitir especialmente apreciado como abuela paterna, aunado al orgullo de que tu padre comparta cada instante de su propia alegría por tenerte a su cuidado. Ya verás tú misma el linaje del cual procedes y que reúne a muchas familias de rasgos y temperamentos que se han mezclado para tu provecho.  De acuerdo con tradiciones milenarias y realidades aumentadas en un sentido importante de interés desde siglos atrás y tiempo presente.  Tienes Amaya Ana; Chispas del Aleph y del Omega; Del Grandioso Yo soy que supera en su creación muchos mundos dominados. El halo de gracia que te envuelve se nota en cada uno de tus movimientos y formas que se enriquece por los ojos que te miran con cariño y bendiciones.  Me conmueve profundamente que en tu mirada se refleje la ternura de mi madre; tu inocencia agraciada junto con la fuerza de tus movimientos cada vez más inquietos por explorar todo lo que está a tu alcance; los destellos de ilusión y de esperanza para tu mamá y tu papá con los que cada uno evoca lo querido y te procura una vigilia atenta para tu felicidad.

Te quiero mucho, mucho. Bienvenida a tú familia y a la familia extendida que es bendita con tu llegada.

Podría seguir con los pensamientos que vuelan para admirar desde diversos lugares a la vida que se las ingenia para prevalecer y mostrar lo grandioso de una existencia. De verdad es una maravilla contemplar tu lugar presente, en un país poderoso; tu lugar cuando quieras en otro país que se funda en la magia y poder con una cosmovisión de humildad grandiosa llena de sabiduría y conocimiento; de otros territorios que igual te dan luces que destierran a la oscuridad en sus fundamentos; tú lugar total que también te pertenece; todos están alegres y se llenan con tu presencia preciosa Amaya Ana.

¡Gratitud para todos, para bien y mejor!

JA, S, IhS, Am An.

 

 

ENVIDIA

 Te digo que no es envidia; es que da coraje que alguien que no ha hecho un esfuerzo por tener algo, le sea tan fácil estar feliz; disfrutar de lo que sea sin que le importe cómo se ganan realmente las cosas… Pues ya que me confías tu frustración; voy a darte otra versión del asunto; he conocido muchas personas a quienes lo que les molesta es la felicidad que irradian los que disfrutan de la vida. No es tanto lo que tienen, ni las cosas, ni la situación; para justificar su enojo dicen que la gente se conforma con muy poco. Pero el caso es que les choca ver como a otros igual les da estar en un lugar lujoso, en una ranchería, en un hotel calificado con muchas estrellas o en uno modesto, pero que comparten con un grupo de amigos, tienen buenos ratos que pasan platicando, comiendo, bailando, riendo de todo y de nada. Después de haber visto y te diré sinceramente que también de haberlo sentido, a todo esto, se le llama envidia. El que te moleste mucho que otros tengan beneficios de los cuales tú consideras que no son merecedores, es ni más ni menos; envidia.

Lo que sucede es que cada uno mide su enojo desde la perspectiva de lo que se niega a aceptar y agradecer en su momento, si te fijas, se han inventado muchos pretextos para rechazar lo que ha estado al alcance, y se deja de lado por comparar, meterse en la vida de otros, querer imponer puntos de vista, entre otra serie de intromisiones para corregir a los demás, en lugar de empezar por revisar el propio entorno. El por qué se hacen tales cosas es cuestión de cada uno. Tal vez empieza desde la infancia con una variedad de sentimientos mal encausados de posesión; de premios o castigos, inculcados cuando no se quiere prestar una pelota o le quieres quitar un juguete al compañerito que se entretiene con alguien. Si por fin obtienes lo que crees que te pertenece, resulta que si el otro sigue jugando; se sigue riendo, y no le importa la tal pelota, ni determinado juguete, tu enojo sube de tono, hasta que posiblemente durante la adolescencia, o mucho más tarde en otra etapa de tu vida, puedes ver que no es la pelota o el juguete, sino la risa, la compañía que se  tiene, la atención que se logra, y que tú no has conseguido, es lo que te lastima.

En este sentido ya no es la envidia solamente, se van sumando sentimientos de vacío que tú tienes y posiblemente no supiste ni has sabido cómo llenar. Es un tema muy complejo que se inicia para cada persona de diversas maneras, y perdura como un lastre, una tara como la que jalan los vagones de los trenes, que para transportar mercancías útiles de todo tipo, necesitan de contenedores que suman un peso para el transporte. Para las personas, las taras a las que me refiero, son malformaciones por creencias infundadas; son pesos de sufrimiento, que carecen de un contenido valioso para apreciar lo que muchas veces está al alcance y se desprecia.  Prueba para ver qué tanto te ofuscas cuando ves a otros enfrentar los días, aun en las peores condiciones, con entusiasmo. Aunque superficialmente se los califique de inconscientes, hay grandes diferencias.

Los que han aprendido de su experiencia para tomar de la vida lo mejor que en un momento les ofrece saben que quedarte en la envidia te carcome sin sentido. Si insistes en poner tus anhelos con un comparativo de lo que otros tienen, o hacen, o quieren, tu vida no es tú vida sino la imitación dolorosa de propósitos que no son tuyos, que no te corresponden. El merecimiento de los otros que te incomoda resulta que para colmo; ¡tampoco es un asunto tuyo!  te amarga la existencia y es un desperdicio de tiempo, eso es seguro. Inclusive, entre mayor es tu afán de juzgar si merecen o no tal o cual cosa, mayor es el enojo que te consume la energía de vida que es lo que verdaderamente te corresponde; que desperdicias aferrado al juicio y a creerte dispensador de premios o castigos, que al final se vuelven a ti con la intensidad que has puesto, especialmente para merecer lo indeseable en tu propia vida.

Lo interesante es que a pesar de los tropiezos que te fabricas, (léase, que te mereces) se vale repetir las lecciones; Te lo digo con conocimiento de causa; ¡se repiten! Además, en muchas ocasiones, hay que dar gracias si las consecuencias son fáciles de superar. De otra manera se complican y se multiplican en perjuicios mayores para hacerte ver que es muy cara la necedad; que no tiene caso convertirte en juez, fiscal, y condenado al mismo tiempo, puesto que  como se sabe desde hace mucho, la jaula en la que te metes tiene puerta, tiene llave y te tiene a ti para accionar el conjunto, encerrarte o dejarte libre, cuando tú quieras y elijas. Entre este laberinto la envidia igual que otros sentimientos que limitan, son aliados si los reconoces como factores para el cambio. Cuando se atenúan dan paso a diferentes beneficios que por cierto tienen la misma capacidad de multiplicarse, al reconocer lo que le hace contrapeso. Si me dices que no es envidia lo que sientes, entonces pon un nombre que reconozcas para estar alerta. Las consecuencias sólo tú las mides.

Escuché hace poco una frase fulminante, que despierta los recuerdos de todo esto que hemos platicado: “La memoria es una convicción emocional” por lo tanto en una misma situación cada uno recuerda selectivamente lo que le ha tocado. ¿Envidia?; ¿Enojo?; ¿Venganza?; ¿Desquite?; ¿Anulación de tú persona por darles fuerza o mantener tales sentimientos?; yo sé que un mismo padre y una misma madre, evocan para cada hijo diferentes sentimientos. Los hermanos difieren en sus recuerdos y olvidan detalles que otros tienen muy presentes. Cuando se cuentan historias seguramente alguien interviene para declarar, “que así no fue”. También sé que los otros que tanto te molestan seguirán con sus sonrisas; puede que hasta sin juguetes se diviertan, con o sin compañía no dejarán pasar un momento agradable, y hasta agradecen el estar vivos nada más. Pero tu versión es la que cuenta. Se te ha concedido un don enorme. Tú decides. Aquí estoy para escuchar.

 

 

RESIGNIFICAR

 Quiero decirte que es muy fácil criticar a alguien, pero no es así de fácil entender lo sucedido. Es verdad que tenía la oportunidad de escapar, salí con un montón de ropa y lo puse en la cajuela de mi coche, había tiempo antes de ingresar al trabajo o ya no recuerdo si era un día festivo, así que podía olvidarme de las horas para ir a alguna parte, pero no supe a donde dirigirme… No había una decisión previa, realmente fue un impulso, una necesidad de alejarme; ahora entiendo mejor que era como un deseo de desaparecer una realidad, y quitarme de una situación de infelicidad que yo misma había permitido sin darme cuenta. Entiendo tu cara de asombro; aquella mañana también el reflejo de mi imagen en el espejo mostró un gesto de incredulidad. El enojo y mil preguntas me apuraron a reaccionar ese día. Cómo era posible que la costumbre, y lo que se espera de alguien de acuerdo con la repetición de ciclos sociales tenga tanta fuerza! y que uno no se de cuenta que es su vida la que compromete?!

Mucho más tarde recordé la serie de rituales que se hacen para conformar esquemas de patrones que se repiten en complacer comportamientos aceptables en sociedad. Me asombró la insensibilidad con que se ejecutan acciones con solamente la inercia de los usos y las costumbres, que de alguna manera funcionan como compensación de agradecimiento, respeto, honra, y acuerdos implantados hacia los padres, la familia, los conocidos, que esperan cumplir cada uno con diferentes necesidades hacia sí mismo y hacia la comunidad en que se vive. Lo más simple es participar, pero es muy complicado después conformar una explicación ante el actuar sin pensar los alcances de lo que se hace.

En aquel día manejé con la guía del inconsciente automatizado de acuerdo con sus rutinas hacia un lugar cercano a lo conocido. Al estacionar el auto empecé a ver que a nadie le importa lo que hay en la calle ni la gente que camina en todas direcciones. Cada cuál sigue su rumbo y no le interesa lo demás. Actualmente me sigue asombrando la fuerza de arrastre que tiene algo de lo que no estás consciente. Entiendo la gran diferencia que es tomar una decisión; el destino puede ser totalmente alejado de las rutas conocidas, seguras que te atan. Decidir por encima de la incertidumbre es un gran logro. La contraparte es una reacción; posiblemente se convierte en un caminar instintivo que te vuelve al mismo lugar, como les sucede a los que se pierden en una montaña tratando de salvarse; no consiguen más que caminar en círculos, desgastan su energía y los pone en el mismo punto de partida sin solución. 

Todas las reflexiones que te comento no fueron parte de aquella carrera; en esa ocasión, por fin me tranquilicé un poco y bajé del coche para reconocer el pueblo a donde sin pensarlo me encontraba. Me di cuenta de que era un destino que yo no había creado, salió de la nada infértil, que consume tu energía, te agota para confundirte nuevamente, con la sensación de que tal vez los caminos más transitados que siguen las rutinas establecidas mantienen las cosas en su lugar sin más problema. Qué caso había en corregir o buscar algo fuera, si ya tienes lo normal en los modelos colectivos dirigidos; conformes; consecuentes; domesticados; que se obedecen por años y generan infelicidad, pero van de acuerdo con el marco aprobado de la mayoría. Me asombra ahora cómo es que pasó lo increíble;  imaginé mi regreso, hasta la misma puerta que permaneció abierta, y supe que nadie había notado mi ausencia.  

Con esos pensamientos, contemplé indiferente la típica iglesia que tienen todos los pueblos chicos y grandes, vi un mercado muy concurrido, perros deambulando que entristecen el paisaje aunado a voces ruidosas las cuales no me interesaban, señal de que era un mundo extraño en donde tantas veces se aborrece lo indeseable, rostros que aparecen divagando con las miradas extraviadas propias de los autómatas. Mi ánimo estaba abatido, me sentía desorientada y en lugar de empezar a planear mi huida, me tranquilicé sentada en el atrio de la iglesia viendo a los feligreses entrar y entonar los cantos de sus rituales religiosos; el tiempo transcurrió y no estuve atenta a que una de las tretas que usa la ignorancia para frenar lo que uno busca es distraer con lo conocido, lo seguro, lo corriente de un entorno inanimado.

Nuevamente fui presa de la inconsciencia que con sutileza hizo que olvidara las imágenes poderosas que me habían enseñado en mi infancia para superar desafíos; no temer a la incertidumbre; mostrar las agallas para levantar el vuelo, y no obstante tener recursos de dinero, conocimientos,  y habilidades,  ni siquiera se me ocurrió ver mi situación como un reto para buscar realmente un escape con múltiples opciones, así como las historia que dejan en tus manos elegir el final que más te guste o te convenga de acuerdo con tu propia valentía, descartando las imposiciones detestables y obligaciones forzadas. Sin embargo, al no tener claro lo que buscaba se desvaneció por completo una salida.

En otro momento ya fuera de ese episodio, entendí que la valentía para realizar un cambio drástico requiere un deseo verdadero, consciente, complicado de enfocar dentro de las costumbres y creencias arraigadas. Una vez preguntó alguien que si tu actuación sería la misma si tus padres fueran otros, si tu familia fuera otra, dando a entender que “sin darte cuenta”, te influyen las maneras de pensar ajenas; te conforman los comportamientos que justifican socialmente una moral cambiante cada tiempo según la conveniencia que manipula eventualmente las normas y reglas con desorden; la información que recibes contiene el miedo acumulado de muchas mentes y enmascara difuso el temor para limitar la evolución de los individuos que responden sin el esfuerzo de pensar para construir mejores alternativas a su libertad y convivencia en equilibrio.

Me di cuenta de que la valentía implica además del conocimiento, habilidades y destrezas, la actitud, para hacer creíble y patente un comportamiento coherente que ponga de manifiesto tu capacidad de realización en un espacio propio. Pero tal vez es necesario pasar como escalones en un camino ascendente más allá de los impulsos reactivos a la sola supervivencia, aunque parezca desconcertante. Aprendí que, sin conciencia, la evasión de una circunstancia para encontrar alternativas trae muchas cuestiones a destiempo que no funcionan. En cambio, la actitud con valentía te permite intentar de nuevo, sin utilizar los “hubiera” pasados e inútiles, con la aceptación y reconocimiento de la inmadurez como una etapa inevitable de experimentar para apreciar y resignificar lo que has vivido.

Como te he dicho es muy fácil lanzar una crítica, peor aún si dejas que te lastime o cedes a tus propios remordimientos. Después de todo con otra perspectiva, al paso del tiempo empiezas a reconocer lo que te guía en secreto, lo que siempre ha acertado para tomar una decisión, lo que insiste en que lo atiendas y por fin te permites escuchar. Es una ayuda que se presenta en solitario para resignificar lo que te has provocado, lo que has dejado pasar inadvertido. El episodio de escapada fue terrible, regresar a la misma situación como inanimada fue un reproche constante, de ira contenida, de enojo que califiqué de cobardía. Es verdad que el crítico más duro a veces es uno mismo y eso te incapacita.

Por lo tanto, una palabra detestable es resignarte. Son muy fuertes las ataduras de las costumbres y los prejuicios hasta para lo desconocido, pero cuando has tenido que regresar a lo que evitabas, la etiqueta de cobarde te incomoda más que el atreverte. Tomar el riesgo ahora calculado por el aprendizaje que has conseguido surge con nuevos significados. Ahora ya no te permites ser obligado; si es necesario ofrecer una disculpa, sólo a ti mismo en un sentido de amor propio es resignificar la verdad que has adquirido para confrontar a las palabras, a quien las dice, y en qué situación te encuentras. En un nivel más profundo el impacto de haber sido cobarde se sustituye al dar un nuevo significado a lo sucedido. Por fin aceptas que has crecido a pesar de todo y que al final es para bien que puedas transformar como un renacimiento cualquier condición adversa hasta dominar uno a uno tus miedos, la supuesta cobardía, o los reproches que te descalifican. Resignificar es reconstruir y siempre vale la pena.  

 

CONFUSIÓN

 ¿De verdad fui tan mal padre? ¡Es muy doloroso pensarlo, es un gran esfuerzo decirlo! ¡Tú sabes que todo lo que hice fue por ellos! Que el afán primario fue por la familia, mi familia, como una parte muy importante de mi plan de vida. Darles la mejor educación, un ambiente sin carencias económicas para que conocieran un mundo lleno de oportunidades, que pudieran elegir su propio camino en las mejores condiciones… y ahora dicen que les impuse un modo de vida. Que les limité su desarrollo al tomar decisiones que les correspondían. ¡Cómo van a saber de la vida muchachos adolescentes que toman riesgos sin medir las consecuencias! O las niñas entre tantos peligros con sus ilusiones ingenuas sobre enamorarse y ser felices para toda la vida. No creas que me quedo en su edad infantil o adolescente, sé que con su desarrollo hay que hacerse de lado y permitir su crecimiento, pero aun así; No lo entiendo.

Me mantuve incansable; era imposible darme por vencido teniendo a todos en mente; mi único descanso al llegar a la casa aunque ya estuvieran dormidos, era procurar asomarme por las puertas para escuchar su respiración, dar gracias por su salud y alegrarme al ver sus caras sonrientes en la penumbra. No exagero y tú lo sabes, la mayoría de la gente cree que los padres somos indiferentes a esos detalles y que es ridículo o nos avergüenza la poesía que inspira ver a los hijos,  pero desde que son bebés es tal el impacto de su presencia en una cuna, que se quiebra la aparente fortaleza y resurge con sentidos de protección y furia indescriptible. Eres capaz de aniquilar cualquier amenaza y te atemorizan tanto tus debilidades veladas, que es muy complicado mantenerse estricto o condescendiente conforme van creciendo. Ellos no lo sabían, pero les mostraba con mis logros el compromiso de cuidarlos haciendo un trabajo de excelencia del que creí tomarían ejemplo y les sería de utilidad para fijar sus propias metas.

Al parecer me equivoqué. Cada premio o incentivo para ellos significó: ¿¡Abandono!? ¿Puedes creerlo? De qué les sirvieron dicen, mis condecoraciones en las fiestas de la escuela en dónde no asistí, en las competencias que ganaron durante su infancia y llegué tarde para ver su premiación. Ausencia de apoyo, éso es lo que significó para ellos. Ahora mismo te aseguro que siguen sus reclamos, y vaya que se esmeran en demostrarlo. ¿Sabes desde cuándo no vienen de visita?  ¿Una llamada por teléfono? ¿Un saludo virtual con tanta tecnología a su alcance?, nada. A veces tiene la excusa increíble de que “no había red”, que la Wifi de redes públicas es insegura, que “la mano del muerto” digo yo,  y por cierto recuerdo haber escuchado esa frase de mi padre en otras circunstancias,  con medios de comunicación  de antaño. He tenido que enterarme de todas esas argucias conociendo los tales dispositivos inteligentes y ver sus alcances para no creer en sus excusas infantiles ahora que son adultos y yo viejísimo en comparación.

Será que ser padre implica entender que los hijos huyen de tantos cuidados o inclusive de los pocos que a otros padres  en circunstancias adversas les cuesta darles. Me consta que he escuchado del mismo trato de ingratitud y reclamos en diferentes medios. Se oye por todas partes a los hijos inconformes que deseaban lo inalcanzable para los recursos de sus padres que entre dudas y tristeza se preguntan lo mismo: ¿Un mal padre?! - si puse todo mi esfuerzo en cualquier lugar, lo hice por ustedes. Sí; estuve ausente; ¿no lo entienden?  hice lo posible y hasta lo imposible en tareas y lugares inimaginables sin dudarlo, puesto que de eso dependía mantenerlos a salvo de acuerdo con mis ideas y recursos- Para otros entre lujos, pudieron sobradamente cumplir deseos anticipados, demandas caprichosas, infinidad de gustos sin problema, y al final,vuelta a los mismos pensamientos, en la soledad inquisitiva que un día se acalla en ambos casos, por un pedido de ayuda imposible de negar. Igual que la aceptación del silencio que te indica que nada necesitan, que están viviendo a su modo y están felices, aunque no se acuerden ni de llamar, ni de venir, ni de pedir ayuda.

Con sus hombres o mujeres que no acaban de cuadrar en el marco que hubieras imaginado, pero con quienes ahora les es fácil tener más excusas para estar ausentes, con la advertencia de sacarte de sus vidas  para dejarlos en paz y no crear conflictos. En algunos casos, ni te atrevas a decir “pío”; eso viene de las madres por sus nueras y los padres por sus yernos; ya sabes, uno se queda con la idea de las princesas o los Caballeros y sus elegidos que, ” no consienten a tú niña o descuidan a tú niño”, depende si se refiere a tú hija o a tú hijo; yo sinceramente no me fijo mucho, me gusta convivir con todos; a veces es mi esposa a la que sus respectivos acompañantes le parecen exigentes, que hacen mal las cosas, que en la tierra hay millones y mira lo que eligieron... sin embargo coincidimos en que es muy su gusto,  y ni hablar. Particularmente cuando los lucen en las esporádicas reuniones a las que se dignan asistir porque resulta que, ¡así son muy felices! Y bien pensado, es una bendición que decidan compartir su vida con alguien; lidiar sus propias batallas, como mejor lo entiendan, con padre o sin padre que me consta hasta en la memoria se puede hacer reclamos, ingratitud o arrepentimientos con los padres que nunca aparecieron o imposible que se presentaran porque habían fallecido.  

¡Vaya pues! ¿Ves que fácil se magnifica el tema en la confusión de todo lo que significa? Es que el mentado mal padre puede retomar entre luz y sombra su incertidumbre eterna de haber hecho mal el papel de proveedor, pero miserable; de jefe de familia, pero verdugo de sueños y deseos incumplidos; imagen ejemplar pero, imposible de imitar por su desvanecida presencia de carne y hueso allí donde se viera, y no  como en, escolaridad, paseos, comida, diversiones, ropa, zapatos y demás cosas materiales que cualquiera puede comprar… la función generalizada que se asigna con sesgo al padre que también cumplen mujeres cada vez con más frecuencia, sumando semejantes cuestiones y resentimientos sobre el cómo se hubiera comprado todo aquello, aunque les parezca que fue fácil. Es el contrapeso que uno intenta encontrar al sentimiento de abandono, la ausencia intermitente o definitiva; la deforme visión de un  verdugo o miserable con más agravantes por no haber aportado lo indispensable. Lo sé por que también fui hijo y me pasaron por la mente y de hecho ingratitudes semejantes. Regresé a casa sólo cuando tenía ganas, por ayuda, comodidad, o remordimiento. Sabía todo eso que ahora me dicen, y reconozco ampliamente lo que escucho de mis hijos, del yo hijo, y posiblemente de todos los hijos y padres en el intercambio de papeles que acomoda el tiempo.

Sin embargo, ya veo mejor que con todo y todo es bueno un padre completo o fragmentado en cada realidad que se percibe. Todavía no lo entiendo, pero queda más claro. Hoy vienen de visita los hijos, luego, tal vez, iremos a sus casas; puede pasar una semana, un mes o todo un año. Tanto ellos como ellas con sus respectivos ellos y ellas por seguro, entre tanta confusión, llegarán a saber que han tenido los mejores padres del mundo mundial como los consideran ahora sus hijos pequeños, los aborrecen por lo pronto sus hijos adolescentes, y los admiran eternamente sus hijos adultos que han madurado.

TE TOCA

 Quiero compartir ahora un concepto que muchos conocemos para describir algo que "te toca", es decir, que se  produce en encuentros especiales grabados de por vida con la certeza de que existe lo sobrenatural; lo divino, o como cada uno le llama desde el fondo de su ser. Algo que establece una conexión para percibir otra realidad por sobre el devenir cotidiano. Te toca para transformar tú visión del mundo, sugiere un más allá que descubres personalmente y tal vez otros no lo ven, pero significa que te reconoces a ti mismo separado y unido al mismo tiempo con la aceptación de todo lo demás. Es complejo identificar los sentimientos, los estados de ánimo que te envuelven al realizar una acción. A veces te felicitas o te arrepientes, pero cada vez adquieres más conocimiento de tus emociones y el porqué de tu situación actual. Conste, que la sensación no se percibe igual para todos, y es complicado ponerte en el lugar del otro, entender sus motivos,  comprender sus intereses, lo que valora, o es intolerable. No obstante, estamos de acuerdo en que si comentamos las sensaciones que se experimentan, puede ser posible una mejor comprensión entre todos.   

La frase "te toca", me sorprendió entre una perspectiva de la persona en solitario y en la dinámica de los vínculos que se generan en comunidad de diversas maneras interesantes. Lo primero sucedió cuando conocí a una persona segura de hablar directo sin importar si hiere sentimientos ajenos o que su comportamiento pueda interpretarse desconsiderado para la mayoría, en el intercambio de opiniones sobre temas comunes. Esta persona lanzaba como un dardo justo a los hechos que denotaban incompetencia, ignorancia, y en general según él, a lo que muestra poca inteligencia. Incluso se refería con cierto desdén a las creencias fuera de la realidad en las que la gente suele depositar la aparición de una respuesta luminosa, tratan de aparentar un olvido momentáneo, y tienen excusas cada vez que fallan en lo que se supone debieran saber. 

Normalmente  esta persona con su fina percepción del engaño, solía hacer preguntas con ironía; cuestiones de sentido común para señalar los errores; casi siempre causaba polémica, pero por su carencia del miedo al ridículo, y a la crítica, lograba poner en evidencia lo que la gente quería fingir. Muchas veces su actitud le había traído problemas, pero era parte de lo que disfrutaba de acuerdo con su modo de ser; se permitía mostrar que ninguna regla, pretensión o temor regía su vida, y los que se sometían a las apariencias dentro de las mentiras creadas colectivamente se perdían de las emociones que hacen que valga la pena vivir de una manera honesta, en principio, para sí mismo. 

 Lo curioso es que por ese comportamiento tenía éxito público y su desparpajo le traía buenas oportunidades para trabajar en producciones de entretenimiento en dónde le ofrecían ingresos que le permitían gozar de bienestar. En cada oportunidad reafirmaba con sarcasmo la pena ajena a lo ridículo de la apariencia por seguir normas sociales que calificaba de aburridas, restrictivas y rígidas. Su discurso tenía fundamento y conocía sobre el tema que se discutía o confesaba sin problema que no había nunca oído hablar de lo que se trataba lo cual agregaba valor a su popularidad. En una ocasión lo vi como conductor, parte de su programa consistía en cortar una sandía. En su actuación, mientras hundía un cuchillo en la cáscara y separó en dos partes la fruta, se maravilló del color rojo intenso, de la cantidad de jugo dulce que escurrió, y de lo suculento de la textura de la pulpa en la que dio una gran mordida, para concluir que no se explicaba como alguien pudiera dudar de que “dios existe” …

Para mí fue una gran revelación entender que detrás de una imagen en apariencia irreverente, ante todo existe una certeza tan firme sobre la cuál se finca un modo de ser, que tiene a la libertad de acción como su guía infalible de vida. Con casi buscarse problemas con mucha gente por no seguir las pautas comunes, ni prejuicios inflexibles y toda una gama de supuestos con las que yo misma he estado enfrentada. Me sorprendió que en un acto tan simple puede encontrarse lo más profundo de la identidad de una persona. Definitivamente hay un punto de vista que te toca en solitario para aprender algo importante de lo que se revela para ti si te detienes a observar atentamente. De aquí se desprende el segundo relato especialmente en esta época donde se pretende tener toda clase de respuestas.

 La gente se adhiere a corrientes de pensamiento para conseguir paz mental y satisfacción corporal; aplauden cualquier  clase de conclusiones que se difunden masivamente para explicar un entorno trastocado en todo tipo de situaciones. Se promueven métodos para la superación de las personas con tantas “llaves para el éxito” que la mayor cerrajería en el mundo se queda corta. Es interesante retomar la atención para enfocar a la persona como individuo sin la angustia de incumplir un punto de vista que enajene, y permita buscar alternativas cuando ya se ha experimentado el fracaso de seguir rutas retorcidas prefabricadas con la ilusión de que es el camino esperado; insistir en hacer lo mismo que la mayoría sin destino, y esperar novedades. Pretender que al pronunciar mentiras para sí mismo se encontrará una verdad.

He presenciado en comunión sucesos que tocan de muchas maneras. Hace poco escuché a un grupo dedicado a ayudar a las personas en situaciones de emergencia. Relataban en una iniciativa de dos de sus compañeros, vivencias personales en un ambiente muy particular que los acercó con la guía de un individuo “fuera de este mundo”. Era notable que los entrevistados en sus relatos coincidían en el adjetivo que adjudicaban a quien los unió en una época para declararlo como: Intuitivo. De acuerdo con la luz que iluminaba a todos al recordarlo, las  experiencias a su lado traían a la imaginación a un individuo que socializaba poco, pero al mismo tiempo tenía la gracia de integrar a los equipos con un liderazgo de certeza centrado en la persona y en lo sobrenatural de su capacidad para usar a la intuición.  Algunos dijeron que era adivino, porque sabía leer sus rostros, y les preguntaba exactamente lo que facilitaba confiarle hasta sus secretos mejor guardados. Alguien comentó que desconocía como, pero que en un momento ya le estaba confesando todo lo que lo angustiaba, desde una decepción amorosa, hasta un sentimiento de impotencia para afrontar situaciones que estremecían por su horror ante el sufrimiento humano. De acuerdo con todos los dichos y recuerdos su comandante tenía la cualidad de consolar almas a larga distancia desde el centro de control que dirigía para enviar los servicios de emergencia y al mismo tiempo con su generosidad al estar muy cerca en la mente y el corazón de los que arriesgaban su vida para salvar la de otros a través de todas las enseñanzas y aprendizajes que habían compartido.  

Cuando tienes el privilegio de conocer a una persona con esas características sabes que hay algo extraordinario que toca a cada uno de diversas maneras; se genera un impulso de fuerza que sostiene y se contagia. No sólo de una manera física sino a partir de aprender un orden básico en la distribución de recursos, conseguir lo que sea necesario, mantener en alto la energía para atender tareas tan complejas, que requieren entregarse sin tiempo ni horario en el cumplimiento de un servicio que implica constantemente rescatar a la vida y contemplar exhausto a la muerte que te mira de frente para retarte a desistir o a encontrar un consuelo en la hermandad con todo tipo de emociones y sentimientos. Entiendes que hay una guía superior que reúne, acompaña siempre en cualquier circunstancia, y anima a regresar lo antes posible para continuar un trabajo de equipo.

Entre las añoranzas y los cambios que se experimentan cada testimonio denota la admiración que se guarda por algo que es inexplicable pero que conoces al participar en colaboración o de manera individual, mediante una jefatura, la camaradería con compañeros de vida, las lecciones como  maestros, y actuación ejemplar, por mencionar una parte de la serie de palabras con las que se identifican cualidades fuera de lo común pero al alcance de todos, te tocan en un entorno que convoca  para anticipar sucesos, preparar respuestas eficaces, y alentar a cada uno según su propia manera ver a un mundo entre ciclos de caos y armonía.

 

CREAR

 El movimiento de las manos y la energía que generan es tan poderoso que asombra. ¿Lo has visto? Es realmente un encanto para los juegos de magia, una esperanza cuando intervienen en una curación. Traducen los sentimientos de amistad en un saludo y agracian el amor con el gesto de una caricia en la cabeza de un niño. Además, elevan el tono de las palabras y dirigen al alma hacia el encuentro con la belleza de la música y el arte. Actúan muy cerca del corazón y la mente. Elevan plegarías y expresan gratitud. Pero son más que eso y tú lo sabes. Son instrumentos para crear y te permiten elegir tus creaciones. Son como las fuerzas que se dice están a tú disposición sin otra misión que la de ayudarte.

Es muy rara la ocasión en que las personas se permiten hacer un alto para observar qué significa tener una herramienta especialmente diseñada para la creación. Son tantos los recursos de un cuerpo que se dejan de apreciar en la rutina diaria. Algunos les resulta aburrido, chocante o ridículo contemplar algo tan común que se convierte en un tema poco importante. Sin embargo, lo reconsideran en circunstancias adversas o de enojo con la vida que sienten les cobra en demasía lo que no recuerdan que construyeron con ésas mismas manos prodigiosas. Todo esto viene a cuento porque en un momento desaparecen muchas manos que estuvieron dispuestas para estrechar lazos, reforzar vínculos, recorrer caminos y han dejado huellas para que recuerdes con su gesto el detenerte y pensar que frágil o que fuerte es ver desde otra perspectiva lo que como dicen te indica un dedo con el que apuntas un error y cuatro dedos que se vuelven hacia ti para señalar algo importante que posiblemente cuadruplica fallas que depende de ti corregir primero.

Empezar a ver esos detalles tal vez te sirva al contemplar la quietud de unos pies que ya han detenido su camino. Al escuchar el silencio de una voz que se apagó, al haber creado tanta distancia entre personas cercanas que por milagro siguen con vida para reiniciar un diálogo y reconstruir respuestas que se acuerden al estrechar nuevamente las muchas manos que siguen dispuestas para entrelazar realidades de compañía, amistad, colaboración, y consolidar un entorno digno para toda clase de vida.

 

Dedicado a los que siguen con sus manos maternales y paternas un vínculo de abuelos y antepasados que acarician en el recuerdo. A Gloria, compañeros de habitación, compañía y lealtad de seres perrunos, felinos, y para todos los que lleguen a tú mente cuando veas la claridad de una mañana cada día y el esplendor de la noche que los ilumina a todos.

  

 

CONVICCIÓN

 Te digo una cosa; La persona que me hizo recapacitar, usó un concepto sobre el cual se finca un modo de ser. Me dijo que una cosa es haberse educado formalmente en algún oficio o profesión, y otra que es el fundamento para actuar en todas las situaciones. Habló de la convicción, con un significado amplio y muy importante. La sorpresa fue grata, y celebro que se continúe el esfuerzo por asimilar palabras clave en la formación de mejores seres humanos.  Tener convicción dijo; es actuar por un motivo personal, sobre el cual se genera un compromiso, ya sea con el trabajo; con las personas; con las relaciones de familia; y en cada paso del camino que cada uno elige para llevar su vida. En algún momento comentó que muchas veces el tener un documento que avala un estudio no tiene impresa esa convicción para responder en la práctica con lo que se requiere o se espera de alguien a quien se le confía el desempeño de una tarea. En este aspecto agregó que la convicción personal involucra necesariamente la confianza en sí mismo, y en el otro.

Realmente es alentador que haya personas a quienes les interesa promover una diferencia entre ejecutar un trabajo y adquirir un compromiso evidente en la calidad, la disposición de servicio, mediante la colaboración, y el trabajo en equipo.  Muchos aspectos, se pasan desapercibidos, generalmente para los que más se quejan. Afectan desfavorablemente la labor de otros, y se miente con muchas justificaciones para argumentar el por qué no salen las cosas de la manera pactada. Comentamos que es frecuente encontrar en la formación familiar un peso fuerte para la concepción de ideas sobre la responsabilidad, que se muestra durante el transcurso de la vida. Ahí él señaló que: “La educación sin educación” posiblemente es un punto crítico muy complicado de resolver. Se refirió a que se puede cursar una carrera, pero la educación sobre aplicar lo que se estudia en la vida con un significado, se aprende en el ambiente de un hogar.   

En el poco tiempo que conversamos agradecí en silencio que las lecciones de vida llegan de manera inesperada, en situaciones a veces muy complejas. Pero como un recordatorio para continuar en los principios que nos identifiquen, y sumen valor a cada experiencia.  De acuerdo con los destellos que brillaban en su discurso por la educación que él recibió en su familia, la honestidad hacia sí mismo era el más sólido valor sobre el que se animaba a exigir un trabajo bien hecho. Era lamentable que algunas personas defraudaran la confianza, o no tomaran en cuenta los detalles que para un experto en su área son determinantes y evidentes. Comenté que efectivamente para alguien que sabe, las muchas explicaciones de por qué no se pueden hacer algo, es la muestra de la ignorancia del que pretende engañar.  

Con el comentario me enteré de que la formación en familia, aunque haya sido difícil en cuestión de recursos económicos o número de integrantes rescata con los consejos de los abuelos, las buenas intenciones, aunque a veces terribles acciones de la madre o del padre;  al final todas las vivencias dejan aprendizajes para superar los desafíos con la convicción de que se puede ser y hacer algo mejor. Convenimos en que la educación inicia en el ambiente del hogar; es un asunto de tradiciones, valores, imagen, que implica comportamientos que dignifican y enorgullecen a los poseedores de un apellido paterno y materno. Saberse conocido por adjetivos de honestidad, dedicación al trabajo, lealtad a la palabra dada, impacto en el entorno, etc.  implica un modo de ser y hacer que desea ser respetado. No obstante, nos preguntamos sobre la gente a quienes nadie les habló de semejantes cosas y enfrentan la vida con una perspectiva de sobresalir sobre la base de ser reconocidos y por supuesto gratificados con dinero, fama, y posesiones que son la inspiración y aspiración de muchos.

 

En tal perspectiva la visión de prepararse en algún oficio o profesión pierde valor por el tiempo, esfuerzo, y la oportunidad de estudiar o la búsqueda de alternativas. Plantearse un propósito que trascienda la mera supervivencia temporal con apariencias engañosas de aportación para evolucionar requiere un gran deseo y voluntad. Se sabe que algunos de los llamados en general, creadores de contenidos, se lamentan por ser objetos para sus seguidores que ni se interesan por su persona. Se sienten defraudados al ver que sus admiradores sólo quieren tomarse la foto con ellos y más con alguno de sus autos de lujo, o mascotas exóticas que han comprado. Tales tipos de quejas y lamentos nos volvieron a preguntar si es la educación familiar o formalizada la que consolida los principios de ser y hacer toda clase de actividades con la convicción en un sentido de vida, o a deshumanizar con retraso un camino de desarrollo que es de paso muy rápido para desperdiciar el tiempo.

Finalmente platicamos acerca del origen o de dónde vienen las ideas sobre lo valioso de desempeñar un trabajo; de acumular posesiones; de aportar técnicas o conocimientos para el avance social; llevar una vida plena, feliz, satisfactoria, o de plano sin significado. Convenimos que es un asunto de convicción y trabajo en equipo, que son factores clave para responder inclusive a las interrogantes del cómo poner orden, establecer límites, ejercer la voluntad o tomar decisiones. Visualizamos a la convicción como otra clase de plataforma para tomar riesgos calculados, cambiar actitudes y hábitos; salir de la famosa zona de confort personal para realizar cosas nuevas, desconocidas, solos o en colaboración con otros.

Compartió su percepción de lo que enfrentan generaciones que defienden los “viejos tiempos” o las personas que muestran comportamientos cínicos hacia la pérdida de valores, conductas egoístas, y son indiferentes o radicales para seguir reglas o tener aprecio por la auto disciplina en cualquier área social o individual.  Si son niños, adultos o ancianos, dicen; que se salve el que pueda. Descalifican con superficialidad, para ignorar puntos de vista que dicen a nadie le importan. Sin embargo, existe un proceso de cambio que discurre entre todo tipo de opiniones para insistir en la atención a quienes merecen, o pueden ser escuchados. Reiteramos en las preguntas sobre qué “educación formal o informal” es la indicada. Cómo dar continuidad a cualquier proyecto sin que incomode a cada una de las razones, o prácticas personales que coincidan para establecer un ambiente compartido del cual ninguno es dueño, a menos que se abuse del poder sobre la primitiva fase de los animales limitados en su lenguaje, pensamiento y forma de portarse como entes salvajes que se imponen por la fuerza bruta.

Finalmente coincidimos en que el trasfondo del cambio, que es lo único seguro que sucede, se aclara con la práctica constante y es simple en su comprobación. Las sensaciones hacia uno mismo, en las interacciones con los demás, en el trabajo, las relaciones de pareja, lo que te importa, lo que se ha logrado, etc. son indicadores que dentro y fuera de la familia, dentro y fuera de una educación formal, están presentes en tú calidad de vida. Cuál es la convicción que te orienta, te encamina, en resumen; Qué o quien vive tu vida, es un tema menos complicado de lo que parece. Es una decisión personal que inicia con el amor propio que te quite de las ataduras que has aceptado como imposición o por mantenerte en una zona en apariencia segura fuera del riesgo de tomar las riendas para encontrar respuestas actuales que implican un esfuerzo y compromiso contigo mismo, para dejar de buscar culpables por los resultados indeseables que te agobian.    

 

REINICIO

 Los niños y sus familias estaban muy emocionados ante la visita de intercambio que pronto llegaría a su vecindario. Habían participado en el reinicio del sorteo que promovía la escuela local para tener la oportunidad de recibir en su hogar a un niño o niña de otra población y ofrecerle hospitalidad. Le podrían dar a conocer sus costumbres, comida típica, cultura, y en general hacer la rutina de casa como anfitriones. Resultó ganadora una niña; estaba  tan contenta que propuso ceder su recámara para que la ocupara el huésped sin importar que desconocía los detalles de personalidad, y el lugar de procedencia del invitado. Se comunicó con sus amigas para organizar una reunión de bienvenida, las invitó para  ensayar una danza regional con los atuendos folklóricos, y acordaron preparar una variedad de comida, hornear un pastel y estar listas el día de la llegada.

En otro lugar se realizaba una despedida acomodando en la mochila alguna ropa muy sencilla y tres camisetas con el logotipo del intercambio. La familia del niño afortunado vivía en una aldea en dónde no se contaba con los servicios de urbanización completos, pero entre todos los aldeanos ayudaban a resolver lo que hacía falta; les dio gran alegría saber que uno de sus familiares viajaría en avión y saldría para conocer otra comunidad. Al saber la noticia, el niño se fue a juntar las hojas de palma que le habían enseñado a usar para hacer artesanías, y confeccionó una casita para llevar como regalo. Desconocía también con quien le tocaría estar, pero la expectativa le causaba gran entusiasmo. El día esperado llegó; sus padres le dieron un abrazo y toda la familia junto con los vecinos, se congregaron para desearle mucha suerte, aplaudieron al ver a la camioneta que lo llevaría hasta el aeropuerto.

Cada ciclo de visitas se completaba con una carta de agradecimiento del huésped quien además le notificaba al anfitrión su turno de viajar. Así que la estancia y despedida se convertía en una nueva expectativa aliviando un poco la tristeza que los niños sentían al decirse adiós. Se animaban mucho si el lugar que visitarían estaba en una costa, la vista del mar era impresionante. Si les tocaba en campiñas o montañas dónde había ríos o lagos, y procedían de ciudades, el contraste era una maravilla. Cada oportunidad de convivir en cualquier situación era interesante. Las familias procuraban el bienestar del visitante, lo recibían cordialmente y con amabilidad celebraban las cualidades que cada uno tenía para compartir con orgullo.

Las cartas de despedida y agradecimiento que se escribían mostraban la sensibilidad que muchas veces se tornaba en lágrimas, abrazos, y palabras que prometían seguir en contacto. Contenían frases simples de buenos deseos para el próximo viaje, así como las expresiones de felicidad por haber participado en juegos, deportes, fiestas y celebraciones de tradiciones desconocidas, asombrosas, que abrían un panorama diferente. De ahí se tomaba la inspiración para superarse, estudiar, desarrollar otras habilidades, saber que hay una diversidad amplia de lugares y personas dispuestas a enseñar y aprender para la comprensión mutua. No se hacían comparaciones, se disfrutaba de lo que cada uno hacía en su rutina, en los espacios de recreo como cines, canchas deportivas, centros de cultura, museos, festejos y paseos dominicales; se adaptaban con sencillez a lo desconocido y realmente gozaban cada experiencia.

 También para los padres y madres se mantenía como sorpresa quien llegaría a sus hogares y al final de la estancia, podían escribir una carta dirigida a la familia para describir cómo había sido el comportamiento del niño o la niña que les había tocado; generalmente redactaban buenos reportes que hacían énfasis en la experiencia de aprecio y cariño al recordar a una criatura que sin querer les había dado lecciones de vida. Agradecían el volver a enfocar al ser humano desde el deseo de ofrecer una casa a una visita que está dispuesta a recibir y a dar con felicidad una estancia temporal en beneficio de todos los participantes.

Las dos familias involucradas rescataban la alegría que se tiene si en la mirada es inexistente el desencanto al ver llegar a un niño si la anfitriona es una niña o viceversa. La diferencia de edades que a veces se presentaba tampoco era problema. El intercambio estaba organizado para realizar viajes locales o internacionales de manera que el color de la piel y los rasgos de los que se inscribían podían variar, pero lo cierto era que los abrazos de bienvenida surgían espontáneos y la llegada a casa se organizaba con amigos que igual se alegraban por el recién llegado sin distinción. informaban que los días  transcurren con las actividades de paseos, deportes, alimentos, pasa tiempos y demás cosa que se hacen regularmente. Desde que amanece y hasta la noche se participa con entusiasmo para aprender y enseñar lo que cada uno tiene para ofrecer.  Las apariencias no existen, no hay prejuicios ni desgano. Los niños no se guardan lo que les gusta y casi nunca sufren algún disgusto. Aceptan y comunican con alegría la próxima oportunidad para su nuevo amigo o amiga y le desean que tenga muchas experiencias tan buenas como las que disfrutaron juntos.

En la mayoría de los casos, al subir al transporte que los llevará de regreso a casa se despiden con lágrimas sinceras y se dicen amigos para siempre.  Cada escena al parecer señala el fundamento del ser humano sensible ante la amabilidad que es posible en un encuentro de amistad con la intención de ser perdurable; prevalece una promesa legítima en la pureza, y la sencillez; entre la mezcla de emociones de infantes y adultos, por lo que el programa es calificado como un gran acierto. En una ocasión al revisar los reportes un empleado del programa, comentó que: “con lentes color de rosa se ve todo muy bonito, va muy bien en la mente de los niños”.

Nadie de los que lo escucharon dio seguimiento al comentario. Algunos de los voluntarios para preparar el proceso de visita del programa habían sido niños que convivieron con familias generosas y recibieron la hospitalidad de muchas personas que compartieron su tierra y sus costumbres. Cambiaron de tal manera sus vidas que lo asumieron como un reinicio para sus propósitos de vida. Cuando crecieron dedicaban parte de su tiempo en colaborar para extender y continuar la idea de cumplir el deseo de un viaje inalcanzable de no ser por la intervención de desconocidos cuyo interés era nutrir en cada experiencia lo fundamental de un ser humano con el potencial  de crecimiento libre de prejuicios,  de las  trabas distorsionadas por la ignorancia o el desprecio de los indiferentes. Para ellos, tomar muy en serio los sentimientos infantiles que asumen una aventura con asombro y gratitud es un asunto de vital importancia. Inclusive notaban que son los sentimientos de los adultos en quienes el asombro y la gratitud motivan el ayudar a otros en otras circunstancias. 

La carta que leyeron para terminar el expediente que revisaban, tenía además de las frases; “gracias por todo,” dibujos de corazones, flores, manos entrelazadas, y por supuesto la promesa con la ilusión de ser amigos para siempre. Se imaginaron la despedida con la llegada de la camioneta que llevaría al siguiente destino al niño lleno de abrazos y bendiciones; lo vieron subir, tomar asiento en el lugar con la ventana para sacar su mano y agitarla con un gesto de hasta luego. Después recordaron la vista del avión en donde en su momento, tomaron asiento junto a la ventanilla y desde lo alto  se habían apresurado para tratar de localizar una pequeña aldea dentro de una gran extensión cuadriculada de siembras y surcos que se acercaban con millones de luces distantes, aparecían y desaparecían entre las nubes en un vuelo que permitía ver el horizonte más allá de lo que hubieran imaginado.