CONFUSIÓN

 ¿De verdad fui tan mal padre? ¡Es muy doloroso pensarlo, es un gran esfuerzo decirlo! ¡Tú sabes que todo lo que hice fue por ellos! Que el afán primario fue por la familia, mi familia, como una parte muy importante de mi plan de vida. Darles la mejor educación, un ambiente sin carencias económicas para que conocieran un mundo lleno de oportunidades, que pudieran elegir su propio camino en las mejores condiciones… y ahora dicen que les impuse un modo de vida. Que les limité su desarrollo al tomar decisiones que les correspondían. ¡Cómo van a saber de la vida muchachos adolescentes que toman riesgos sin medir las consecuencias! O las niñas entre tantos peligros con sus ilusiones ingenuas sobre enamorarse y ser felices para toda la vida. No creas que me quedo en su edad infantil o adolescente, sé que con su desarrollo hay que hacerse de lado y permitir su crecimiento, pero aun así; No lo entiendo.

Me mantuve incansable; era imposible darme por vencido teniendo a todos en mente; mi único descanso al llegar a la casa aunque ya estuvieran dormidos, era procurar asomarme por las puertas para escuchar su respiración, dar gracias por su salud y alegrarme al ver sus caras sonrientes en la penumbra. No exagero y tú lo sabes, la mayoría de la gente cree que los padres somos indiferentes a esos detalles y que es ridículo o nos avergüenza la poesía que inspira ver a los hijos,  pero desde que son bebés es tal el impacto de su presencia en una cuna, que se quiebra la aparente fortaleza y resurge con sentidos de protección y furia indescriptible. Eres capaz de aniquilar cualquier amenaza y te atemorizan tanto tus debilidades veladas, que es muy complicado mantenerse estricto o condescendiente conforme van creciendo. Ellos no lo sabían, pero les mostraba con mis logros el compromiso de cuidarlos haciendo un trabajo de excelencia del que creí tomarían ejemplo y les sería de utilidad para fijar sus propias metas.

Al parecer me equivoqué. Cada premio o incentivo para ellos significó: ¿¡Abandono!? ¿Puedes creerlo? De qué les sirvieron dicen, mis condecoraciones en las fiestas de la escuela en dónde no asistí, en las competencias que ganaron durante su infancia y llegué tarde para ver su premiación. Ausencia de apoyo, éso es lo que significó para ellos. Ahora mismo te aseguro que siguen sus reclamos, y vaya que se esmeran en demostrarlo. ¿Sabes desde cuándo no vienen de visita?  ¿Una llamada por teléfono? ¿Un saludo virtual con tanta tecnología a su alcance?, nada. A veces tiene la excusa increíble de que “no había red”, que la Wifi de redes públicas es insegura, que “la mano del muerto” digo yo,  y por cierto recuerdo haber escuchado esa frase de mi padre en otras circunstancias,  con medios de comunicación  de antaño. He tenido que enterarme de todas esas argucias conociendo los tales dispositivos inteligentes y ver sus alcances para no creer en sus excusas infantiles ahora que son adultos y yo viejísimo en comparación.

Será que ser padre implica entender que los hijos huyen de tantos cuidados o inclusive de los pocos que a otros padres  en circunstancias adversas les cuesta darles. Me consta que he escuchado del mismo trato de ingratitud y reclamos en diferentes medios. Se oye por todas partes a los hijos inconformes que deseaban lo inalcanzable para los recursos de sus padres que entre dudas y tristeza se preguntan lo mismo: ¿Un mal padre?! - si puse todo mi esfuerzo en cualquier lugar, lo hice por ustedes. Sí; estuve ausente; ¿no lo entienden?  hice lo posible y hasta lo imposible en tareas y lugares inimaginables sin dudarlo, puesto que de eso dependía mantenerlos a salvo de acuerdo con mis ideas y recursos- Para otros entre lujos, pudieron sobradamente cumplir deseos anticipados, demandas caprichosas, infinidad de gustos sin problema, y al final,vuelta a los mismos pensamientos, en la soledad inquisitiva que un día se acalla en ambos casos, por un pedido de ayuda imposible de negar. Igual que la aceptación del silencio que te indica que nada necesitan, que están viviendo a su modo y están felices, aunque no se acuerden ni de llamar, ni de venir, ni de pedir ayuda.

Con sus hombres o mujeres que no acaban de cuadrar en el marco que hubieras imaginado, pero con quienes ahora les es fácil tener más excusas para estar ausentes, con la advertencia de sacarte de sus vidas  para dejarlos en paz y no crear conflictos. En algunos casos, ni te atrevas a decir “pío”; eso viene de las madres por sus nueras y los padres por sus yernos; ya sabes, uno se queda con la idea de las princesas o los Caballeros y sus elegidos que, ” no consienten a tú niña o descuidan a tú niño”, depende si se refiere a tú hija o a tú hijo; yo sinceramente no me fijo mucho, me gusta convivir con todos; a veces es mi esposa a la que sus respectivos acompañantes le parecen exigentes, que hacen mal las cosas, que en la tierra hay millones y mira lo que eligieron... sin embargo coincidimos en que es muy su gusto,  y ni hablar. Particularmente cuando los lucen en las esporádicas reuniones a las que se dignan asistir porque resulta que, ¡así son muy felices! Y bien pensado, es una bendición que decidan compartir su vida con alguien; lidiar sus propias batallas, como mejor lo entiendan, con padre o sin padre que me consta hasta en la memoria se puede hacer reclamos, ingratitud o arrepentimientos con los padres que nunca aparecieron o imposible que se presentaran porque habían fallecido.  

¡Vaya pues! ¿Ves que fácil se magnifica el tema en la confusión de todo lo que significa? Es que el mentado mal padre puede retomar entre luz y sombra su incertidumbre eterna de haber hecho mal el papel de proveedor, pero miserable; de jefe de familia, pero verdugo de sueños y deseos incumplidos; imagen ejemplar pero, imposible de imitar por su desvanecida presencia de carne y hueso allí donde se viera, y no  como en, escolaridad, paseos, comida, diversiones, ropa, zapatos y demás cosas materiales que cualquiera puede comprar… la función generalizada que se asigna con sesgo al padre que también cumplen mujeres cada vez con más frecuencia, sumando semejantes cuestiones y resentimientos sobre el cómo se hubiera comprado todo aquello, aunque les parezca que fue fácil. Es el contrapeso que uno intenta encontrar al sentimiento de abandono, la ausencia intermitente o definitiva; la deforme visión de un  verdugo o miserable con más agravantes por no haber aportado lo indispensable. Lo sé por que también fui hijo y me pasaron por la mente y de hecho ingratitudes semejantes. Regresé a casa sólo cuando tenía ganas, por ayuda, comodidad, o remordimiento. Sabía todo eso que ahora me dicen, y reconozco ampliamente lo que escucho de mis hijos, del yo hijo, y posiblemente de todos los hijos y padres en el intercambio de papeles que acomoda el tiempo.

Sin embargo, ya veo mejor que con todo y todo es bueno un padre completo o fragmentado en cada realidad que se percibe. Todavía no lo entiendo, pero queda más claro. Hoy vienen de visita los hijos, luego, tal vez, iremos a sus casas; puede pasar una semana, un mes o todo un año. Tanto ellos como ellas con sus respectivos ellos y ellas por seguro, entre tanta confusión, llegarán a saber que han tenido los mejores padres del mundo mundial como los consideran ahora sus hijos pequeños, los aborrecen por lo pronto sus hijos adolescentes, y los admiran eternamente sus hijos adultos que han madurado.

2 comentarios:

  1. ¡Felicidades! gracias por compartir tú punto de vista.

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  2. En realidad es muy poco tiempo el que que se pasa con los padres, serán de 17 a 30 años que es en realidad su formación y yo daría un consejo a los nuevos padres “disfruta ser padre o madre a tu manera pues no hay un formato para considerarte bueno o mal padre o madre
    Al crecer uno como individuo tomará las riendas de su vida
    Hay muchos hijos que culpan a sus padres de lo que son, unos por qué les dieron todo otros porque fueron estrictos, otros pemisivos, otros consentidores otros por que les dieron todo, otros por qué no les dieron nada y están totalmente equivocados. Cada individuo es responsable de sus logros, de sus tristezas, de su felicidad
    Buen escrito Ceci me hizo recordar mis años con mis padres que por cierto los recuerdo con mucha alegría y cariño

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